Mientras líderes caribeños debaten sobre Haití, la violencia de las pandillas tiene una nueva víctima: un hospital rural

Tres semanas después de la muerte de siete policías en un ataque contra una comisaría rural en el Valle haitiano Artibonito, las repercusiones aún se dejan sentir.

La última víctima: el principal centro de salud de la región.

El Hôpital Albert Schweitzer en Deschapelles, que atiende a más de 700,000 personas en las regiones del Valle de Artibonitp y la Meseta Central, suspendió sus operaciones y puso en marcha un plan de emergencia en el que solo acepta casos de urgencia vital.

“Durante los últimos 67 años, nuestro hospital ha superado muchos retos en Haití y nunca, nunca hemos tenido que cerrar las puertas, pero hoy nos enfrentamos a un desafío sin precedentes y, sin una fuerza de seguridad pronto, es posible que tengamos que cerrar nuestras puertas y suspender nuestras operaciones”, le dijo Jean Marc de Matteis, presidente ejecutivo del hospital, a Miami Herald.

El aumento de la violencia de las pandillas y de los secuestros, que se ha extendido incluso a las comunidades rurales del Valle de Artibonito, al norte de la capital, donde se cultiva arroz, está paralizando el funcionamiento cotidiano de la asistencia médica. Dos estaciones de Policía, una en la ciudad de Verettes y otra en Liancourt, donde ocurrieron los ataques mortales del 25 de enero, fueron abandonadas y no tienen presencia policial. Como consecuencia, pandillas armadas deambulan por las calles, obligando al hospital a dar el alta a cualquiera de sus 140 pacientes hospitalizados porque no hay otras instalaciones en donde acogerlos y las carreteras son inseguras y están bloqueadas. Incluso los trabajadores se han visto obligados a dormir en las instalaciones.

“Haití siempre ha sido un lugar difícil para trabajar, pero, desde el asesinato del presidente del país en 2021, la situación no ha dejado de empeorar y ahora está completamente fuera de control. Las autoridades locales simplemente no tienen la capacidad de restablecer el orden”, dijo deMatteis. “Es necesario restablecer la seguridad básica y establecer corredores humanitarios para poder atender a los más vulnerables”.

El Hôpital Albert Schweitzer en Deschapelles, Haití, que atiende a más de 700,000 personas en las regiones del Valle Artibonite y la Meseta Central, suspendió recientemente sus operaciones.
El Hôpital Albert Schweitzer en Deschapelles, Haití, que atiende a más de 700,000 personas en las regiones del Valle Artibonite y la Meseta Central, suspendió recientemente sus operaciones.

La violencia generalizada de las pandillas en Haití continúa mientras los líderes caribeños se reúnen en Bahamas para celebrar su 44ta cumbre, que comenzó el miércoles. El deterioro de la situación en Haití, estado miembro de la agrupación regional Comunidad del Caribe (CARICOM), será uno de los principales temas de debate.

A la reunión de tres días, que congrega a los jefes de gobierno de los 15 países que integran CARICOM, asistirán el primer ministro de Haití; Brian Nichols, subsecretario de estado del Hemisferio Occidental, y otros funcionarios del Departamento de Estado, así como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. El gobierno de Biden le pidió a Trudeau que dirigiera una fuerza multinacional en Haití para ayudar a las asediadas fuerzas policiales del país a enfrentarse a las pandillas.

Hasta ahora, el gobierno de Ottawa no ha dicho si lo hará y Estados Unidos dijo que no quiere liderar la fuerza. Esto deja una fuerza policial haitiana frustrada, que ha perdido al menos 78 agentes, la mayoría en emboscadas de pandillas, desde el asesinato del presidente del país, Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021.

En respuesta a los ataques de las pandillas, los policías se amotinaron recientemente en la capital y en varias otras regiones y últimamente han acudido en masa a las oficinas de pasaportes con la esperanza de beneficiarse de un nuevo programa de libertad condicional humanitaria, lanzado por la administración de Biden para haitianos y de otros tres países con un patrocinador financiero en Estados Unidos.

“En el CARICOM nos hemos dado cuenta que no disponemos de los recursos necesarios para enfrentar el problema de Haití por nosotros mismos y que necesitamos ayuda exterior”, dijo el primer ministro de Bahamas, Philip Davis, durante una conferencia de prensa celebrada el martes antes de la cumbre de Nassau. “Estamos mirando al norte, a Canadá y a Estados Unidos para que vengan a ayudar”.

La presencia de Trudeau, dijo Davis, es para discutir “el papel que pueden desempeñar” en la crisis haitiana que se está desarrollando.

