La nueva batalla en el PRI, igual a la que provocó que perdiera la Presidencia
Como efecto de los resultados electorales del 5 de junio en los que el PRI al mando de Manlio Fabio Beltrones, no alcanzó las metas que se había propuesto de ganar nueve de las doce gubernaturas en disputa, mes y medio después se hace público que el partido en el gobierno tendrá nuevo dirigente y lo elegirá formalmente a partir de los términos de su convocatoria, pero en la realidad es una determinación del presidente Enrique Peña Nieto, “el primer priista”, que Enrique Ochoa Reza asuma ese encargo político.
En las horas posteriores a que se supiera que el PRI designará a su presidente y que Ochoa Reza manifestara su deseo de ocupar la posición, se cuestionó, a través de las redes sociales, su militancia y perfil descalificándolo como la opción que necesita el partido para solventar los problemas que enmarcan su realidad actual, como es su escasa relación con los gobiernos que llegaron al poder con su apoyo y la falta de congruencia entre lo que se dice en el discurso político y gubernamental y lo que la población vive en el día a día.
La reacción inmediata del virtual presidente del PRI, Enrique Ochoa, fue hacer público, a través de su cuenta de twitter, que es miembro del partido desde hace 25 años y cuenta con la credencial 003 firmada por el mismísimo Luis Donaldo Colosio. El hecho deja al descubierto la disputa por el control del partido entre los viejos de la política y la generación que, cobijada por Enrique Peña Nieto con esta determinación, se estaría disponiendo a instrumentar un cambio de generación en los mandos del partido, lo que no significa que un renovado estilo conduzca a las soluciones estructurales que el partido, por una parte, y las acciones de gobierno por la otra, deben realizar para convencer a la población, que ha demostrado en las dos pasadas elecciones, que cada vez cree menos en las promesas del PRI.
A diferencia de Manlio Fabio Beltrones cuya presencia evocaba experiencia política y capacidad de negociación, demostrada en el poder legislativo, cuando fue gobernador de Sonora y en su desempeño en la secretaría de Gobernación, la trayectoria de Enrique Ochoa Reza no muestra el oficio político que se necesita para transitar exitosamente por las elecciones del 2017 y llegar a 2018 con el triunfo en el bolsillo de Coahuila, Nayarit y la joya de la corona, el estado de México. Como está la realidad política, social y económica actual, al líder del PRI no le va a alcanzar con el apoyo del “primer priista” que, en la aceptación pública, va en caída libre.
Los vínculos que se le reconocen a Ochoa Reza con el grupo político gobernante apuntan a su relación obvia con el presidente Peña Nieto, pero también con el secretario de Hacienda Luis Videgaray y el secretario de Educación Aurelio Nuño, lo que significa el fortalecimiento de este grupo rumbo a la sucesión presidencial de 2018, que con esta determinación estaría poniendo en desventaja al más aventajado de los militantes del PRI en ese proyecto, el secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong, según las encuestas de algunos diarios.
Este escenario no es extraño y suele ser descrito por los críticos como la confrontación entre tecnócratas y políticos. En la experiencia que llevó al PRI a perder el poder en el año 2000, el tecnócrata Ernesto Zedillo, desde que asumió la presidencia, declaró que mantendría una “sana distancia” del partido, lo que terminó con el triunfo del PAN.
El planteamiento actual es en el sentido de si el perfil de Enrique Ochoa Reza es el adecuado para ganar las gubernaturas de 2017 y conservar el poder en 2018. No parece que las actividades a realizar sean las destinadas a un hombre de escasa experiencia. El perfil corresponde a un político y entonces cabe recordar que el líder real del PRI, en el actual presidencialismo mexicano, es Enrique Peña Nieto que está poniendo en su “secretaría electoral” a un operador que sea eficiente en el cumplimiento de las instrucciones que recibe y entonces si encaja en el perfil quien será el tercer presidente del partido en el sexenio.
Cuando reconoció la derrota del PRI y presentó su renuncia, Manlio Fabio Beltrones se refirió a las causas cuando citó a Luis Donaldo Colosio “lo que los gobierno hacen sus partidos lo resienten” y agregó “Tenemos que corregir el rumbo, tenemos que actuar en consecuencia.”
Parece que las palabras de Beltrones significan los retos que tendrá que superar Ochoa Reza y sus primeras expresiones indican que tomó nota: “Tenemos que cambiar y escuchar a la ciudadanía. Tenemos que ser un partido más transparente que encabece cambios y que atienda las solicitudes de los ciudadanos que quieren tener un mejor país”.
El deseo de Enrique Ochoa es compartido por muchos, pero en el presidencialismo solo importa lo que quiera el “primer priista”. Por el bien de su partido debe crecer bien y pronto. En dos años sabremos si instrumentó con eficacia los dictados de su jefe.