El polémico caso de la niña acusada por usar ciertos emojis en sus mensajes de Instagram

La lucha para prevenir y frenar posibles ataques dentro de escuelas y otros lugares de reunión de personas es desde luego una tarea crucial que puede salvar vidas. Pero en la intersección entre ese esfuerzo y las modalidades de comunicación de los jóvenes actuales se dan casos polémicos que pueden conducir a equívocos, a injusticias o a soslayar amenazas posibles.

Es el caso de una niña de 12 años que, de acuerdo al periódico The Washington Post, ha sido acusada formalmente en Virginia de haber amenazado a su escuela en un mensaje que publicó en las redes sociales.

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Emojis de un dispositivo iOS, donde se ven iconos de pistolas, bombas, cuchillos y calaveras.

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En diciembre pasado, autoridades de la Escuela Sidney Lanier en Fairfax, Virginia, comenzaron a indagar sobre varios mensajes en Instagram que fueron considerados amenazantes. Uno de ellos incluía la palabra ‘Killing’ (de matar), desplegaba emojis con la forma de una pistola, un cuchillo y una bomba y tenía la frase “encuéntrenme en la biblioteca el martes”.

¿Se trataba del anuncio de que alguien estaba planeando cometer violencia en la escuela?

La investigación dio con el número IP del dispositivo desde el que ese mensaje fue hallado y así pudo ubicarse a una niña de 12 años, alumna de esa escuela, que de acuerdo al Post admitió haber enviado ese mensaje, aunque bajo el nombre de otro estudiante.

Y aunque al final la amenaza de ese texto y sus emojis fue descartada por los autoridades y la madre de la chica ha dicho que ella publicó eso en respuesta al ‘bullying’ que había sufrido, de todos modos la alumna fue acusada formalmente con cargos de amenazas y acoso vía computadora.

El caso está aún en proceso en una corte, y no se ha revelado el nombre de la acusada por tratarse de una menor de edad.

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La acusación contra la niña es polémica, pero tiene detrás un contexto singular. En efecto, en la comunicación digital actual el uso de emojis, emoticones y otros símbolos es una práctica común, masiva e intensa. Pero es complicado dilucidar en qué casos ciertos mensajes que incluyen iconos que aluden a armas u violencia son reflejo de intenciones o planes criminales reales o si solo son formas de expresión que tienen su aspereza pero que no implicarían una amenaza o intención criminal verdaderas.

Es una tarea compleja, pero que es ya parte del trabajo de policías, fiscales, defensores, jurados y jueces.

Por ejemplo, en 2015 un jurado de instrucción en Brooklyn, Nueva York, desestimó los cargos contra un adolescente que publicó en Facebook un mensaje en el que además de lanzar insultos aparecía el emoji de un policía junto al de pistolas y llamas.

Según al periódico New York Daily News, el Gran Jurado no consideró que ese mensaje fuese realmente amenazante, sino que solamente estaba expresando el disgusto del joven hacia la policía. Con todo, el chico continuó enfrentando cargos por posesión de arma de fuego. En su momento, asociaciones de policías criticaron la exoneración del adolescente en lo relativo al mensaje de Facebook por considerar que su contenido sí evidenciaba una amenaza.

El problema, como indica el Post, es que aún no está claramente definido cómo interpretar o presentar mensajes con emojis o emoticones en relación a cargos criminales. Pero un posible precedente sería el caso del juicio ‘Elonis v. United States’, en el que la Corte Suprema revirtió la condena de un hombre previamente hallado culpable de amenazar a su esposa, a autoridades y a otras personas en mensajes de Facebook compuestos de letras de canciones de contenido violento, pero también de emoticones que, de acuerdo al acusado, indicaban que todo se trataba de bromas o burlas.

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El uso de emojis y otros iconos en la comunicación digital actual es masiva y en auge. (Flickr/ Downloadsource.fr)

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El caso llegó hasta la Corte Suprema, donde al final por 8 votos contra 1 se determinó revertir la condena por considerar que el mero uso de letras de canciones no implicaba, así fuesen de contenido violento, que existiese verdadera intención de cometer un crimen.

Como indicó en su momento The New York Times, el fallo de la Corte Suprema implica que fiscales y jueces deben hacer mucho más que simplemente probar que mensajes amenazantes en efecto lo son a ojos de la gente sino también considerar el estado mental, la intencionalidad de quien emite esos mensajes. El caso de Elonis, un adulto, es diferente al de la alumna de Virginia, pero en el fondo la tensión sobre cómo identificar si en efecto existe esa intencionalidad de cometer un crimen está en el ojo del huracán en esta materia.

En todo caso, la comunicación digital que incluye iconos y otros elementos de expresión gráfica está cada vez más bajo el escrutinio de las autoridades. Y la controversia sobre si, en aras de enfrentar el frecuente y trágico problema de la violencia en las escuelas, es mejor ser excesivamente precavidos a la hora de analizar posibles amenazas, así sea en el formato de iconos como sucedió en el caso de la niña de 12 años, o si se está sobrereaccionando y alienando con ello a jóvenes inocentes es una polémica abierta y candente.