Las autopsias de Las Vegas revelan la verdadera brutalidad de los tiroteos masivos

La cobertura mediática a menudo sirve para suavizar la incómoda y explícita realidad de estas tragedias. Quizás no merezcamos el privilegio de ese consuelo.

Chase Stevens/Pool a través de Getty Images ‒ Familiares en el funeral del 20 de octubre de la agente de policía de Las Vegas, Charleston Hartfield, una de las 58 personas asesinadas por un hombre armado el 1 de ese mes.
Chase Stevens/Pool a través de Getty Images ‒ Familiares en el funeral del 20 de octubre de la agente de policía de Las Vegas, Charleston Hartfield, una de las 58 personas asesinadas por un hombre armado el 1 de ese mes.

La bala impactó en el antebrazo derecho de la mujer atravesando limpiamente la carne bajo su muñeca y saliendo por el otro lado. La bala redujo su impulso, pero aún tenía la suficiente fuerza como para volver a impactar en su brazo, ahora un poco más abajo, antes de salir y penetrar en su pecho. El proyectil principal alcanzó su hígado y finalmente se posó en la primera vértebra de su lumbar. Un médico forense describió su muerte y se determinó que fue un homicidio.

La mujer, no identificada, fue una de las 58 víctimas asesinadas por un solo hombre armado en un concierto de música country en el Strip de Las Vegas el 1 de octubre, el más mortífero de los tiroteos masivos en la historia moderna de los Estados Unidos.

El HuffPost obtuvo los resultados de las autopsias de cada una de las 58 víctimas. Los informes, hechos públicos a principios de este mes por la oficina forense del condado de Clarka, Nevada, ofrecen una cruda descripción del poderío de este armamento en manos de civiles y el daño que inflige en los cuerpos humanos, incluso cuando no parece que el tirador tenga demasiada experiencia con las armas de fuego.

En ellos se describen lesiones fatídicas, la mayoría de las cuales fueron provocadas con balas que tienen un alcance de cerca de 500 metros; detalles de carnicerías humanas que tendemos a evitar en la cobertura de los medios.

Tras un tiroteo masivo, las noticias a menudo reducen a las víctimas a simples cifras de un recuento de cuerpos, los últimos caídos de esta forma de violencia armada tan particular de los Estados Unidos. Solo hay que fijarse en los titulares del tiroteo en la escuela de Florida del miércoles: “Tiroteo masivo con víctimas en una escuela de Florida”.

Otras coberturas se centran exclusivamente en honrar a los individuos asesinados en lo que es una celebración de la vida que busca subrayar la tragedia de un tiroteo en masa.

Ambos tipos de artículos pueden tapar y desensibilizarnos ante esa violencia perturbadora. Las autopsias, por otro lado, ofrecen una verdad suavizada de esas historias.

Entre las víctimas de Las Vegas había 36 mujeres y 22 hombres. De ellos, 51 fueron asesinados por un solo disparo, 34 sufrieron heridas de bala fatales en el cuerpo, mientras que 21 fueron alcanzados en la cabeza o en el cuello y tres en sus extremidades. Además, 851 personas fueron heridas en el ataque, incluidas 422 que sufrieron heridas no mortales producidas por disparos.

Con unas balas que salen de las armas del tirador a una velocidad de unos 215 metros por segundo ‒aproximadamente el triple de la velocidad de una bala disparada por una pistola‒ y que giran a miles de revoluciones por segundo, las consecuencias de cualquier impacto fueron catastróficas.

“Lo que tienes es una zona transversal relativamente pequeña que recibe una gran cantidad de energía cinética, de modo que penetra”, dijo Arthur Alphin, experto en balística y antiguo profesor en West Point que ha testificado en una buena cantidad de casos de tiroteo.

Las autopsias describen balas trinchando carne, dejando traumas generalizados a su paso. Una víctima recibió un disparo en la parte superior izquierda de su espalda. La bala parecía estar dando tumbos en el momento del impacto, dijo Alphin, una probable señal de que el arma del tirador había comenzado a recalentarse por el hecho de hacer tantos disparos tan seguidos, lo que desvió la bala en una trayectoria inestable impropia de un cañón con extensión.

Tras recibir el impacto en la espalda, la bala atravesó el cuerpo de la mujer rebotando en una costilla y perforando su pulmón izquierdo antes de asentarse entre su octava y novena vértebras, de dónde un médico forense la extrajo.

La autopsia de la mujer descrita al principio de este artículo muestra que recibió un disparo en el antebrazo. La bala atravesó dos veces su brazo y luego entró en su cuerpo.

“Pienso que esta persona tenía su brazo por encima del hombro, pero con el codo doblado hacia atrás, como si se rascara la oreja o tratara de protegerse los ojos o evitara que se le cayera el sombrero de la cabeza”, dijo Alphin.

También es posible que estuviera intentando protegerse.

Otro informe describe a una mujer que fue alcanzada en la cabeza. Al igual que con las otras víctimas que recibieron disparos directos en la cabeza, el impacto le causó una “muerte instantánea”, dijo Alphin.

“Lo único bueno es que no sufrió. No sintió dolor en absoluto”, dijo. “Otros, a pesar de que murieron por heridas en la cavidad torácica, permanecieron vivos en el suelo de 60 a 90 segundos, la sangre anegó sus cavidades pleurales y sus cavidades torácicas, sus cerebros seguían funcionando, sabían que estaba muriendo y sentían dolor. Al menos esta pobre mujer murió de forma instantánea”.