Durante la ceremonia de apertura del miércoles, en la que estuvo presente Trudeau junto con altos cargos de la administración de Biden, Davis dijo que “la crisis de Haití requiere nuestra atención urgente”. Dijo que espera que los líderes presentes puedan acordar una serie de medidas concretas para ayudar a la inestable nación caribeña.

Todos nos beneficiamos si Haití vuelve a ser un Estado que funciona”, dijo Davis, señalando que los errores pasados de la comunidad internacional en Haití no deben ser una excusa para no hacer nada. “La inacción tiene sus costos y consecuencias”.

Una época más tranquila en el Hôpital Albert Schweitzer en Deschapelles, en el Valle haitiano Artibonite. Debido a la violencia de las pandillas, el hospital suspendió recientemente su funcionamiento normal.
Una época más tranquila en el Hôpital Albert Schweitzer en Deschapelles, en el Valle haitiano Artibonite. Debido a la violencia de las pandillas, el hospital suspendió recientemente su funcionamiento normal.

Los haitianos siguen divididos en torno a la cuestión de la intervención extranjera, incluso mientras aumentan los secuestros y la violencia. Aunque los políticos y los líderes de la sociedad civil se han mostrado abiertamente contrarios a las tropas extranjeras, una encuesta reciente de la Alianza para la Gestión de Riesgos y la Continuidad Empresarial, conocida por sus siglas en francés AGERCA, sugiere que la opinión no es compartida por el grueso de la población.

El sondeo, llevado a cabo entre 5,736 haitianos de los 10 departamentos regionales del país, reveló que más del 70% de los haitianos no cree que la Policía Nacional de Haití pueda garantizar la seguridad o desarmar a las pandillas; por otra parte, 69% de los encuestados está a favor del despliegue de una fuerza internacional y la mayoría opina también que la Policía se beneficiaría de dicha fuerza.

Gerard Laborde, presidente de AGERCA, dijo que, aunque no le sorprendieron los resultados, le sorprendió el alto porcentaje de haitianos de las zonas rurales que apoyan la idea de soldados extranjeros. Esto demuestra, dijo, que los problemas de seguridad del país no solo se sienten en Puerto Príncipe, la capital.

“Esta encuesta refleja la realidad”, dijo. “La realidad es que las pandillas y los grupos armados están por todas partes”.

Teme que, sin ayuda exterior, el país pronto vea nacer milicias privadas a medida que la violencia abrume a los haitianos.

Jamaica anunció a principios de este mes su disposición a participar en una fuerza internacional, uniéndose así a otras dos naciones caribeñas y a algunos países africanos que también expresaron en privado intereses similares; sin embargo, Estados Unidos, autor de una resolución en el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas que apoya el despliegue de soldados extranjeros bajo el paraguas de la ONU, desearía que un país más grande asumiera también el liderazgo.

Los observadores dijeron que hay varias razones por las que los países, incluido Canadá, siguen mostrándose reacios a participar: una es la percepción de una intervención extranjera en Haití, que tiene un historial controvertido con este tipo de militares, y la otra es que hay implicaciones internas para las naciones implicadas, dada la gravedad y la naturaleza caótica de la violencia de las pandillas en Haití.

También está la realidad política actual de Haití, en la cual no hay ningún funcionario electo en el cargo y el país está siendo dirigido por un gobierno interino. A pesar de darle la bienvenida a un concejo de tres miembros para dirigir la transición, Estados Unidos y otros países le pidieron al primer ministro haitiano, Ariel Henry, que amplíe el acuerdo político de diciembre que puso en marcha el concejo, para incluir a más participantes políticos y de la sociedad civil.

“Tiene que ser una solución haitiana, no una solución estadounidense, canadiense o de CARICOM”, dijo Davis respecto a cualquier decisión que tome la comunidad internacional para ayudar a Haití.

Davis, quien recientemente retiró a los diplomáticos de su país de Haití después que tuvieron un enfrentamiento con policías que protestaban, reconoció que “la inestabilidad que sigue persistiendo hace que nadie se sienta seguro en Haití”.

Además de Haití, los líderes caribeños debatirán sobre el cambio climático, el agravamiento del problema del hambre en la región y las continuas secuelas de la pandemia del COVID-19. También debatirán las relaciones entre Estados Unidos y el Caribe y escucharán un discurso, por video, del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.

El año pasado, CARICOM emitió una declaración en la que condenaba enérgicamente los ataques militares y la invasión de Ucrania por parte de Rusia.