La comida “orgánica” es peor para nuestro planeta

Esquema de las diferencias en uso del suelo entre la agricultura tradicional y la “orgánica”. Yen Strandqvist/Chalmers University of Technology
Esquema de las diferencias en uso del suelo entre la agricultura tradicional y la “orgánica”. Yen Strandqvist/Chalmers University of Technology

El debate sobre si nuestro planeta da para sostener a toda la población cada vez se hace más importante. ¿Qué es más sostenible, la agricultura orgánica o la tradicional? ¿Tenemos suficiente planeta para sobrevivir nosotros, pero dejarle opciones a las generaciones futuras? Un nuevo estudio enfoca esta misma idea, pero con una manera novedosa de enfocarlo.

Los datos en los que se basa el artículo no son nada optimistas. El planeta no da a basto para toda la población, y la agricultura orgánica no sólo no soluciona el problema de la sostenibilidad, si no que lo hace peor: en términos generales, se necesita mucho más terreno para obtener las mismas cosechas orgánicas que por medios tradicionales.

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Pero claro, comparar las cosas “a lo bruto” igual no es la mejor opción. Hay que encontrar métodos que permitan hacer los cálculos de manera adecuada. Lo que se propone en este estudio es analizar lo que han llamado “coste de oportunidad en carbono”.

Para poder ampliar los cultivos, hay dos soluciones – en realidad alguna más, pero para entendernos dejémoslo en dos. La primera es fertilizar los campos, tal como se hace en la agricultura tradicional. La alternativa es ampliar la superficie de cultivo.

En la agricultura orgánica se opta por el segundo enfoque. Que no sale medioambientalmente gratis, claro. Las superficies que se ocupan con cultivos no se crean de la nada, se tienen que “robar” a los terrenos cercanos.

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Para conseguirlo, se deforesta. Y al hacerlo, se liberan a la atmósfera toneladas de carbono que estaban fijadas como materia vegetal. El cálculo de cuánto carbono se libera a la atmósfera al deforestar para ampliar superficie de cultivo es lo que han llamado “coste de oportunidad en carbono”

Se trata de una forma novedosa de calcular el impacto de la agricultura. Y es novedosa porque hasta ahora no se realizaba, no porque no se tuviese la ciencia que lo respaldase, si no porque faltaban métodos para calcularlo de manera simple y factible.

Este artículo no va a cerrar el debate. Probablemente, ni siquiera lo reduzca o simplifique. Pero al menos contamos con una medida objetiva y relativamente fácil de enfocar el problema desde la ciencia.