La "octava maravilla" natural del mundo que creían perdida... hasta ahora

Les llamaban “la octava maravilla del mundo”, pero quizás nunca habías escuchado hablar de ellas por la sencilla razón de que desaparecieron hace 130 años. Se trata de las Terrazas Rosas y Blancas, una maravilla natural y visita obligada en la Isla del Norte de Nueva Zelanda antes de 1886.

Terrazas Blancas. Foto de Wikimedia Commons.
Terrazas Blancas. Foto de Wikimedia Commons.

Ubicadas al borde del Lago Rotomahana, a la sombra del Monte Tarawera, las terrazas eran hermosas escaleras de agua naturales que descendían al lago. Se formaron por la acción de los manantiales geotermales que contenían un cóctel de agua de cloruro con PH saturado de sílice, casi neutro. De hecho, eran los mayores depósitos de sílice sinterizada en la tierra.

Las terrazas estaban a 1.200 metros de distancia una de otra. La Terraza Blanca estaba en el extremo noreste del lago Rotomahana y la Terraza Rosada estaba a cuatro quintas partes del camino por el lago en la orilla occidental, mirando hacia el este y hacia el sureste. El aspecto rosado sobre las cuencas medias y superiores se debía a antimonio y sulfuros de arsénico, aunque la Terraza Rosada también contenía oro en concentraciones de minerales.

Hasta ahora se creía que esta maravilla natural fue destruida por la erupción del monte Tarawera en 1886. Pero un equipo de investigadores cree que han encontrado la ubicación de las terrazas, y piensan que todavía pueden existir bajo el lodo y la ceniza.

Una de las dificultades de ubicarlas radica en que a pesar de la inclinación del Imperio Británico por la topografía, la ubicación exacta no se registró antes de la erupción. En 2010, la bibliotecaria Sascha Nolan descubrió los diarios de un geólogo del siglo XIX llamado Ferdinand von Hochstetter, cuyas notas contenían la ubicación más precisa: datos brutos de un levantamiento de 1859 sobre el lago Rotomahana.

Pero la erupción y 131 años han cambiado mucho el lago y sus alrededores.

Nolan y otro investigador, Rex Bunn, unieron esfuerzos y tras examinar el diario de von Hochstetter e investigar sobre el terreno, determinaron que las terrazas no fueron destruidas sino que estaban cubiertas con de 10 a 15 metros de ceniza. Esa investigación fue publicada recientemente en el diario de la Sociedad Real de Nueva Zelandia.

Los investigadores ahora están consultando al Instituto de las Ciencias Geológicas y Nucleares, un instituto de investigación de Nueva Zelanda, buscando apoyo a su explicación. También recibieron el permiso de la tribu Iwi, propietaria de los terrenos, para excavar el área.

Si se redescubrieran las famosas Terrazas Rosadas y Blancas perdidas, podrían ser restauradas y el mundo actual conocería su Octava Maravilla Natural.