La crianza positiva contrarresta el impacto de la pobreza en el cerebro

(Reuters Health) - Un estilo de crianza positiva protegería a los niños del efecto negativo en el cerebro de crecer en la pobreza, afirma un equipo de Australia. Con imágenes por resonancia magnética (MRI) e indicadores educativos, los autores identificaron diferencias en el cerebro de los niños que crecían en entornos con más privaciones. Pero aquellos con padres contenedores tenían un desarrollo cerebral similar a los niños sin tantas carencias. "Sabemos por la ciencia social que crecer en un entorno social y económico con privaciones es nocivo para el desarrollo. Estamos tratando de comprender cómo eso afecta a los niños y qué hacer", dijo el autor principal, Nick Allen, profesor de psicología de la Universidad de Oregon y la Universidad de Melbourne. Su equipo analizó información de 166 adolescentes, de entre 11 y 20 años, de Melbourne que estaban participando de un estudio más grande. A todos se les hizo hasta tres MRI al inicio, la mitad y el final de la adolescencia, además de revisar el barrio y la familia, el éxito educativo y las características de los padres (educación, ingresos y nivel socioeconómico familia) en un barrio de unas 250 viviendas. Los autores observaron las reacciones verbales y no verbales mientras los adolescentes y sus madres participaban de dos interacciones durante 20 minutos para planificar tareas o resolver problemas. La conducta de los padres era positiva cuando incluía comentarios de aprobación, validación y afecto. El equipo observó que las características económicas del barrio, pero no de la familia, estaban asociadas con diferencias en el desarrollo cerebral entre el comienzo y el final de la adolescencia. Los niños con más desventajas tenían una actividad diferente a la de otros niños especialmente en los lóbulos temporales del cerebro, lo que podría influir en el estrés, la memoria y el lenguaje, según publica el equipo en JAMA Psychiatry. Pero la crianza positiva parecía moderar los efectos negativos de la pobreza, en especial en la región del cerebro conocida como amígdala, que posee un papel clave en la regulación de las emociones. En cambio, crecer en un barrio pobre con una crianza poco positiva estuvo asociado con un aumento de las chances de que los niños abandonaran la escuela, sobre todo en los varones. FUENTE: JAMA Psychiatry, online 21 de junio del 2017