El Líbano | Combates fratricidas entre Fatah e islamistas en el mayor campo de refugiados palestino

Nueva jornada de disparos, este domingo, en Ain el Helu, el mayor campo de refugiados palestinos del Líbano.

Los enfrentamientos entre el movimiento nacionalista Fatah, del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, y varias facciones islamistas se prolongan por tercer día consecutivo, dejando ya cinco muertos, decenas de heridos (entre ellos soldados libaneses) y cientos de familias desplazadas.

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Una de las personas heridas, descansa a las puertas de una mezquita del campo de refugiados - Bilal Hussein/Copyright 2023 The AP. All rights reserved

Se trata de la segunda ola de violencia desatada en el lugar en los últimos meses. En julio, los combates entre ambos bandos dejaron al menos 13 muertos y más de 60 heridos. Tras esos choques, se llegaba a un acuerdo de cese de hostilidades que ahora parece quedar roto.

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Vista aérea de los enfrentamientos en el campo de refugiados de Ain el Helu - Bilal Hussein/Copyright 2023 The AP. All rights reserved

Fatah y otras facciones del campo pretenden tomar medidas enérgicas contra los sospechosos acusados de asesinar a uno de sus generales militares a finales de julio.

Un reducto de miseria, controlado por el Ejército libanés

Decenas de miles de refugiados se hacinan en el campo palestino de Ain el Helu, el mayor de los 12 campos de refugiados palestinos del Líbano, cercano a la ciudad de Sidón, una zona de miseria donde se han instalado a lo largo de los años grupos islamistas radicales, entre cuyas filas hay libaneses y sirios, incluidas personas buscadas por la justicia.

Entre estas personas buscadas se encuentra incluso un famoso cantante libanés-palestino, Fadel Shaker, condenado en rebeldía a 15 años de prisión por apoyar a islamistas locales.

Se calcula que unas 54 000 personas, originarias de Palestina, malviven en esta 'ciudad', de construcciones precarias y de calles estrechas, que ocupa una superficie de no más de dos km2. En los últimos años, se han sumado, además, unos 6000 refugiados palestinos que estaban en Siria y huyeron de la guerra en Siria.

El campamento está rodeado por un muro construido por el Ejército libanés que controla las cuatro entradas.

Un acuerdo firmado entre Beirut y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en 1969, estipulaba que la seguridad en los campos era responsabilidad de las organizaciones palestinas. Pero fue derogado por el Líbano en 1987, aunque se mantiene un pacto tácito, y el ejército libanés no se despliega en el interior de los campos palestinos.

Fatah, la organización palestina histórica, sigue siendo el grupo más poderoso en Ain el Helu, pero su influencia es combatida por las organizaciones islamistas de Hamás y la Yihad Islámica.

Pobreza, exclusión y sin derecho al regreso

Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa), que mantiene ocho escuelas y dos clínicas en el campo, el índice de pobreza entre los refugiados palestinos en el Líbano supera el 80 %.

El colapso económico que sufre el Líbano desde 2019 ha afectado gravemente a los palestinos, a quienes las autoridades libanesas prohíben ejercer un total de 70 profesiones, entre ellas las de médico, abogado o ingeniero.

Los palestinos que encuentran un empleo, generalmente como trabajadores ocasionales en oficios mal remunerados en el comercio y la construcción, reciben un salario un 20 % inferior al de los trabajadores libaneses que realizan el mismo trabajo, según destaca la Organización Internacional del Trabajo.

El mismo organismo resalta que pocos son los que tienen un verdadero contrato de trabajo y casi ninguno tiene acceso a la cobertura médica, las vacaciones pagadas o bajas por enfermedad.

'La capital de la diáspora'

Ain el Helu se fundó con la llegada de refugiados palestinos que tuvieron que huir tras la creación del Estado de Israel en 1948, para ellos una catástrofe, la Nakba.

Una situación que pensaban temporal pero que se prolonga desde hace décadas ya que el Gobierno israelí no permite su regreso pese a la resolución 194  de la ONU en este sentido.

Les queda como consuelo el haber bautizado varios barrios de lo que llaman 'la capital de la diáspora' con los nombres de sus pueblos de origen, ahora en territorio israelí.

Al principio, vivían en condiciones lamentables en tiendas de campaña, cedidas por la ONU, pero poco a poco fueron construyendo casas permanentes, frustrando la prohibición impuesta por las autoridades libanesas, según el analista palestino Souheil Natur.

Durante la invasión israelí del Líbano en 1982, el campamento fue "prácticamente arrasado por las tropas israelíes y cientos de sus hombres detenidos", añade.

Pero los habitantes reconstruyeron pacientemente sus casas y el Ejército israelí se retiró de la región en 1985.

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Un grupo de refugiados abandona sus hogares en el interior del campamento por los recientes enfrentamientos - Mohammad Zaatari/Copyright 2023 The AP. All rights reserved.

Décadas de espera bajo la mirada de Nuestra Señora de la Espera

Casualidad o predestinación, este campo de refugiados se ha instalado justo debajo del santuario católico dedicado a la Virgen de Mantara o Nuestra Señora de la Espera, en la localidad de Maghdouche.

El santuario, que corona la cima de una colina, se bautizó con ese nombre ya que, según la tradición cristiana, la gruta que hay en ese lugar, hoy convertida en capilla, fue donde María esperó a su hijo Jesús, mientras predicaba por los alrededores de Sidón.

Mohammed Zaatari
Eclipse parcial de luna en el santuario de Nuestra Señora de la Espera, en Maghdouche, en 2011 - Mohammed Zaatari