La ciudad que aspira a ser la capital de la inteligencia artificial en el mundo

Cuando el viajero deja atrás el aeropuerto Pierre Elliott Trudeau, nada le sugiere que ha llegado a una urbe con vista al futuro. Las autopistas, salpicadas de grietas y conos anaranjados, el paisaje mediocre, cubierto por el gris de las obras de construcción, la ausencia de un hito de belleza… Ni siquiera el perfil del centro, donde se elevan un puñado de discretos rascacielos, promete.

El discreto perfil de Montreal disimula la visión futurista de la ciudad (JasonParis – Flickr CC)
El discreto perfil de Montreal disimula la visión futurista de la ciudad (JasonParis – Flickr CC)

Montreal es la aglomeración urbana más importante de Quebec y la segunda en Canadá, detrás de Toronto. Aquí se celebraron unos Juegos Olímpicos y antes una Exposición Universal. En Norteamérica la han conocido desde hace muchos años por su joie de vivre, en especial cuando al sur de la frontera rigen ciertas prohibiciones. Sin embargo, la métropole ha guardado con celo uno de los atractivos que podrían lanzarla a la cúspide la economía de este siglo.

El observador menos distraído por los lugares comunes del turismo, notará un dato fundamental para entender el destino promisorio de Montreal. Cuatro universidades, dos francófonas y dos anglófonas, expanden sus edificios por el centro y los alrededores. Al sur del río San Lorenzo, en la vecina Longueuil, otro campus completa la vibrante vida académica.

La apuesta por el conocimiento ha sentado las bases del despegue. Y ahora algunos en la ciudad sueñan con convertirla en el Silicon Valley canadiense.

Yoshua Bengio (segundo de derecha a izquierda) es considerado uno de los padres del aprendizaje profundo (Steve Jurvetson – Flickr CC)
Yoshua Bengio (segundo de derecha a izquierda) es considerado uno de los padres del aprendizaje profundo (Steve Jurvetson – Flickr CC)

El premio a la perseverancia

Yoshua Bengio empezó a investigar el tema del aprendizaje profundo (deep learning) en los años 80. En esa época muy pocos en la academia creían que la inteligencia artificial (IA) sería capaz de remedar casi a la perfección el pensamiento humano. Parecía entonces un tema de ciencia ficción, condenado a la literatura y el cine.

Pero Bengio, un francés que hizo sus estudios superiores en la Universidad de McGill, persistió en su empeño de desarrollar ese campo. En las últimas tres décadas reunió pacientemente a varias de las más brillantes inteligencias en el área de las ciencias de la computación. En su laboratorio de la Universidad de Montreal fundó el MILA (Montreal Institute for Learning Algorithms), el núcleo de lo que se convirtió luego en la mayor comunidad de investigadores de IA en el mundo. Cuando el interés por ese conocimiento despertó, Bengio y otros colegas instalados en esta ciudad canadiense contaban con la experiencia y los recursos humanos para aprovechar la oportunidad.

El diluvio de inversiones en las universidades de Montreal despeja cualquier duda. El año pasado Google anunció un financiamiento de 4.5 millones de dólares canadienses (3.3 millones USD) para apoyar las investigaciones del MILA. Mientras, el gobierno federal acordó 213 millones de dólares canadienses (158 millones USD) a tres de las universidades de Montreal con el objetivo de fortalecer el núcleo de aprendizaje sobre la IA y los macrodatos (big data). Por su parte, en su presupuesto 2016-2017 el gobierno de Quebec asignó 50 millones de dólares canadienses (37 millones USD) también al desarrollo de la IA en la provincia.

Montreal puede vanagloriarse de su “ecosistema” de desarrollo en estas tecnologías. Además del MILA, en la ciudad operan el IVADO (Institute de valorisation des données), que explora las aplicaciones industriales de la IA, y Element AI, una startup fundada por Bengio y el también investigador Jean-François Gagné, dedicada a la comercialización de la IA. Esta última fue la primera compañía en recibir una inversión de Microsoft Ventures, la firma de capital de riesgo del gigante tecnológico estadounidense.

La Universidad de Montreal, uno de los núcleos de las investigaciones sobre IA (abdallahh – Flickr CC)
La Universidad de Montreal, uno de los núcleos de las investigaciones sobre IA (abdallahh – Flickr CC)

Un futuro prometedor y amenazante

El aprendizaje profundo aspira a crear programas informáticos capaces de imitar el funcionamiento del cerebro humano. Mediante el despliegue de redes de “neuronas”, similares a las que articulan el pensamiento, las máquinas dotadas de inteligencia artificial podrían resolver problemas complejos sin necesidad de ser programadas paso a paso para repetir operaciones determinadas. Al analizar patrones detectados en grandes volúmenes de datos, esta tecnología podría hacer que los programas aprendan casi como una persona.

Las aplicaciones ya han comenzado a integrarse al mundo real. Desde traductores, automóviles autónomos y cámaras inteligentes hasta usos en el tratamiento de enfermedades mentales, un campo donde la Universidad de McGill exhibe una reputación mundial. Pero en un futuro no muy distante la IA podría invadir prácticamente todos los sectores de la vida cotidiana y provocar un terremoto en el mercado de trabajo.

Solo en Canadá se estima que el 40 por ciento de los empleos corren el riesgo de desaparecer en las próximas dos décadas, remplazados por soluciones tecnológicas. Según un reporte del World Economic Forum, 7,1 millones de puestos de trabajo se perderán antes de 2020 en 15 de las naciones más industrializadas del planeta, entre ellas Estados Unidos, México y Brasil, debido a la irrupción de nuevas tecnologías.