Las heridas de una gran actriz de Hollywood que prueban el daño que nos hacemos las mujeres.

Llega sonriente. Con el maquillaje impoluto, el pelo cuidado y la piel tersa y brillante. Llega vestida como una estrella, con un estilismo que habrá aterrizado en la alfombra roja de Cannes tras pasar por decenas de ojos y opiniones.

Llega, sin embargo, con una larguísima marca en el abdomen, una profunda y gruesa línea enrojecida que en algunos lugares ha estado a punto de hacer sangrar la piel.

CANNES, FRANCE - mayo 23: Leya Seydoux y Kristen Stewart  (Photo by Gisela Schober/Getty Images)
CANNES, FRANCE - mayo 23: Leya Seydoux y Kristen Stewart (Photo by Gisela Schober/Getty Images)

Miro todas las fotografías del estreno de "Crimes of the future" en el Festival de Cannes y no puedo dejar de fijarme en esa herida. La pedrería del cuerpo que lleva la actriz ha estado torturándola durante el viaje en coche desde el hotel hasta la alfombra roja, y ahora, al ponerse en pie, la herida se hace visible sobre el torso musculado de Kristen Stewart. Pienso que seguro que le escuece. Y que los zapatos, ahora me doy cuenta, le quedan grandes, qué horror caminar con ellos, y qué milagro hacerlo de manera elegante, subiendo las escaleras de la sala de proyecciones, con un par de centenares de cámaras a detrás de ti.

CANNES, FRANCE - mayo 23: Lea Seydoux, Viggo Mortensen y Kristen Stewart. (Photo by Gisela Schober/Getty Images)
CANNES, FRANCE - mayo 23: Lea Seydoux, Viggo Mortensen y Kristen Stewart. (Photo by Gisela Schober/Getty Images)

Nosotras también tenemos esas mismas marcas de guerra en el cuerpo. Casi todas, al llegar a casa y quitarnos la ropa tendremos profundos surcos marcados en la piel. La cinturilla del pantalón. Las costuras de un vaquero demasiado apretado que descienden a lo largo de todas las piernas. La tela del sujetador atravesando toda la espalda. O las tiras del tanga. O los cordones de las sandalias. O el borde de los calcetines. O la cintura de las medias. Todas esas prendas dejan marcas tan profundas que si pasamos la mano por ellas podemos seguir el relieve con los ojos cerrados, reconociendo a cuál pertenece cada una de ellas.

El fotógrafo Justin Bartels visualizó hace unos años esos estigmas en una reveladora muestra fotográfica, Impression, que retrata visualmente el daño que cada día nos infligimos a nosotras mismas. «Tras varias citas en la universidad empecé a fijarme en cómo las mujeres usaban ropa incómoda con tal de impresionar o atraer a otros, o para reforzar su propia autoestima», cuenta Bartels. «Quise capturar imágenes del después, lo que sucede cuando se quitan esas prendas y se aprecia el daño de manera visual». Visual… y táctil, claro, pero también de manera más profunda.

Porque esas marcas son las de nuestra propia autoexigencia imprimiéndose sobre la piel, para recordarnos cada día que, a veces, deberíamos empezar a aprender a descansar un poco, también y sobre todo, de nosotras mismas.