Justicia para sus bebés. Cómo es lucha de las madres del Hospital Materno Neonatal de Córdoba

Vanesa, madre de Fran, bebé muerto en el Hospital Neonatal de Córdoba, acomoda la ropa que tiene como recuerdo, guardada en una caja
Vanesa, madre de Fran, bebé muerto en el Hospital Neonatal de Córdoba, acomoda la ropa que tiene como recuerdo, guardada en una caja - Créditos: @Sebastián Salguero

CÓRDOBA.- Francisco nació el 18 de marzo, a las 11.46, y Benjamín, el 23 de abril, a las 8.15. Ambos murieron horas después; fueron los dos primeros fallecimientos sospechosos del Hospital Materno Neonatal de Córdoba, que suman cinco decesos y ocho bebés sobrevivientes e integran el caso que conmociona al país.

Vanessa Cáceres Bruno no alcanzó a tener a “Fran” en brazos. Su tercer hijo nació por cesárea y ella se quedó más en el quirófano por otra intervención programada. Lo vio en la terapia intensiva, cuando ya los médicos le decían que el estado del recién nacido era “crítico”, que su corazón era el de “un adulto con problemas cardíacos”.

Damaris Bustamante, madre de Benjamín, asegura que sentía una alegría enorme. “Nunca en mi vida había sentido algo tan suavecito como su piel. Me miró a los ojos, me sonrió”. Horas después lo volvió a ver, junto al padre, Leandro, en terapia intensiva. No lo pudieron alzar, solo tocarle las manos. No pasó mucho más hasta que vio cómo lo reanimaban sin resultado.

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Las muertes del Hospital Materno Neonatal, al igual que las descompensaciones con sobrevida, fueron entre el 13 de marzo y el 6 de junio pasados. Desataron un escándalo y conmocionaron a la opinión pública. Las madres de todos piden “justicia” y aseguran que cuentan sus casos para que “nunca más” ninguna familia viva una situación como la que atraviesan ellas. Ruegan a la sociedad que “no olviden” a sus hijos.

Brisa se tatuó el nombre de su hija en su brazo; estuvieron juntas unas horas hasta que la beba se descompensó y murió.
Brisa se tatuó el nombre de su hija en su brazo; estuvieron juntas unas horas hasta que la beba se descompensó y murió.

Cada madre que perdió a su bebé vivirá este domingo de una manera especial y distinta una fecha que debería ser de alegría. Todas atravesarán la jornada con dolor. Brisa tuvo a los 17 años a Melody Luz, que nació a las 4.28 del 6 de junio y falleció a las 22.30. Pasaron todo el día juntas, hasta que la criatura se descompensó. La familia quiere recordarla en esta fecha mostrando el tatuaje que Brisa se hizo en su brazo.

La causa judicial está en manos del fiscal Raúl Garzón. La única detenida es la enfermera Brenda Agüero, acusada de homicidio agravado reiterado por la muerte de dos de los bebés, quienes fallecieron en la noche del 6 de junio. Ambos casos cuentan con autopsia, ya que el médico de guardia se negó a firmar el certificado de defunción sin ese estudio.

Los anexos ordenados por la Justicia apuntaron como causal del fallecimiento la hiperpotasemia; es decir, exceso del mineral en el cuerpo. Los niveles detectados eran “incompatibles con la vida humana”.

El Hospital Materno Neonatal de Córdoba, en el centro de una investigación judicial por la muerte de cinco bebés recién nacidos de madres sanas y de embarazos sin complicaciones
El Hospital Materno Neonatal de Córdoba, en el centro de una investigación judicial por la muerte de cinco bebés recién nacidos de madres sanas y de embarazos sin complicaciones - Créditos: @Diego Lima

Las historias clínicas de los bebés muertos el 18 de marzo y el 23 de abril también marcan que el nivel de potasio era más alto que el regular. Ambos cuerpos serán exhumados por pedidos de las madres.

Los ocho bebés que sobrevivieron tuvieron “descompensaciones” de las mismas características que los que fallecieron. En uno de los casos, el de la hija de María Martín nacida el 6 de junio, su cuerpo presenta una cicatriz compatible con potasio inyectado. Sus análisis también registraron alto nivel del mineral.

Además de Agüero, hay seis exfuncionarios imputado: Diego Cardozo, el ministro de Salud de Córdoba en el momento de esos fallecimientos; el entonces secretario de Salud, Pablo Carvajal y el entonces vicedirector de Gestión Hospitalaria, Alejandro Escudero Salama. Todos fueron imputados por omisión de deberes de funcionario público.

Esa misma acusación y la de falsedad ideológica pesa además para la entonces directora del Hospital Materno Neonatal, Liliana Asís; las entonces jefas del servicio de Neonatología, Marta Gómez Flores, y del Departamento de esa área, Adriana Morales.

“Me enteré por televisión”

Vanessa tiene 35 años, con a Raúl llevan 17 años juntos, y son padres de Camila, de 15 años y de Lautaro, de 10. En la charla con LA NACION recuerda que sus hijos, cuando les anunció el embarazo de “Fran” primero no le creían por el tiempo que había pasado. “Lo recibieron con mucha alegría, Lautaro quería ser el hermano mayor. Estaban muy atentos; Camila lo pudo conocer, la dejaron entrar, lo vio”.

