El K-pop invade Cuba, tierra comunista y de la salsa
Su gran sueño es viajar algún día a Corea del Sur, el país de sus “ídolos”. En Cuba, una isla que no tiene relaciones diplomáticas con Seúl, son cada vez más los adolescentes que se apasionan con el K-pop.
En su casa del municipio Playa, en La Habana, donde vive con su abuela, Samyla Trujillo, una joven de 14 años, transforma regularmente la sala en una pista de baile, donde repite sin descanso los pasos de las nuevas coreografías de ese popular género que descarga de internet.
Su pasión por el K-pop surgió hace cuatro años, cuando unos amigos le mostraron BTS, la icónica “boy band” surcoreana de fama mundial, y a Blackpink, su contraparte femenina.
“En 2016 fue que vi a BTS y dije ‘su música es increíble, como bailan, quiero bailar como ellos'”, cuenta Trujillo, que viste de negro y lleva mechas rojas en su pelo castaño.
Y luego destaca: “cuando me enseñaron Blackpink, dije ‘!Oh esas chicas me encantan y quiero ser ellas!'”. Ropa, maquillaje y carteles. La meta de Trujillo, que de niña bailó en una compañía de ritmos cubanos, es convertirse en la primera “ídolo” del K-pop en la isla caribeña.
“Veo K-dramas, que son telenovelas coreanas, y entrevistas que hacen a mis ídolos favoritos, y con los subtítulos voy entendiendo lo que ellos van diciendo”, añade esta adolescente, que ensaya durante horas las coreografías a dúo con su amigo Mikel Caballero (17).
EN CUBA FORMAN GRUPOS PARA COMPARTIR SU PASIÓN POR EL K-POP
Al igual que Trujillo, este joven amante de la música y con conocimientos de piano y de percusión, sueña con viajar a Corea del Sur. “Me gustaría ir, me gusta todo ahí”, asegura Caballero, mientras su rostro se ilumina. “Bailo muy bien el K-pop”, agrega y admite que para dominar los pasos ambos tienen que “ensayar bastante”.
En Cuba, donde la salsa y el reguetón señorean, los adeptos al K-pop han formando grupos para compartir su pasión, ensayando en la calle o en parques. El internet, y sobre todo su llegada a los teléfonos móviles en 2018, les facilitó el acceso a esta cultura ya globalizada.
“El cubano está acostumbrado siempre al mismo ritmo, a la misma rutina, y creo que el K-pop es algo totalmente nuevo”, comenta Alejandro Achín (21 años), que en 2019 cumplió su sueño de bailar en Seúl, tras ganar con su grupo un festival amateur de K-pop organizado en La Habana. Desde 2021, el proyecto Diamond ofrece a los jóvenes un local donde puedan mejorar sus coreografías y organiza eventos de K-pop.
“Sabemos que hay muchos jóvenes que les gusta este tipo de música y quisimos hacer un espacio especial”, explica Tania Abreu, una de las responsables del proyecto durante una competencia mensual organizada en una plaza del centro de La Habana.
El K-pop, y más en general el “Hallyu”, la ola de cultura pop surcoreana que conquistó el mundo a partir del 2000, llegó también a Cuba, aún cuando la isla comunista, histórica aliada de la comunista Corea del Norte, no tiene relaciones diplomáticas con Seúl.
ENSEÑAN COREANO A ESTUDIANTES Y FANÁTICOS
Esto no impidió que en 2014 se creara en La Habana un pequeño centro de estudios de la lengua coreana. Desde 2022, un “Centro Cultural y Escuela de Lengua Coreana” funciona en una nueva instalación y cuenta con el apoyo material de la embajada de Corea del Sur en México.
El centro tiene actualmente 150 alumnos y debe rechazar nuevas solicitudes. González lleva varios meses estudiando allí y se asombra cada vez que identifica una palabra en sus canciones favoritas de K-pop.
“No es difícil. Tiene sus partes complicadas, pero realmente cuando te gusta, le pones el ímpetu y la pasión”, dice González.
La directora surcoreana del centro, Hohyun Joung, que comparte la enseñanza del idioma con cuatro profesoras cubanas, está maravillada de cómo la lengua y la cultura de su país han calado en el “corazón de los jóvenes” cubanos, pese a tener tradiciones tan diferentes.
Aunque concluye que el éxito de las canciones del K-pop se explica por su capacidad para abordar “las preocupaciones de los jóvenes”, todavía no sale del asombro al preguntarse cómo el cubano, que en materia de danza es “el primero del mundo”, ha sucumbido ante el baile de su país. N
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