La portada de Proceso sobre la pandemia que molestó a López Obrador

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

El objetivo principal de medios dedicados a la difusión de noticias es divulgar temas de actualidad, a eso se dedican, de eso viven, lo hacen bien y una parte importante del público que los consume les otorga credibilidad, ganada con el paso de los años. Es el caso de la revista Proceso que, desde su fundación en 1976, al final del sexenio de Luis Echeverría, ha cuestionado de manera documentada en ejercicio del poder y ahora lo hace con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Proceso no ha sido complaciente con el poder, lo que incluye al presidente en turno. De diferentes maneras se le ha querido someter, la más común es por la vía de la compra de espacios publicitarios, con la falsa expectativa de que por este hecho actuaría ignorando los abusos u omisiones en que incurren los gobernantes y quienes creen que el poder es para siempre y sin límites.

La actitud crítica de Proceso, continuación de la ejercida por sus fundadores, en particular Julio Scherer, disgustó en una ocasión al presidente José López Portillo que le reprochó contenidos que cuestionaban sus actos de gobierno. De ese reclamo quedo para la memoria la frase “No pago para que me peguen”. Después de esa expresión vino la instrucción del presidente de cancelar la compra de espacios publicitarios a Proceso. Pasaron 38 años, la revista sigue y los poderosos de cada sexenio ya no están.

La conferencia de prensa mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador es una gran “vitrina” que sirve para divulgar sus actos de gobierno, es la pasarela por la que desfilan sus colaboradores y es el espacio desde el que se exhibe y cuestiona a quienes no comulgan con lo dicho y hecho por el presidente y su propuesta de 4T.

A quienes no están en la “gracia” de López Obrador les dice fifis, conservadores o neoliberales. Destacan los medios que no le son afines. En esta ocasión el presidente, desde su tribuna de propaganda matutina, se refirió a la revista Proceso y descalificó su portada en la que se observa a un grupo de hombres meter un cadáver a un crematorio y encabeza la imagen la frase: Fase 3. La pesadilla.

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Al final de su conferencia de prensa mañanera el presidente López Obrador “pidió a su vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, que colocara en pantalla la portada de la edición 2269 del semanario Proceso, y acto seguido expresó: “No, no, no. Si viviera don Julio (Scherer, fundador del semanario) se volvería morir ¿saben por qué lo hago? Se enojan mucho conmigo, pero siempre digo lo que pienso. Y también lo digo con todo respeto ¡es Alarma! Aquella publicación de mis paisanos los Pagés (…)”.

“Lo siento mucho pero lo tengo que exhibir, es como metiendo un cuerpo (…) a un crematorio… miren eso (dijo, señalando a la pantalla) me va a decir que es censura ¡No! Y ofrezco disculpas, pero no lo puedo omitir”.

“Ahora sí, rienda suelta al análisis ¿está bien? ¿Es libertad de expresión por encima de todo, sin escrúpulos morales, sin ética?” “Yo no censuro nada, nada, nada, prohibido prohibir. Pero sí hay que debatir todo esto.” (Proceso, 27 de abril de 2020)

La relación de López Obrador con los medios que cuestionan sus actos de gobierno es de confrontación. Hace unos días afirmó que “en México no hay un periodismo profesional, independiente o ético. Estamos muy lejos de eso, pero es parte de la decadencia que se produjo”. En esa ocasión dijo que eran medios conservadores Reforma, El Universal, Excelsior, Televisa y TV Azteca. (Reforma, 22 de abril de 2020)

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Por muchos años López Obrador buscó espacios de difusión en los medios y lo consiguió haciendo alianza con algunos reporteros y directores que cubrían su peregrinación permanente por el país.

Ahora es el titular del Poder Ejecutivo de la Nación y aspira, aunque no lo reconozca, a la unanimidad y dominio de su punto de vista sobre la realidad y lo hace con su insistente discurso de todos los días en su conferencia de prensa mañanera, que por vocación informativa y noticiosa es cubierta por gran parte de los medios en México, porque la voz del presidente es atendida, no la voz de Ya Sabes Quién. No confundir.

A López Obrador le encanta utilizar su conferencia de prensa mañanera para replicar a los medios y fustigar sus contenidos, como hoy lo hizo con Proceso, que solo sigue las lecciones de su fundador Julio Scherer de cuestionar al poder con fundamento, con datos reales y si no lo hiciera entonces si “se volvería a morir”.

Desde donde esté debe estar orgulloso.

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