La familia que fuma marihuana junta

Hace cuatro años, la familia Cecchi se estaba preparando para celebrar la cena del Día de Acción de Gracias, en Madison, Connecticut. Aquella tarde, justo antes de que sirvieran el pavo, Paige Cecchi, entonces una estudiante universitaria de 18 años, le lanzó “la mirada” a Lauren, su hermana mayor. “Entonces nos dimos cuenta de que papá también había captado ‘la mirada’”, dijo Paige refiriéndose a su padre, Mike, quien ahora tiene 66 años. “Y la tía Denise también la detectó”.

En silencio y para sorpresa de todos, casi la mitad de los invitados salieron al gélido patio, donde encendieron un porro y fumaron marihuana por primera vez todos juntos, como una familia. “Pasa, pasa, inhala”, así lo describe Mike. “Pasa, pasa, inhala. Todos nos miraban por la ventana”.

¿Con quién fumas? Se trata de un indicador que revela el nivel de aceptación social de la marihuana. Una encuesta realizada por Yahoo Noticias y Marist Poll refleja que encontrar a padres que fuman de forma recreativa con sus hijos es mucho más común de lo que pensamos, aunque no tan habitual como compartir una botella de vino.

Cuanto más jóvenes sean los hijos, menos probable es que esto suceda. De los padres encuestados, el 18% reconoció que consumían marihuana pero el 93% de ellos afirmaron que no fumaban delante de los hijos menores de 18 años. Sin embargo, el 47% de los padres con hijos adultos reconocieron consumir marihuana con y delante de sus hijos. Por otro lado, solo el 26% de los adultos confesaron haber consumido la droga con y delante de sus padres. Es probable que esta diferencia se deba a que ahora existe una mayor proporción de millennials que consumen marihuana en comparación con la generación de los baby boomers.

Así que aunque no es la norma, las familias que fuman juntas podrían representar un atisbo al futuro si sigue adelante la tendencia hacia la legalización y la aceptación. La encuesta revela que los estadounidenses que han probado marihuana tienen menos tabúes para hablar del tema con su familia y amigos.

“El ambiente es más relajado que cuando tenía su edad”, confesó Mike Cecchi refiriéndose al hecho de que no puede siquiera imaginarse compartiendo un porro con su padre cuando era un adolescente en la década de 1960, pero ahora lo hace regularmente con sus hijas. “Todavía persiste un estigma social en torno al tema porque la ley no ha cambiado en todas partes, pero está menos extendido que antes”. Según el sondeo, él es el típico representante de su generación ya que el 72% de los baby boomers asegura que sus padres ni siquiera hablaron con ellos sobre la marihuana, mientras que en la actualidad solo el 28% de los padres reconoce no haber hablado del tema con sus hijos.

Mike contó que comenzó a consumir marihuana en 1966, cuando tenía 18 años, y que desde entonces ha seguido consumiéndola, aunque se lo ocultó a sus hijos durante muchos años. Fumaba solo en el cuarto de baño y abría la ventana para que el olor se disipara. Mirando al pasado, sus hijas reconocen haber notado algunos indicios. El hermano mayor de Paige y Lauren fuma muy poco y no quiso ser entrevistado. Su madre, que según asegura la familia prefiere el vino en vez de la marihuana, también optó por mantenerse al margen.

Todo comenzó cuando Lauren, quien ahora tiene 28 años, notó que “cuando estaba en el instituto… e iba a una fiesta, encontraba a Mike fuera con la gente de la escuela”. Sin embargo, el momento decisivo fue cuando Paige, quien ahora tiene 23 años, se fue de vacaciones a Jamaica con sus padres mientras estudiaba en el instituto. Paige recuerda que hicieron un recorrido por la casa de Bob Marley y que “mi papá era el primero en la fila” que se formó en la tienda de cannabis que había allí. “En ese momento fue cuando comencé a pensar que él quizás consumía droga”. Sin embargo, no fue la primera en percatarse de que su padre consumía marihuana. El 62% de los estadounidenses que usan marihuana creen que sus padres han intentado consumirla al menos una vez.

Después del viaje a Jamaica, el consumo de Mike se convirtió en una especie de secreto en el hogar de la familia Cecchi. Les recordaba continuamente a sus hijos que poseer droga era, y sigue siendo, ilegal en Connecticut y que no debían conducir bajo los efectos de ninguna sustancia. Sin embargo, al mismo tiempo, “nos hacía felices saber que todos disfrutábamos del cannabis”, comentó Paige. “Pero nos lo guardábamos para nosotros”.

Mike coincide: “Nunca dije: ‘si la tengo, puedes tenerla’. Tenían que encontrar su propio camino”.

Otros padres mantienen el mismo principio “no preguntes, no digas”. Sin embargo, el 60% de los padres que consumen marihuana aseguran que sus hijos lo saben y el 72% de los consumidores adultos dicen que sus padres también lo saben.

