De delincuente a estrella mundial de la ópera: la increíble historia de Ryan Speedo Green

A los 12 años Ryan Speedo Green estaba en una cárcel para menores en Virginia, confinado en solitario por una explosión de ira incontenible. La violencia lo había acompañado desde muy temprano.

La Ópera Metropolitana de Nueva York fue la gran inspiración de Ryan Speedo Green para dejar atrás su pasado violento. (Foto Getty Creative)
La Ópera Metropolitana de Nueva York fue la gran inspiración de Ryan Speedo Green para dejar atrás su pasado violento. (Foto Getty Creative)

Ahora, a sus 33 años, las tragedias los siguen acompañando, pero de manera muy distinta a cuando era considerado un delincuente juvenil: es miembro de la Ópera Estatal de Viena y ha actuado en los más selectos escenarios del canto en el mundo. Interpreta óperas en alemán, francés, inglés e italiano.

La voz de Ryan Speedo Green es considerada hoy un gran regalo. Tiene un registro excepcional que va desde el bajo hasta el barítono. Resuena impresionante en su papel de sacerdote en “Semiramide”, de Rossini, en el escenario de la Ópera Metropolitana de Nueva York.

Speedo le contó al programa “60 minutos” de la CBS el camino recorrido por aquel niño marcado por la violencia para llegar al estrellato como cantante lírico.

“Vivía en un parque de casas rodantes. Y luego en otra vivienda de bajos ingresos donde había una casa de crack junto a mí, que producía drogas para la ciudad. Fue duro. Tuve muchos problemas. Y muchos problemas de ira. Tuve una gran cantidad de explosiones de ira, frustración, que estaban sucediendo en ese momento”, contó al conductor del programa, Scott Pelley.

Aunque hoy es difícil imaginar a Ryan con explosiones de ira, hace 20 años su hermano y él fueron criados por una madre abusiva, a quien devolvió toda la violencia recibida. En cuarto grado sus actos violentos eran tan continuos e incontrolables que fue enviado a una clase para niños con graves problemas de conducta.

“En mi primer día de clase, entré y allí estaba una pequeña dama de pelo rubio rizado. Me senté en mi silla y le tiré mi escritorio. Le dije que una mujer blanca no me iba a enseñar. Pero ella en vez de echarme de la clase, como haría la mayoría de los maestros, me quitó la silla y dijo que podía aprender desde el piso”, recordó sobre la maestra Elizabeth Hughes, la primera persona en su vida de proponerse sacarlo de la espiral de violencia en que vivía.

“Creo que ella pensó de esta manera en todos los estudiantes con los que trabajó. En lugar de enviarme a casa y juzgar, en cambio me preguntó: ‘¿Está todo bien en casa? ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan enojado?’", respondió a la pregunta de por qué su maestra actuó de esa forma.

A partir de ese momento, la escuela se convirtió en un refugio para Ryan. Pero un día, tras una pelea familiar, les sacó un cuchillo a su madre y hermano mayor. Después de eso, fue llevado a un centro de detención de menores. Fue sacado de la casa con grilletes y esposas. Tenía 12 años.

Tocar fondo en solitario

Estuvo encerrado durante dos meses. La única voz que escuchó fue la de su maestra Hughes, quien lo localizó en el centro de detención y le dijo por teléfono: “No dejes que este momento te defina. Esto no te define a ti. Puedes ser mejor. Puedes hacerlo mejor".

“Me sentí tan avergonzado y tan enojado conmigo mismo por decepcionarla que tuve uno de mis mayores arrebatos en el centro de detención juvenil, donde terminaron poniéndome en régimen de aislamiento”, recordó Ryan.

Para él estar en esa celda fue el punto más bajo de toda su vida. “Cuando salí, esa fue mi motivación para nunca terminar en un lugar como ese”, aseguró.

Después Ryan encontraría también el apoyo de la trabajadora social del centro de detención juvenil, Priscilla Piñeiro-Jenkins, quien junto con su maestra de primaria y un sicólogo proporcionado por el estado de Virginia se encargaron de sacar adelante a aquel adolescente enojado y lleno de odio.

“Recuerdo que ella, a pesar de todo mi enojo, a pesar de todos mis arrebatos, todavía era amable conmigo. Todavía recuerdo que había una persona que era amable conmigo. Una persona que me mostró amabilidad. Y es un sentimiento increíble ver eso en la oscuridad”, dijo sobre Priscilla Piñeiro-Jenkins.

Seducido por la ópera Carmen

La vida de Ryan Speedo Green comenzó a cambiar poco a poco al salir de detención. Su familia se mudó a una nueva ciudad. Fue a otra escuela y encontró otros amigos. Comenzó a participar en otras actividades: el club latino, el coro, el equipo de fútbol.

“No tuve tiempo para discutir con mi madre, porque estaba pensando en estudiar para un concurso de preguntas latinas, o estaba en mi habitación, jugando con mi teclado, tratando de memorizar música para el concierto de mi coro al día siguiente”, recordó.

A los 15 años viajó a la ciudad de Nueva York y a la Ópera Metropolitana. Vio la ópera Carmen con la cantante Denyce Graves en el papel protagónico y quedó seducido para siempre.

“En ese momento de mi vida, pensé que la ópera era, como ustedes saben, para los blancos. Y el personaje principal, el papel principal era una persona que se parecía a mí, era una persona de color. Simplemente destruyó todas mis ideas preconcebidas de lo que pensé que era la ópera”, confesó a su interlocutor en “60 Minutos”.

Desde ese momento Ryan se enamoró de la música lírica. Le confesó a su profesor de canto en el coro que ya sabía lo que quería hacer en su vida: “Quiero cantar en el teatro de la Ópera Metropolitana”.

Para llegar hasta ese selecto escenario, Ryan tuvo que cumplir con una lista que le hizo su maestro de canto: se graduó de la escuela secundaria, fue a la universidad a estudiar música, aprendió a cantar en varios idiomas, terminó una licenciatura y una maestría en música. A los 24 años participó en un concurso de la Ópera Metropolitana para jóvenes cantantes, y venció a más de 1,000 concursantes.

Ryan Speedo Green tiene una voz con dimensiones que lo ubican en roles muy particulares. “Soy la voz del padre, de la persona que escuchas antes de que quieras ir a la cama. Soy a veces la voz de los dioses, de los demonios, del tipo que mata al tenor”, concluyó sonriente en su entrevista.