Escuelas exigen un código de vestido, pero la mascarillas son una “opción personal” en plena pandemia
En muchas escuelas en Estados Unidos existe una obsesión por aplicar códigos de vestimenta y apariencia que, en ocasiones, llegan a ser exageradamente severos y erosivos de las identidades culturales de los estudiantes, como por ejemplo los reglamentos que prohíben ciertos estilos o largos del pelo o el uso de velos como el hiyab musulmán.
Otras normas prohíben las faldas cortas o blusas con los hombros descubiertos en aras de promover, generalmente con fuertes dosis de machismo, una malentendida vía de promover la decencia femenina.
Ahora, como narró Annie Reneau en Upworthy, algunas escuelas en Georgia donde se han dado aglomeraciones de estudiantes, que no llevan mascarillas ni practican distanciamiento social, convirtiendo las escuelas en focos de alto riesgo de contagio de covid-19, no consideran que se deba hacer obligatorio la cobertura facial para protegerlos, a ellos y a su comunidad, de la pandemia.
Una foto de un pasillo escolar atestado de estudiantes, codo con codo y sin mascarillas, que se ha hecho intensamente viral en días recientes es una muestra de ello.
Day two at North Paulding High School. It is just as bad. We were stopped because it was jammed. We are close enough to the point where I got pushed multiple go to second block. This is not ok. Not to mention the 10% mask rate. pic.twitter.com/JKbGYqG9RS
— hannah (@ihateiceman) August 4, 2020
Incluso cuando en esa escuela y en otras en Georgia se han registrado ya casos numerosos de covid-19, muchas autoridades escolares siguen considerando que el uso de mascarilla es una “opción personal”. Algo que resulta un sofisma pues, en realidad, salvo las mascarillas avanzadas de uso médico como las N-95, la cobertura facial que se promueve entre la población no es para proteger a quien la lleva del contagio sino para evitar que personas ya contagiadas, y con frecuencia asintomáticas y por tanto ignorantes de que portan el coronavirus, contagien a otros de covid-19.
El llevar mascarilla es un acto colectivo para proteger a la comunidad, por lo que la única “opción personal” que se ejerce al no llevarla es la libertad de contagiar, es decir de esparcir el sufrimiento e incluso la muerte que acarrea la pandemia, y de ser contagiado.
En ese contexto, Reneau criticó la hipocresía que se da en escuelas y distritos escolares que consideran el uso de mascarillas como una “opción personal” mientras, en cambio, restringen la libertad de sus estudiantes en el vestir o la apariencia.
Es decir, decidir llevar o no llevar mascarilla es una “opción personal” aceptada, pero no lo es el llevar falda corta, una blusa que muestra los hombros o tener el pelo de cierta extensión. Esas decisiones, que en realidad no afectan a nadie más que a las actitudes trasnochadas, se imponen obligatoriamente pero no se hace lo mismo con una medida que puede salvar vidas y es un imperativo de salud pública, como es llevar cobertura facial en medio de una pandemia.
Reneau añadió en su crítica que algunas instituciones educativas exigen, por ejemplo, que los estudiantes tengan los zapatos puestos en todo momento, pero no una mascarilla, pese a que lo primero puede emitir olor desagradable y resultar antihigiénico pero lo segundo desata potencialmente una invasión de letal coronavirus contra el prójimo y uno mismo.
If school districts can force girls to cover their shoulders and send them home over the length of a skirt, they sure as hell can mandate that all students wear masks during an actual pandemic.
Looking at you, Georgia.— Annie Reneau (@MotherhoodnMore) August 6, 2020
Y, ante el dato científico claro de que el uso de mascarillas es clave para frenar contagios y salvar vidas, Reneau plantea que la resistencia a hacer su uso obligatorio en las escuelas no sería sino un desplante de tipo político-partidario. Algo que resulta inaceptable y peligroso si se considera que con lo que se juega es con la salud y la vida de comunidades enteras.
Y añade que mientras que el uso de las mascarillas tiene base científica, resulta insostenible considerar su uso una mera “opción personal” que defiende la libertad de los estudiantes, máxime cuando al mismo tiempo reglamentos escolares recortan continuamente, y no por cuestiones de salud, lo que los estudiantes pueden o no ponerse encima.
Al final, el uso universal de mascarillas es una herramienta eficiente para mitigar los contagios de coronavirus y, junto al distanciamiento social, son medidas que permiten una mayor reapertura de actividades.
Si no se frena la pandemia, y se incurre en conductas de alto riesgo, el covid-19 seguirá punzantemente activo y, si se agravase aún más, forzará nuevos cierres económicos y escolares, provocando en paralelo enorme enfermedad y muerte que pueden ser prevenidas.
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