Líderes polacos esperan que la defensa de un papa muerto los lleve a la reelección

VARSOVIA, Polonia — Luego de un año de cooperación, cada vez más estrecha entre Polonia y Estados Unidos para garantizar el flujo de armas occidentales hacia Ucrania, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia convocó el mes pasado al embajador de Estados Unidos en Varsovia para hablar de un asunto urgente: un documental de televisión sobre un papa finado, Juan Pablo II.

El documental, que ahonda en la respuesta negligente ofrecida por el pontífice nacido en Polonia respecto al abuso sexual de niños por parte de sacerdotes en Polonia durante las décadas de 1960 y 1970, había sido transmitido por un canal de televisión en idioma polaco de propiedad estadounidense, TVN24.

El documental no tiene ninguna relación con la guerra que se libra en la nación vecina de Ucrania, pero podría influir en gran medida en un asunto de gran importancia para el partido gobernante de derecha en Polonia: cómo mantenerse en el poder.

El partido Ley y Justicia, que afrontará elecciones generales a finales de este año en medio de una inflación vertiginosa y una aflicción generalizada causada por la economía, ha aprovechado el documental y la indignación que causó entre muchos católicos polacos. El partido se vende a sí mismo como un intrépido defensor de un venerado héroe nacional, a quien la Iglesia católica declaró santo, aunque eso signifique increpar a Estados Unidos, un aliado cercano de Polonia y garante de su seguridad.

Desde hace semanas, la enorme molestia causada por el documental, amplificada a un volumen ensordecedor por la maquinaria mediática del partido gobernante, ha dominado los ciclos de noticias en Polonia. El domingo pasado (Domingo de Ramos y aniversario de la muerte de Juan Pablo II en 2005), políticos conservadores y miles de personas comunes y corrientes marcharon por Varsovia para protestar contra lo que los medios de comunicación controlados por el Estado han presentado como un ataque de traidores herejes contra un hombre calificado como “el polaco más destacado de nuestra historia” por el presidente de Ley y Justicia.

El furor ha dado pie a un gran impulso de los pronósticos electorales del partido gobernante, según Ewa Marciniak, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Varsovia. “Ha distraído la atención de los problemas económicos como la inflación y la ha centrado en los valores relacionados con Juan Pablo II”, dijo.

A diferencia de sus oponentes, inmersos en una disputa entre centristas, liberales que apoyan el libre mercado y, a menudo, progresistas anticlericales, Ley y Justicia “sabe exactamente quiénes son sus votantes” y cómo movilizarlos, puntualizó Marciniak.

TVP, una emisora estatal controlada por el partido, respondió al documental de TVN24 con la adición de extractos de las homilías papales de Juan Pablo, como una especie de homenaje reverencial, al final de su boletín de noticias que es visto todas las noches por muchos televidentes. Se proyectó una imagen gigante de él en la fachada del palacio presidencial de Varsovia. El banco central emitió billetes con la imagen de Juan Pablo II y el Parlamento aprobó una resolución que denuncia la “vergonzosa campaña mediática” en su contra.

Aun así, Marciniak aseguró estar sorprendida de que el Ministerio de Relaciones Exteriores hubiera llegado al extremo de llamar al embajador de Estados Unidos, Mark Brzezinski, para quejarse de un documental de televisión. Eso, dijo, fue un “paso en falso vergonzoso”, aunque hubiera sido una manera de proclamar la lealtad del gobierno a la memoria del Papa.

Inicialmente, el ministerio dijo que había “convocado” al embajador para hablar sobre lo que calificó como acciones de una emisora que “son idénticas a los objetivos de la guerra híbrida” y corren el riesgo de “crear divisiones y tensiones en la sociedad polaca”. Acusado de anteponer la política interna a una relación exterior vital, el ministerio pronto modificó su declaración para decir que simplemente había “invitado” al embajador.

