La sensualidad de López Obrador y un gobierno a la Trump en México

Imagen tomada de Twitter
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Corte de Caja / No, no voy a comparar a Andrés Manuel López Obrador con el presidente de Estados Unidos, pero si usted es de esos que ni abre las notas o sólo lee el encabezado ya puede empezar a despotricar en contra de la mafia del poder, que para eso se inventó la zona de comentarios.

No, cuando hablo de la posibilidad de tener un gobierno a la Donald Trump en México tras las próximas elecciones de 2018 no estoy poniendo a López Obrador como virtual ganador de la presidencia, sino a la tendencia de repetir una historia de similares características en el que hasta nos podrían pedir derechos de autor, después de pagar el muro, claro está.

La llegada de Trump a la Casa Blanca no se dio nada más por el hecho de prometer lo que una gran parte de la población estadounidense quería escuchar, aunque la mayor parte fueran premisas falsas que si bien no son imposibles de cumplir, no los dejará con la vajilla completa a ellos mismos.

Ese ascenso a Aprendiz de Hombre más poderoso se le facilitó en mucho y en parte por ese gran hartazgo de la ciudadanía por esa clase política que cree que sólo debe rendir cuentas a sí mismos y cuyas decisiones van siempre pensando en el próximo periodo electoral y no en quienes se suponen representan. Así, votaron por el único que no se sujetaba a los cánones de la corrección política, al agresivo, al cómico, al impresentable. Hay gente que únicamente quiere ver arder el mundo por la simple tentación de ver qué pasa. Usted ha estado aburrido y le ha pasado.

Foto: AP
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Pues bien, en México la cosa pinta para lo mismo, con los mismos personajes reciclados no de hace seis años, sino de más de 30, de tal suerte que aparte de las mismas caras que se han manifestado para remodelar Los Pinos ha surgido una variopinta cantidad de contendientes que me hacen esperar con ansias el momento en que Angélica Rivera diga “yo también voy”.

Quizás el ejemplo más claro de cómo los políticos mexicanos creen que no hay límite para el asombro y el cinismo se dio las recientes semanas, en ese sector que llaman izquierda aunque el tiempo nos ha demostrado que lo suyo, lo suyo, es la dislexia.

Esa desbanda de gente con cargos públicos hacia el lado de Andrés Manuel López Obrador no sería insólita si no fuera porque se trata del tipo con el que dijeron que nunca se iban a casar o bien, aquel que representaba todas sus fobias nada más porque ya les había comido el mandado.

Y es que esa sensualidad que tiene AMLO parece no tenerla ni Justin Trudeau, el primer ministro canadiense. No lo digo por la forma en que lo ve Leticia Quezada, ahora exfuncionaria del gobierno de la Ciudad de México luego de que la ‘renunciaron’ por oler a leña de otro hogar, sino por esos acérrimos críticos a los que se les saltaba la vena de la frente cada que escuchaban del señor López y ahora hasta casa le quieren poner.

Por supuesto que nos referimos a Miguel Barbosa, LÍDER, sí, líder de la bancada del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Senado y quien ahora no se limita a manifestar su enamoramiento por el candidato que lleva 12 años en campaña, sino que está maquinando toda una operación para que ese partido apoye a López Obrador en las elecciones de 2018, aún cuando él mismo les dijo que con ellos no saldría ni a la esquina. ¡Pégame, pero no me dejes!

Foto: Cuartoscuro
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No hace mucho Barbosa mencionaba que nadie le iba a estar rogando al ‘Peje’ y que lo único que hacía el líder de Morena era estar fragmentando a las izquierdas. ¡Oigan a mi tío! diría mi inconsciencia. Más tardó en decirlo que en ir corriendo hacia él en su carrito eléctrico con propulsión a chorro.

Pero es que ese estúpido y sensual AMLO algo tiene que un día sí y otro también provoca actos proditorios en todos esos que entre más les tundió, más quieren estar con él.

