La mujer india que ayudó a su pueblo a salir de la pobreza

En la India, donde en 2014 solo el 59% de las mujeres del campo sabía leer y escribir, la pobreza parece ineludible en las zonas rurales.

Pero a Shantha las estadísticas no la desalientan. Madre de dos hijos, ha batallado contra viento y marea en un entorno muy dado desde hace siglos a la discriminación y a la violencia de género.

En contra de lo que dictaba la opinión general, Shantha se hartó de que en su país las mujeres cobren al mes un 62% del salario que reciben los hombres, y tomó cartas en el asunto, logrando que Kodapattinam, su pequeño pueblo del sur de la India, huyera de la miseria que lo azotaba desde tiempos inmemoriales.

Su fórmula de éxito fue potenciación del trabajo femenino y la fe en la microempresa, según cuenta la BBC.

Lo primero que hizo esta mujer hace más de tres décadas fue salir de la rutina abusiva del trabajo en el hogar y empezar a colaborar como voluntaria en oficinas del gobierno local.

Esto le aportó alguna experiencia y muchos contactos entre la gente de negocios. Un tiempo después abandonó el voluntariado y se hizo empleada, tras lo cual supo que existía un programa de autoayuda para la mujer a partir de un modelo de microfinanzas.

Según este esquema, un grupo de mujeres se reúne y cada una de ellas aporta una pequeña cantidad de dinero, luego el banco estudia su proyecto de negocio y decide si ofrecerles apoyo financiero con tasas de intereses subvencionadas.

A pesar de que cada una debía aportar una misma suma de 10 rupias -unos 15 centavos de dólares-, a Shantha se le hizo difícil sumar votos entre tantas mujeres nacidas y criadas en una zona rural y atrasada.

Tras dos años persuadiendo a vecinas y otras habitantes de su pueblo, logró armar su primer negocio, basado en la compra de vacas para producir y vender leche. “Hoy en día –asegura esta emprendedora-, el banco confía en nosotros más de lo que confía en la mayoría de los hombres del pueblo.”

Seguidamente, Shantha supo de la posibilidad de vincular a ‘sus mujeres’ al servicio de un fabricante de bolsas, con sede en la vecina ciudad costera Chennai.

Tras alquilar un sitio donde laborar y reclutar a un grupo responsable de trabajadoras, en poco tiempo esta líder empresarial había creado un negocio propio de empaquetado de bolsas. De la noche a la mañana, la vida de muchas mujeres indias del campo había sufrido un cambio notable.

En la actualidad, 26 mujeres trabajan en la unidad de envasado creada por Shantha, con un balance de 5.000 bolsas a la semana y la garantía de que estas mujeres tendrán su propia entrada económica, sin depender de hábitos machistas que suelen reducirlas a simples mujeres para el hogar.

De acuerdo con Manikandan, uno de los hijos de Shantha, esta trabajó muy duro para echar a andar sus proyectos. “Si mi madre no hubiera comenzado este grupo…, dudo que yo había terminado la escuela”, asegura este hombre.

La mujer de 53 años ha sido de las pocas que ha erigido una casa de concreto en medio de una zona rural muy pobre. Y lo que a nosotros puede parecernos una nimiedad, para su gente es más que un logro: televisor, ventilador, una estufa, una cama decente…

“Gracias a sus iniciativas, tuve la oportunidad de estudiar y de graduarme de ingeniería”, dice su hijo. “Ahora trabajo como oficial técnico en una empresa de renombre”.

La experiencia de esta mujer de armas tomar ha tenido repercusiones positivas. En otras aldeas cercanas el mismo banco le pidió que colaborara en la creación de nuevos grupos de féminas.

Entre otras funciones, en la actualidad Shantha también asesora a muchas mujeres de pueblos vecinos en el proceso de creación de microempresas. Su apoyo es medular para que el banco apruebe estas nuevas ideas y para que ellas entiendan cómo salir adelante.

Por eso nadie duda cuando Shantha afirma: “Estoy viviendo feliz y en paz”.