La lección que no aprendieron Peña Nieto ni Angélica Rivera
El diario británico The Guardian reveló que Angélica Rivera, la esposa del presidente Peña Nieto, utiliza en Miami un departamento de 2.05 millones de dólares y que se lo facilita la empresa Grupo Pierdant, aspirante a manejar puertos marítimos en México.
La nota en sí hace inevitable remitirse a la experiencia anterior en el que la primera dama se vio envuelta en escándalo por haber comprado a la empresa constructora Grupo Higa, consentida del presidente cuando fue gobernador del Estado de México, una casa en Lomas de Chapultepec, cuya secuela volvió a resonar con la disculpa que hace unas semanas ofreció el presidente Peña Nieto en el marco de la promulgación de las leyes que dan origen al Sistema Nacional Anticorrupción.
La Casa Blanca, de Las Lomas de Chapultepec, generó una controversia que aún no termina y habrá de continuar con la publicación del libro sobre este tema que incluye un prólogo de la periodista Carmen Aristegui. Ahora el lujoso departamento en Miami se suma a la secuela de las cosas buenas que parecen malas con lo que la imagen de Angélica Rivera y por extensión del presidente Peña Nieto y su familia, se ve afectada, deja la impresión de que no aprendieron la lección y descuidan los detalles de sus relaciones y la solicitud de los favores que piden o aceptación de las ofertas que les hacen.
Si un medio con The Guardian investigó a la esposa del presidente de México es porque existe un mercado que compra las noticias en las que figuran personalidades ligadas al espectáculo de la radio, el cine la televisión y la política, que con estas notas se vuelve espectáculo y los políticos actores, de manera involuntaria, juegan un papel teatral que convoca la imaginación de los lectores que en su mente recrean los paisajes, el lujo de los espacios, la comodidad, el disfrute de las albercas y la satisfacción que la enorme mayoría solo conoce en las películas.
No basta con que la oficina de comunicación de la Presidencia salga a decir que la señora Angélica Rivera no ocupa ese departamento en Miami, debe convencer a los que ven la evidencia de las fotografías en todos los medios (que han sido bastantes) que retomaron la historia y leen sus notas. La verdad planteada por el comunicado de presidencia difícilmente va a ser aceptada porque la credibilidad del presidente y su gobierno es baja y con este tipo de notas se acelera la caída de su popularidad.
No obstante, además de los evidentes intereses del diario británico, el hecho llama la atención porque pareciera que se trata de una campaña orquestada y financiada por algún interesado en quitar crédito al discurso presidencial y de su partido de que van a combatir la corrupción. Si con el escándalo de la Casa Blanca el prestigio interno y externo del presidente Peña Nieto, como político reformador, cayó, es previsible que con este nuevo capítulo la tendencia continúe, siga hasta el final de su mandato y sea capitalizado por sus adversarios en el contexto de la sucesión presidencial en el que el discurso del combate a la corrupción será el preferido de los partidos y del que se quiere apoderar el PRI, con la presencia de Enrique Ochoa que llega con la encomienda presidencial de hacer del tema una cruzada.
La promesa de los partidos de oposición de combatir la corrupción ya probó su eficacia, Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua son el ejemplo del fastidio de los ciudadanos que están cansados de los políticos y los gobernadores que se han enriquecido, los ciudadanos los han visto y ellos, instalados en el cinismo, lo niegan.
El compromiso de los partidos de combatir la corrupción, que el PRI también quiere para el discurso de su candidato a la presidencia, cuando sea destapado, exige el testimonio de la congruencia y esa aduana difícilmente la podrá pasar el gobierno de Peña Nieto y su partido que no podrán acreditarla. Lo que dicen es que combaten la corrupción, lo que se ve es que se benefician de los favores que sus “amigos” les brindan.
En la ley 3 de 3, tendrían que manifestar que tienen un conflicto de intereses, tanto funcionarios como empresarios, es el caso que de nuevo se ha convertido en un escándalo inmobiliario en el que, para su mala fortuna, otra vez sale “raspada” la primera dama. Cosas de la política y de la incansable disputa por el poder. La sucesión presidencial ya empezó.