Tan sólo en el último mes el gobierno de la Ciudad de México, una administración obtenida por el PRD, ha tenido que dejar volar a dos colaboradores, uno incluso de primer nivel, por haber estado en campaña con López Obrador sin que en sus cabecitas se diera un conflicto de interés. Claro, un jugoso sueldo gubernamental a todos nos quita el sentimiento de culpa.

El primero fue Miguel Torruco, a quien amablemente le pidieron que dejara la Secretaría de Turismo si lo que quería era darle el avión al candidato rival. La otra, Leticia Quezada, tuvo que dejar el cargo de subsecretaria de Asuntos Metropolitanos y Enlace Gubernamental de la CDMX tras revelarse unas fotos en las que aparece apoyando a AMLO en pleno mitin. Dizque no hacía nada malo, según ella, porque estaba en su tiempo libre y además había pedido que le descontaran el día. ¡Ay par favaaar! Si eso es justamente lo que nos tiene hasta el copete a todos.

De un tiempo a la fecha la tendencia es ver un derelicto diario de principios en donde lo que menos cuenta es la congruencia, sino en seguir viviendo del erario a toda costa haciendo como que la virgen les habla, tratando a los electores como tontos (empiezo a creer que sí lo somos) con actuaciones inapropiadas por donde se les quiera ver.

El partido y círculo de apoyo de López Obrador se ha hecho de una mezcolanza de personajes que antes eran peor que el diablo tanto para el mismo Peje como para sus seguidores (Manuel Barttlet, Esteban Moctezuma, Miguel Barbosa), de tal forma que más parece la creación de una bandeja paisa que una estructura de principios e ideales comunes y sólidos (bueno, todos quieren el poder, ahí sí se parecen todos) y basta con que digan que tienen “buena voluntad” para que sean aceptados en el reino del Señor. Del señor López, claro está. Quizás el requisito fue pasar por un exorcismo o una sesión al aire libre de plegarias para que la purificación sea efectiva y nadie se acuerde de caídas del sistema o de la mafia en el poder representada por las televisoras (porque Esteban Moctezuma ha sido por años presidente de la Fundación Azteca, de Televisión Azteca, ¿sí sabía usted, damita, caballero?).

El problema no es que los fieles de AMLO duden, pues siempre he dicho que quienes lo siguen lo hacen más bajo un precepto de fe que de buenas razones. No, el problema es que ante toda esta sarta de tomaduras de pelo los electores no sólo hesitarán por quien votar, sino si en verdad vale la pena hacerlo, dejando el campo libre para quienes lo hagan, aunque en su mente se geste una locura. Porque el caso de la sensualidad de López Obrador sólo es una cara de la moneda. Del otro lado están las también incongruentes medidas del PAN y el PRI que se olvidan que no olvidamos, aunque parezca que sí.

Está por ejemplo las publicidad del gobierno federal que de 32 estados en los que se supone trabaja, escoge los ‘logros’ del Estado de México justo en el año y a unos meses de que elijan nuevo gobernador para la entidad. Mmmm, los caminos de la vida no son como yo pensaba. ¿Y quieren saber lo más inverosímil? Que cuando alguien cuestiona la ‘casualidad’ de esa propaganda Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, orgullosa mamá de Mariana, feminista y Puma de corazón (así se pone ella en su Twitter, ¿qué quieren que haga?) dice que no es ilegal porque tienen hasta abril como límite por ley.

Imagen tomada de Twitter
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De estas cosas son de las que hablamos cuando vemos venir la llegada de un gobierno a la Trump en México. Que corramos el riesgo de que un día de estos, entre hoy y la elección de 2018, surja una persona que empiece a decir locura y media, prometiendo el triunfo de la Selección Nacional en el Mundial de Futbol, la deportación de los zombies de Sahuayo por robarse nuestros empleos y que camine de nuevo la ‘maldita lisiada’. ¿Absurdo? Pregunten en los Estados Unidos y les dirán que todo puede pasar con tal de darle una patada a esa clase política que lo que menos tiene es clase.

El riesgo de “si en verdad la vamos a regar, vamos a regarla bonito” está latente y crece cada día. Uno cree que peor ya no se puede estar. Hasta que pasa.

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@geniomutante