La extraña y atípica condición de vivir con dos penes

Cirujanos practican un operación (Getty Images)
Cirujanos practican un operación (Getty Images)

Por Carlos González Nieto

A mediados del año 2006, un cable de la agencia Reuters informaba que un negociante hindú deseaba someterse a una intervención quirúrgica para que le extirparan uno de los dos penes con los que había nacido.

El hombre de 24 años, natural del estado de Uttar Pradesh, se había internado en un hospital de Nueva Delhi con una extraña anomalía congénita conocida como difalia o duplicación peniana. Su caso era especial porque se trataba de dos penes totalmente funcionales, algo raro dentro de la ya rara condición puesto que, en la mayoría de los casos, uno de los dos falos suele ser bastante rudimentario.

Aunque es probable que a más de un hombre en el mundo le gustaría tener dos penes, y tal vez a su pareja también, el hindú de marras declaró en aquel entonces al diario Times of India que él solo quería casarse y tener una vida sexual normal.

No obstante, existe un joven difálico en Estados Unidos, conocido en las redes como “Diphallic Dude” o también “DDD”, para quien su duplicidad de penes ha sido lo “normal” desde su infancia.

¿Cuántos difálicos habrá en el planeta?

La difalia es una condición tan extraña que solo incide en uno de cada 5 millones y medio de varones. Por ello no debe sorprender que a lo largo de la historia solo se hayan registrado 100 casos en todo el mundo, el primero de ellos reportado en el siglo XVI por el doctor suizo Johannes Jacob Wecker (1528-1586), quien además de médico fue filósofo y alquimista.

Desde entonces, la literatura médica ha dado cuenta de los escasos difálicos que han aparecido por los consultorios del planeta y que han servido en todo caso para categorizar la anomalía.

La difalia no es más que la consecuencia de una malformación de los genitales en la etapa embrionaria, más específicamente durante el primer mes de desarrollo del feto. Los resultados de este fallo en la gestación, ya sea por una lesión fuerte o por “estrés químico” de la madre, pueden ser de tres tipos: cuando hay dos falos con sus respectivos glandes, pero con una sola uretra; cuando uno de los dos penes no es un verdadero pene; y la difalia total, es decir dos falos completos con sendas uretras.

Este último era el caso del hindú de Nueva Delhi y también, mucho más reciente, de “Diphallic Dude” (“Chico Difálico”), quien ha causado revuelo en las redes y hasta ha escrito un libro sobre su historia.

Mis dos penes y yo

“Hola. Me llamo Double Dude, tengo 25 años y vivo con dos penes de 25 centímetros totalmente operativos”, dice este joven estadounidense en su página web y lo dijo también en la red social Reddit cuando se decidió a hablar de su caso.

Como era de esperarse, la curiosidad fue enorme y este dude, con decenas de miles de seguidores en Twitter (@DiphallicDude), se atrevió a escribir un libro con su historia, Double Header: My Life With Two Penises, que ha tenido récords de ventas en Amazon desde su publicación hace casi tres años.

Portada del libro “Mi vida con dos penes” escrito por DDD (Double Dicked Dude)
Portada del libro “Mi vida con dos penes” escrito por DDD (Double Dicked Dude)

El autor habla en el libro de sus poco ortodoxas vivencias con dos falos. “Mis padres me dejaron muy claro que no debería decirles a otros que tenía dos penes. Recuerdo a mi madre diciéndome que nunca jugara a los ‘médicos’ con mis amigos”.

Este difálico norteamericano ha guardado celosamente su identidad y solo se le conoce por sus apodos, ya que, como lo aseguró una vez en el programa Newsbeat de la BBC: “Mi vida nunca volverá a ser la misma si revelo mi identidad”.

Diphallic Dude teme convertirse en blanco de chistes o en una suerte de rareza de circo si se presenta abiertamente. Por eso ha asegurado: “A menos que yo vaya a tener sexo contigo, nunca sabrás que tengo dos penes”.

Al principio no fue fácil. “No quería que otros jóvenes tuvieran envidia o se sintieran mal porque ellos no tenían dos penes. No se me pasaba por la cabeza que me pudieran odiar porque yo tenía dos, o que fueran a pensar que yo era raro”.

Sin embargo y como era de esperarse, en algún momento ocurrió lo que tenía que ocurrir: sus compañeros descubrieron el “prodigio” y la primera chica con la que tuvo relaciones sexuales se llevó también su doble sorpresa.

Un cirujano observa las pantallas de un dispositivo denominado Focal One, durante una tumorectomía de próstata asistida por robot ultrasonido, el 10 de abril de 2014 en el hospital Edouard Herriot de Lyon, Francia (AFP | JEFF PACHOUD)
Un cirujano observa las pantallas de un dispositivo denominado Focal One, durante una tumorectomía de próstata asistida por robot ultrasonido, el 10 de abril de 2014 en el hospital Edouard Herriot de Lyon, Francia (AFP | JEFF PACHOUD)

De la aceptación a las 1.000 parejas

“Me hubiera gustado que mis padres me hubieran explicado claramente que la gente se burla de las cosas que no entienden. Siempre he tenido esto, esta es mi vida. Cuando miro hacia abajo, lo que veo me parece normal a mí”, explica Diphallic Dude y con ello se diferencia de aquel hindú que deseaba le eliminaran uno de sus penes para llevar una vida normal.

El autor de Mi vida con dos penes, en cambio, no contempla esa posibilidad y su difalia no ha sido para nada un escollo en su vida sexual. Todo lo contrario, “DDD”, como también se hace llamar, asegura que ha tenido más de 1.000 parejas y de paso se describe a sí mismo como “bastante bisexual”.

Al parecer, el mayor problema de este joven consiste –consistía, en realidad– en encontrar ropa interior adecuada, por lo que simplemente dejó de usar calzoncillos hace tiempo.

Diphallic Dude asegura sobre su dupla de miembros: “Ambos penes son completamente funcionales, puedo orinar y eyacular con los dos al mismo tiempo”.

Con todo y su vasto historial sexual y sus dotes naturales, con las que podría tal vez asegurarse un futuro como pornstar, DDD insiste en mantenerse incógnito: “Entrar en la industria del porno se me ha cruzado por la cabeza, pero no quiero ser una rareza. Mi dignidad no tiene precio”.