Löfven, un superviviente derrotado por la compleja situación política sueca

Copenhague, 21 jun (EFE).- Stefan Löfven, convertido este lunes en el primer jefe de Gobierno sueco en ejercicio en ser derrocado por una moción de censura, ha exhibido una capacidad de supervivencia única, pero ha acabado cayendo por la situación política compleja existente en la última década.

En sus siete años como primer ministro ha roto la política de bloques vigente desde 2004 y ha sobrevivido a varias crisis y mociones en contra, gracias a su habilidad negociadora y al aislamiento al que ha estado sometido el ultraderechista Demócratas de Suecia (SD), tercera fuerza parlamentaria.

Pese a llegar en 2012 a la dirección del partido sin experiencia parlamentaria ni ministerial previas, este soldador de profesión con dos décadas de trayectoria en el movimiento sindical ha exhibido sabiduría y pragmatismo para moverse en la política al alto nivel.

Si en su primera legislatura Löfven (Estocolmo, 1957) aprovechó el rechazo del resto de partidos a pactar con el SD para asegurarse el apoyo de los excomunistas y el consentimiento del centroderecha para gobernar en minoría con los ecologistas, en la segunda volvió a salir ganador en condiciones aún más complicadas.

Tras cuatro años difíciles con amenaza de elecciones anticipadas, varias mociones de censura, crisis que provocaron salidas forzadas de ministros y proyectos de ley tirados abajo por la oposición, Löfven llegó debilitado a las elecciones legislativas de 2018.

Aunque obtuvo el peor resultado de la historia de su partido con el 28,3 %, mejoró los peores pronósticos, ganó las elecciones y, sobre todo, se vio favorecido por que el bloque de izquierda lograse un escaño más que la Alianza de centroderecha.

En cuatro meses de negociaciones y votaciones fracasadas en la Cámara, Löfven actuó con sangre fría y repitió siempre un mensaje: el único gobierno posible para aislar a la ultraderecha era uno nacido de un pacto entre los bloques y encabezado por el líder del partido más votado.

Así atrajo a centristas y liberales, a costa de acordar reformas del mercado laboral y régimen de alquileres que la Izquierda marcó como "líneas rojas" y que al final han provocado su caída dos años y medio después, constatando la debilidad de un ejecutivo con solo un tercio de los escaños y aliados enfrentados entre sí.

Aunque nacido en Estocolmo, Löfven creció en Sollefteå, norte del país, adonde lo llevó la familia que lo acogió a los diez meses, ya que su madre natural no pudo hacerse cargo de él: tardó más de veinte años en reencontrarse con ella y con su hermano mayor.

Tras acabar el instituto, se matriculó en la Escuela Superior de Administración Pública, pero abandonó los estudios al año y medio y trabajó en correos y un aserradero antes de entrar como soldador en una fábrica de material militar, donde permaneció hasta 1995.

A principio de la década de 1980 inició su carrera sindical, que en 2005 lo llevó a la presidencia del poderoso IF Metall, estrechamente ligado a la socialdemocracia.

Fue entonces cuando entró en la cúpula de una formación en caída libre desde la derrota del ex primer ministro Göran Persson en 2006, que no pudieron frenar sus sucesores, Mona Sahlin y Håkan Juholt, pero sí él, que supo unir al partido y aguantó el temporal.

Su origen sindicalista no se ha notado mucho en su política, lastrado también por la falta de una mayoría de izquierda: la línea económica no ha sufrido cambios significativos y, en inmigración, pegó un giro a la derecha a raíz de la crisis de refugiados vivida en 2015, que puso fin a la tradicional generosa línea sueca.

Su segunda legislatura ha estado marcada también por la pandemia de coronavirus, en la que línea más laxa impuesta por las autoridades sanitarias suecas y sus peores números en contagios y muertes que el resto de países nórdicos han generado polémica, más en el extranjero que dentro de Suecia.

La derrota en la votación de este lunes y el hecho de que al menos tres fuerzas de la derecha estén dispuestas a gobernar con los votos del SD parecen alejar del poder a Löfven, que deberá sacar a relucir de nuevo sus dotes para la negociación si quiere permanecer en el poder y no tener que convocar elecciones anticipadas.

(c) Agencia EFE