“Hasta hace dos años, seguíamos diciéndoles a nuestros hijos que no nos drogábamos, una mentira un poco incómoda y, en cierto modo, hasta simpática”, comentó un abogado de Los Ángeles, padre de dos jóvenes universitarios que, al igual que muchos de los entrevistados para esta historia, pidió mantenerse en el anonimato ya que, aunque la posesión de marihuana se legalizó en California el día de las pasadas elecciones, temía un posible endurecimiento de la aplicación federal bajo la administración de Trump. “Era una farsa”.

La transición del silencio a la apertura varía de una familia a otra. En la familia Cecchi ese momento llegó cuando las hijas comenzaron a estudiar en el instituto y Mike les dijo directamente: “Sé lo que estás haciendo”, recordó Lauren. No intentó impedirles que fumaran, contó, pero dejó muy claro que debían hacerlo con cuidado. La regla de la familia era que debían devolver las llamadas telefónicas recibidas desde el móvil de la madre o el padre en un plazo de 15 minutos, esa fue la estrategia que los padres encontraron para supervisar la diversión de sus hijas. “Si papá te llamaba y estabas tan mal que no podías responder, habría sido el final”, comentó Lauren.

Paige, Mike y Lauren Cecchi. (Foto: Yahoo News)
Paige, Mike y Lauren Cecchi. (Foto: Yahoo News)

Para el abogado de Los Ángeles, el momento de la confirmación tuvo lugar cuando su hija, que iba al instituto, llegó una noche a casa “y me encontró fumando con un amigo”. Después de eso, se despedían con un guiño cada vez que ella salía por la noche.

“Si bebes, no conduzcas”, le advertía.

“No conduciré si bebo”, contestaba.

“Si fumas marihuana, no conduzcas”.

“No conduciré si fumo marihuana”.

“Si consumes cocaína, no conduzcas”.

“No consumo cocaína”.

El siguiente paso, padres e hijos fumando juntos, parece ser un límite mayor, lo demuestra el hecho de que la mayoría de los padres asegura no cruzar nunca esa línea.

“Cuando son pequeños, les dices que hay cosas que son solo para adultos”, explicó una madre de Colorado, quien tiene dos hijos jóvenes, que le han insinuado que les gustaría disfrutar de las drogas en familia. O al menos ella piensa que lo han insinuado ya que no ha permitido que la conversación prosiga lo suficiente como para estar segura. A pesar de que vive en uno de los cuatro estados donde el uso recreativo de esta droga es legal, ella sigue mostrándose reacia.

“Ahora son adultos, por lo que supongo que tendré que decir que hay cosas que son solo para los adultos mayores”, dijo. “No mantendría relaciones sexuales estando mis hijos en la habitación y tampoco me drogaría”.

“Sería extraño”, dijo sobre la posibilidad de fumar hierba con su familia un paciente de 30 años que consume marihuana medicinal, en la puerta del dispensario de “New England Treatment Access” en Brookline, Massachusetts. Es uno de los siete establecimientos de este tipo que actualmente operan en ese estado. Aunque sabe que sus padres han consumido marihuana de forma recreativa, no les ha comentado que posee una tarjeta de prescripción para la droga. No reveló el problema por el cual está usando la marihuana. No obstante, en Massachusetts existen pocas enfermedades que se puedan tratar con marihuana medicinal, aunque también hay un suministro destinado a cubrir “otras condiciones debilitantes determinadas por el médico registrado del paciente”. “No estoy seguro de que mi familia haya evolucionado lo suficiente como para fumar juntos”, dijo.

Para los Cecchi, la decisión de fumar juntos fue espontánea, cuando salieron al patio antes de la cena del Día de Acción de Gracias. “No fuimos solo nosotros”, reveló Mike, se sumaron tías, tíos y primos. “Habíamos muchos fuera, casi la mitad de los invitados de la fiesta”.

Ahora los miembros de la familia no solo consumen cannabis –aclararon que prefieren utilizar este término ya que tiene connotaciones más medicinales y menos “porreras”– cuando se reúnen, sino que están entrando juntos en el negocio del cannabis. Paige trabaja para ‘Women Grow’, un grupo que incita a las mujeres a poner en marcha negocios basados en el cannabis y también está desarrollando su propia línea de accesorios relacionados con el mundo de la marihuana. Lauren es diseñadora de bolsos y su línea incluye diseños que incorporan el símbolo de la planta de marihuana. Y Mike, cuya carrera ha estado relacionada con las ventas farmacéuticas, funge como asesor e inversionista.

En la familia del abogado de Los Ángeles no ocurrió así. Confesó que la idea de fumar en familia fue de su hija mayor. Su esposa mantenía una posición neutral y al inicio se mostró reacia, pero estuvo de acuerdo porque su hija creía que sería una experiencia que les permitiría estrechar lazos.

No fue así. “Al cabo de un corto período de tiempo nos dejó y empezó a salir con una amiga”, comentó. “Realmente no estaba tan interesada en experimentarlo con nosotros sino que más bien quería tacharlo de su lista de cosas por hacer antes de morir”.