La sombra de Carlos Salinas de Gortari en la política mexicana

REUTERS/Ginnette Riquelme
REUTERS/Ginnette Riquelme

Por Jesús García

Si hay un político poco amado en México su nombre es Carlos y su apellido es Salinas de Gortari. Él es la referencia por antonomasia de los políticos que el pueblo mexicano no quiere, ya que su rostro hasta es usado como máscara de Halloween o como cabeza de ratas.

Sin embargo, quien fuera presidente de México de 1988 a 1994 cimbra el país y el círculo rojo de la política y la economía cada que reaparece, lo cual hace, curiosamente, cuando hay procesos electorales cerca, como recientemente lo hizo para presentar un libro sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

¿Por qué Salinas de Gortari es un personaje político tan importante en México? ¿Qué hilos mueve en el país? ¿Por qué aparece en ciertos periodos?

Las respuestas precisas a esas preguntas sólo las tiene él, quien es un maestro de la evasión y auténtico “ajedrecista de la política”. Cabe recordar que en 2010, previo a que se decidiera que Enrique Peña Nieto sería el candidato del PRI, Salinas de Gortari acudió al Senado, lo que desartó todo tipo de sospechas, hasta confirmarse que el actual mandatario mexicano sería el candidato.

La presidencia de Salinas de Gortari ha sido una de las más polémicas, debido a que fue quien impulsó el proyecto neoliberal que derivó en una crisis con la que tuvo que lidiar Ernesto Zedillo, el último mandatario tricolor después de más de 80 años sin alternacia en el país.

El final del salinismo también fue sellado con el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el cual cimbró al país y atrajo a activistas defensores de los indígenas de gran parte del mundo, principalmente de Europa. Entonces, Salinas de Gortari, considerado un personaje “capaz de controlarlo todo”, no pudo lograrlo, como tampoco su gobierno pudo convencer que un solo hombre hubiera querido matar al entonces candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, quien buscó apartarse de la estrategia político-económica implementada por el entonces presidente.

Con la crisis de 1994, los mexicanos perdieron mucho más que dinero: perdieron su patrimonio, ya que la crisis fue similar a lo que ocurrió en 2008 en Estados Unidos, donde miles de personas no pudieron pagar sus hipotecas. México, en ese entonces, tocó fondo y los ciudadanos no perdonarían a Salinas de Gortari, quien culpó a Zedillo de no saber manejar la situación.

“Desde hace mucho tiempo hay quienes se preguntan cuál es la verdad, en específico, el que toca a la devaluación de diciembre de 1994”, atajó en 2010 el entonces coordinador de los priistas en el Senado, Manlio Fabio Beltrones. Si él, un personaje de altos vuelos en el PRI, no supo lo que sucedió, ¿quién podría saberlo?

En 2008, Salinas de Gortari quiso resugir en la política mexicana de lleno, pero su libro “La Década Perdida 1995-2006 Neoliberalismo y Populismo en México”, publicado un año antes de la elección intermedia en el país, no lo posicionó como pensaba. La gente no había olvidado.

En aquel volumen, el expresidente critica las administraciones de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, y en lugar de criticar a Felipe Calderón, se enfocó a Andrés Manuel López Obrador, de quien juzgó su política calificada “populista”.

Su siguiente libro se publicó en 2011, “¿Qué hacer? La alternativa ciudadana”, justo en la época en que las candidaturas independientes eran impulsadas en México. Luego el PRI volvería a gobernar tras 12 años de castigo electoral.

Aunque en el PRI hay varios grupos políticos, en realidad Salinas de Gortari nunca se ha ido, y menos ahora que el Grupo Atlacomulco controla las decisiones nuevamente: tiene la presidencia nacional del partido y la de la entidad más importante (la segunda de más votos), la Ciudad de México, donde se primero colocó a Eruviel Ávila, aunque dos meses después se uniría a la campaña del José Antonio Meade en busca de la presidencia en 2018.

José Antonio Meade representa “lo mejor de los dos mundos” entre el viejo tricolor, representado por Salinas de Gortari y el “nuevo” que tanto presumía Peña Nieto, pero que personajes como Javier Duarte, obligaron a dejar de ensalzar. Es un tecnócrata, pero con una imagen limpia.

Tras la designación de Meade, el expresidente dijo que era “un formidable precandidato” y que estaba seguro que “con su calidad humana, su honestidad, su enorme talento y su amor por México podrá hacer una labor formidable”.

El retorno de Salinas de Gortari coincide con dos momentos cumbres para México, que miembros de su grupo están atendiendo desde el gobierno: la crisis en la relación México-EEUU y un complicado proceso electoral.

La presentación de su libro “Aliados y Adversarios, TLCAN 1988-2017”, es prueba de ello. Él fue quien impulsó este acuerdo. Publicarlo en esta época no es una coincidencia, como diría el expresidente estadounidense Franklin Roosevelt: “En la política nada pasa por accidente. Si algo pasa, puedes apostar que fue planeado de esa forma”. Salinas planeó reaparecer de esta forma y demostrar cuánto sigue controlando al PRI.