“Lo único bueno es que no sufrió. No sintió dolor en absoluto”, dijo Arthur Alphin, experto en balística.

Las heridas producidas por estos rifles de estilo militar son muy distintas a las causadas por pistolas, dijo el doctor Brian H. Williams, un cirujano de traumas que actualmente es director médico del Instituto de Salud Comunitaria Parkland en Dallas.

Williams dijo que la mayoría de heridas de bala que había tratado parecían ser de pistola, pero en julio de 2016 estuvo en servicio durante un tiroteo masivo en Dallas en el que un tirador mató a cinco agentes de policía con un rifle semiautomático. Para tener una idea de lo que es un disparo con pistola, Williams comparó el impacto con lo que pasa cuando arrojas una piedra al agua y deja una pequeña salpicadura y algunas pequeñas olas. Ahora, agarra esa misma piedra, llévala por encima de tu cabeza y tírala al agua. Salpica mucho más y hace olas más grandes que llegan más lejos. Eso ilustra la diferencia en el caso de una bala impactando en la carne humana.

“Eso es similar a lo que hace una bala cuando entra en el cuerpo”, dijo Williams. “El proyectil disparado desde un arma militar va mucho más rápido para causar mucho más daño”.

En solo 10 minutos, el tirador de Las Vegas pudo disparar más de 1.100 balas, cada una de las cuales es mortífera, apostado desde la planta 32 del hotel Mandalay Bay. Los investigadores dicen que estaba equipado con más de una docena de rifles de asalto, muchos de ellos con cargadores de 100 balas y automatizadores, accesorios que se encuentran en el mercado de repuestos y que emula disparos automáticos.

Con este nivel de potencia de fuego, el tirador no necesitaba tener ni siquiera buena puntería, le bastaba con entender el funcionamiento básico de sus armas. Todo lo que tenía que hacer era agarrar un arma cargada, apuntar hacia la gente indefensa a la distancia y apretar el gatillo hasta vaciar el cargador, descartar el rifle agotado y agarrar otro.

Con la distancia que había desde el lugar que disparaba, es probable que las balas hubieran perdido suficiente velocidad como para hacerlas subsónicas en el momento de alcanzar a su objetivo, lo que significa que no habrían hecho el ruido que hace un proyectil cuando supera la barrera del sonido, dijo Alphin. Como resultado, las personas que asistían al concierto se quedaron apretadas en el lugar antes de darse cuenta de que estaban bajo fuego.

Aquellos que tuvieron la desgracia de ser alcanzados no pudieron sobrevivir.

“Son balas militares, y están diseñadas para que un disparo sea una muerte”, dijo el doctor John Fildes, cirujano de trauma en el Centro Médico Univesitario en Las Vegas, quien estuvo de servicio la noche del 1 de octubre. “Hacen más que perforar a la gente. Van dando tumbos, crean cavidades y desgarran los tejidos”.

Para tener una idea de la magnitud de las heridas, Fildes recomienda observar lo que sucede cuando una bala de ese calibre atraviesa gel balístico, que está pensado para emular la carne humana.

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“Parece que las balas actuaron como se esperaba en muchos casos. Otros pacientes terminaron en el hospital con una buena cantidad de lesiones relacionadas a los disparos, aunque muchos parecían no haber penetrado limpiamente”, dijo Fildes.

“Tuvimos pacientes con fragmentos de bala que rasgaron vasos sanguíneos, como una arteria o una vena”, añadió Fildes. “Tuvimos pacientes con fragmentos que se introdujeron en su pecho y les provocó un sangrado, pero que no murieron, y a los que tuvimos que colocar drenaje torácico. Tuvimos pacientes que recibieron fragmentos en el abdomen que les dañaron los intestinos, por lo que tuvieron que ser reconstruidos”.

Fildes agregó que algunos fragmentos viajaron a la suficiente rapidez como para perforar el tórax, el abdomen o las extremidades, e incluso como para fracturar huesos. Y es posible que las víctimas fueran alcanzadas por una metralla distinta a la de las balas.

“Podrías haber estado de pie en la fila 32 del concierto cuando un tipo a tu derecha, en la fila 35 recibe un impacto en la espalda. Esa bala podría salir del cuerpo, revolviéndose y darte a ti”, dijo Alphin. “O podría dirigirse al cuerpo de ese tipo, impactar en su fémur u otro hueso grande, romper un fragmento y que este salga disparado y te impacte a ti. Eso es bastante común”.

En la última década, hemos visto a estadounidenses abatidos en masa en conciertos, iglesias, escuelas, cines y clubes nocturnos. A menudo se nos pide que recordemos a las víctimas que murieron en estos incidentes, pero raramente se nos pide que enfrentemos las perturbadoras circunstancias de las propias muertes.

En 2015, la por entonces fiscal general de California, Kamala Harris, ahora senadora, argumentó que los legisladores deberían haber sido obligados a hacer exactamente eso antes de votar la legislación sobre armas tras el tiroteo masivo de 2012 en la escuela elemental Sandy Hook de Newtown, Connecticut.

“Repartan las fotografías de las autopsias de esos bebés y pídanles que las miren”, dijo Harris. “Y luego voten de acuerdo a su conciencia”.

By Nick Wing, Matt Ferner