La actriz porno Stormy Daniels cuenta su versión de las intimidades y flaquezas de Trump
La relación entre el entonces magnate de los bienes raíces y los reality shows, Donald Trump, y la actriz porno Stormy Daniels habría sido un affaire más duradero y complicado de lo que hasta ahora se suponía. Eso, al menos, a juzgar por las afirmaciones que ella realiza en su libro de memorias, titulado Full Disclosure (algo así como Revelación total), que aunque no estará disponible sino hasta el 2 de octubre ya ha comenzado a desatar escándalo y controversias.
En principio, lo más sensacional de su historia ha sido su afirmación de que tuvo sexo con Trump, aunque ella en lo personal, al menos en su libro, deploró que eso hubiese sucedido. “¿Tuve sexo con eso?, me he dicho a mí misma”, se cuestionó Daniels para luego añadir que su encuentro sexual con Trump habría sido “el menos impactante que yo he tenido, aunque claramente él no comparte esa opinión”.
Otras afirmaciones mezclan una curiosa intimidad con la política. En el libro, Daniels cuenta que en 2007, cuando ella y Trump veían juntos en un hotel un programa de TV de la serie Shark Week (dedicada a los tiburones), él recibió una llamada de Hillary Clinton en la que discutieron, según Daniels, sobre la competencia por la candidatura presidencial demócrata que Clinton libraba entonces contra Barack Obama.
Según el relato del periódico The Guardian, que obtuvo una copia de ese libro, Daniels dijo que mientras veían la TV “para hacer todo aún más loco, Hillary Clinton llamó”. Y añadió que Trump y Clinton “tuvieron toda una conversación” sobre la contienda electoral y que él incluso aludió a lo que llamó “nuestro plan”, pero no dio detalles al respecto.
En realidad, según Daniels, “incluso mientras estaba al teléfono con Clinton su atención regresaba a los tiburones” del programa de televisión.
Los dichos del libro de Daniels ciertamente no acaban allí. Por lo que se ha revelado, van desde descripciones caricaturescas de los genitales de Trump -“como el personaje del hongo de [el videojuego] Mario Kart”- hasta afirmaciones de que él le habría ofrecido incluirla en su programa The Apprentice e incluso hacer trampa para que ella avanzara en el show.
“Encontraremos la manera de que tengas los retos por adelantado”, le dijo Trump a Daniels en relación a los desafíos que los participantes en el citado programa tenían que realizar. “Y podemos idear tu técnica”, le habría dicho Trump a la actriz.
Trump ha negado haber tenido sexo con Daniels y, por lo que se sabe, las afirmaciones sobre lo que ambos hablaron no pueden ser corroboradas de modo independiente, al haber sido conversaciones entre ellos. Pero el propio abogado de Trump, Michael Cohen, declaró en el marco de un proceso judicial en su contra que Trump lo instruyó para pagar el silencio de la actriz porno. Cohen en efecto pagó 130.000 dólares a Daniels en 2016 para que no contara detalles de su relación con Trump.
En todo caso, Daniels cuenta, por ejemplo, que por un tiempo contestaba las llamadas que le hacía Trump con la esperanza de que él cumpliera su promesa de incluirla en The Apprentice, lo que no sucedió. Pero ella creyó por un tiempo que “él iba a hacer que yo hiciera trampa y era 100% su idea”.
Las memorias de Daniels en Full Disclosure no son exclusivamente sobre Trump, aunque es ciertamente la implicación en ellas del hoy presidente estadounidense lo que ha puesto a ese libro en primera línea de la opinión pública. Daniels habla también de su niñez y su juventud afectadas por la pobreza y el abuso sexual y sobre cómo logró impulsar su carrera como bailarina de striptease y luego como actriz en películas pornográficas.
Su encuentro con Trump, con todo, sería presumiblemente un momento de quiebre en su vida. Ella narra que lo conoció en un torneo de golf en 2006 y que uno de sus guardaespaldas le dijo que el entonces magnate la invitaba a cenar. “Él llevaba una gorra roja”, contó Daniels, una descripción que coincide con una foto de ella con Trump que ha circulado en redes sociales.
Allí habría empezado, según Daniels, su affaire con Trump (que ya estaba casado con Melania) pero tras cierto tiempo el asunto se enfrió y posiblemente no habría trascendido (en el supuesto de que lo que ella cuenta sea cierto) si Daniels no hubiese decidido contarlo antes de las elecciones presidenciales de 2016.
De acuerdo a The Guardian, ella al principio no creyó que Trump fuera a avanzar en la contienda presidencial de 2016 e incluso comentó, según el citado libro que, “él ni siquiera quería ser presidente”. Pero en algún momento, cuando Daniels consideró hablar públicamente sobre su relación con Trump, sopesó los impactos que ello tendría en su vida y en la de su hija y, se infiere de la reseña de su libro en el citado periódico, por ello al final habría aceptado el pago de 130.000 dólares a cambio de su silencio.
Pero Daniels concluye que, en todo caso, “las cartas han estado siempre barajadas en mi contra… Yo soy dueña de mi historia y de las elecciones que realicé”.
No ha habido hasta el momento, de acuerdo a varios medios, comentario oficial de la Casa Blanca en relación a la publicación ni a las afirmaciones del libro de Daniels, pero Full Disclosure ya ha creado una suerte de vendaval mediático.
Y aunque mucho de lo que se ha dicho al respecto se ha focalizado en los comentarios de Daniel sobre el sexo de Trump, de lo que se ha revelado del libro eso no sería en realidad lo más punzante en términos generales. Es, en cambio, la noción de que el presidente sería un individuo dispuesto a la mentira y a la trampa, incluso en su propio y afamado programa de TV, o de que tenía más interés en un documental de tiburones que en una discusión con Clinton sobre una elección crucial ante Obama, lo que deteriora la imagen del hoy presidente al presentarlo como una persona tramposa y frívola.
Incluso, según añade The Guardian en otra de sus revisiones de Full Disclosure, Daniels consideró que Trump era una persona muy insegura, algo que “he encontrado que sucede mucho con personas con dinero que no lo ganaron ellos mismos”. Y, para redondear, ella cuenta que Trump consideraba que su pelo “es lo mío, es mi marca” y que en su baño “sus cortauñas y pinzas [para el manicure] eran de oro”.
Ciertamente, muchos minimizarán la importancia del libro de Daniels y, en defensa de Trump, responderán que se trata de pura ficción malintencionada e ideada para ganar mucho dinero. Pero en todo caso, la cauda de libros y otras revelaciones que retratan a Trump como una figura incompatible con la investidura presidencial, sumida en el caos e incluso riesgosa para la institucionalidad y la seguridad nacional han pululado con intensidad.
En el fondo, queda a juicio del lector si dar credibilidad o no a los dichos de Daniels. Lo cierto es que la controversia y la crítica en torno a Trump, y la defensa del presidente que se hace desde su entorno, son enormes justo cuando el país acelera rumbo a las elecciones intermedias de noviembre. Tenga tono de memoria íntima o filos políticos y al margen de su veracidad o su falacia, el libro de Daniels evidentemente busca producir jugosas ventas y se publica en un punzante contexto electoral, que muchos, al parecer incluso el propio presidente, entienden como una suerte de referéndum hacia Trump.