Ned Price, un portavoz del Departamento de Estado, se negó a detallar lo que le dijeron a Brzezinski y solo dijo que “el embajador estaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores para conversar”.

TVN24, el popular canal privado que transmitió el documental, es propiedad de Warner Bros. Discovery y ha estado durante mucho tiempo en la mira de Ley y Justicia, que, desde que llegó al poder en 2015, ha convertido el sistema de teledifusión pública de Polonia en un megáfono muy partidista y ha manifestado su molestia con los medios de comunicación independientes que están fuera de su control.

Desestimando las quejas de Washington, el partido gobernante y sus aliados aprobaron una ley en 2021 que restringía la propiedad extranjera en los medios polacos. Pero la iniciativa fracasó cuando el presidente polaco, Andrzej Duda, rompió relaciones inesperadamente con su partido y usó su poder de veto para bloquear la ley. Polonia, explicó, no podía permitirse el lujo de destrozar su reputación entre los aliados como “una nación honorable”.

Empujada al centro de atención por la guerra en Ucrania y su papel como ruta de tránsito indispensable para muchas de las armas que se utilizan contra las fuerzas rusas, Polonia se ha deleitado en los últimos meses por la atención y aprobación que ha recibido del extranjero. El presidente Joe Biden ha visitado Varsovia dos veces desde que Rusia comenzó su invasión a gran escala, y ha elogiado a Polonia por recibir a millones de refugiados ucranianos y por brindar un sólido apoyo a los esfuerzos de Ucrania para hacer retroceder a los invasores rusos.

Sin embargo, el nuevo papel de Polonia como un importante actor geopolítico no ha aumentado las probabilidades de que se amplíe la estrecha visión política del partido.

“Para Ley y Justicia, absolutamente todo, incluso la política exterior, está subyugado a los juegos políticos internos”, declaró Jakub Majmurek, un destacado comentarista de medios sobre la política y la cultura polacas.

Majmurek explicó que nadie es más capaz en estos juegos que el presidente del partido, Jaroslaw Kaczynski, un solitario soltero de 73 años que vivió con su madre hasta su muerte hace una década.

Kaczynski ha sido muy hábil para identificar los problemas clave que unen a la base conservadora, predominantemente religiosa y rural de su partido, y que resultan sorpresivos para sus oponentes. En 2019, Duda parecía estar a punto de zozobrar en su campaña de reelección, hasta que Ley y Justicia tildó a su rival, el alcalde liberal de Varsovia, de defensor de los derechos LGBTQ y presentó la elección como un referendo sobre los valores cristianos tradicionales. Duda ganó.

El documental sobre Juan Pablo ha brindado una nueva oportunidad para impulsar más que nunca las guerras culturales de Polonia. Si bien el mal manejo del abuso sexual clerical durante su papado ha sido objeto de un duro escrutinio en los últimos años, el documental analiza su historial menos conocido como arzobispo de Cracovia de 1964 a 1978, cuando Polonia era un Estado satélite soviético bajo el firme control de Moscú.

El mes pasado, unos días después de que el canal de televisión emitió su documental, un periodista holandés, Ekke Overbeek, echó leña al fuego de la guerra cultural de Polonia con la publicación en polaco de un libro titulado “Maxima Culpa. Juan Pablo II lo sabía”. El libro, basado en material de los archivos policiales de la era comunista (los archivos de la Iglesia católica en su mayoría están cerrados) y entrevistas, detalla casos en los que, según informó, Juan Pablo II encubrió el abuso de menores por parte de sacerdotes durante su periodo de arzobispo en Cracovia.

Kaczynski denunció las preguntas sobre el manejo de los abusos por parte del Papa como “manipulaciones repugnantes” y una “campaña sin precedentes de insinuaciones y calumnias en contra de San Juan Pablo II” por parte de izquierdistas cuyo objetivo es “destruir los valores tradicionales” y “construir un nuevo mundo sobre sus ruinas”.

c.2023 The New York Times Company