Describe que en el primer embarazo, cuando ella tenía 19 años, tenía “miedos”, pero los enfrentó “priorizando la vida y la responsabilidad que eso conlleva”. Durante toda la entrevista, Cáceres Bruno subraya el “sostén” que son sus hijos en este difícil momento. “Se quedaron esperando al nuevo hermano. En su momento les explicamos que era lo que nos tocó, que en la vida pasan estas cosas -señala-. En agosto, cuando me entero por televisión que estaban investigando la muerte de mi hijo se me vino el mundo abajo. Veo que las muertes habían empezado el 18 de marzo, se tomaban la atribución de investigar sin avisarme. Llamé al Ministerio de Salud, conté lo que me pasaba y la respuesta fue ‘venite mañana de 8 a 14′. Directamente buscamos un abogado”.

Su embarazo fue tranquilo, sin problemas: “Como entre uno y otro siempre pasó mucho tiempo, los vivo como si fueran el primero, con miedos nuevos. Al ser más grande se es más consciente de muchas cosas. Además era pandemia y eso era un plus. Ya sabía que iría a césarea porque tenía dos anteriores y conocía cómo me recupero, pero todo parto es nuevo y nada es matemático”.

Después de la muerte de “Fran”, la madre se pasó mucho tiempo repasando los “detalles”, pensando qué podía haber descuidado. Aun “sabiendo que había hecho todo bien, pensaba y pensaba”.

Vanesa y Raúl; madre y padre de Fran, bebé muerto en el Hospital Neonatal de Córdoba, acomodan la ropa que tienen como recuerdo, guardada en una caja
Vanesa y Raúl; madre y padre de Fran, bebé muerto en el Hospital Neonatal de Córdoba, acomodan la ropa que tienen como recuerdo, guardada en una caja - Créditos: @Sebastián Salguero

Antes del nacimiento ya sabían que sería varón -señala que “nunca” pudo esperar y que le gusta “organizarse”- y tenían el nombre elegido. Francisco fue votado en familia, en medio de juegos y mucho tiempo dedicado a buscarlo. Vanessa conserva un video de su bebé y algunas fotos que le pudieron hacer.

“Como era césarea y venía otra cirugía, no me lo pusieron en el pecho -indica-. Se lo llevaron a una sala y lo vería cuando me recuperara. Yo pasé a la sala de recuperación y, como tenía un reloj al frente, miraba cuánto me faltaba para encontrarlo. Vino una médica y me anunció que iban a internar al bebé porque tenía una arritmia. Después vinieron otros a explicarme que el estado era crítico, que no sabían porqué no funcionaba el corazón”. A Vanessa la acompañaban su pareja y su hermana.

La muerte de “Fran” le generó “dudas” porque los médicos no le podían explicar las razones: “Ellos mismos se preguntaban qué pasaba. Me había hecho todas las ecografía e incluso algunas extras y todo estaba bien”.

En el Hospital Materno Neonatal les ofrecieron hacer la autopsia, les plantearon que demoraría unos siete días y que “como eran tan chiquito tal vez no se verificaban” las causas. “Estábamos tan shockeados que no la aceptamos. No reaccionamos. La lógica no era la de ahora; pensamos que lo seguirían manipulando”, admite.

Vanessa insiste que la fuerza que necesita para encarar la lucha que ahora lleva adelante se la da “Fran”. Está convencida de que su hijo tuvo “una misión en su corto tiempo” y subraya que, a la vez, es una enseñanza para los otros dos. “Mostrarles que tienen que luchar, pedir justicia, hacer valer sus derechos. Hay que saber la verdad de lo que pasó. Es difícil, pero más difícil sería vivir con la incertidumbre”.

“Todos mis hijos me ayudan -añade-. Son una fuerza extra. Me levanto, los miro y me digo que tengo que recuperarme. Por ellos y también por ‘Fran’, que no está, pero que merece que me ocupe de él”.

Benjamín, “deseado y esperado”

Damaris, la madre de Benjamín, es muy creyente; su nombre procede de la Biblia y significa, cuenta a LA NACION, “mujer comprometida”. Enfatiza que la fe católica la que la mantiene “firme”. “Es el creer, el apoyarme en que todo tiene un porqué y un para qué, en no estamos exentos de que nos pasen cosas. La fe es un consuelo”, dice y recuerda que sus padres siempre la llevaban a la Iglesia. “Pero siempre fui libre para elegir; estoy convencida de que es la mejor enseñanza que me dieron, añade.

Estudiaba Psicología y Asistencia Social, pero debió dejar para trabajar. De novia desde los 15 años con Leandro, cuenta que siempre soñó con ser madre a los 25. Benjamín fue “buscado, deseado”. La idea de los 25 años era por estar convencida de que debía estar “preparada” para ser madre.

Damaris Bustamante tuvo un embarazo "hermoso, sano, cuidado". Benjamín nació el 23 de abril.
Damaris Bustamante tuvo un embarazo "hermoso, sano, cuidado". Benjamín nació el 23 de abril.

Leandro le lleva diez años; se lo presentó una amiga cuando ella era adolescente. En su casa -es la más chica de cinco hermanos- le advirtieron “si te quiere, va a venir”. Y fue. Y el noviazgo siguió sin que ella tuviera permiso para salir: “Esperamos; me apoyó siempre. Sin mi fe, sin mi familia completa y sin el acompañamiento de él no estaría de pie. Pasar juntos todo esto, ayuda”.

El embarazo fue “tranquilo, hermoso, sano”. Relata que se cuidaba de “todo”; todavía los contagios de Covid-19 eran importantes así que, apenas se enteró que estaba embarazada, dejó de trabajar. “Al ser mi primer hijo, todo era nuevo, así que tenía temores, quería hacer todo bien. Fui a todos los controles, a todas las ecografías”. Toda la familia estaba a la expectativa porque Damaris era la única sin hijos.

La pareja fue junta -acompañados por una amiga- a la última ecografía. “Estábamos re ansiosos por saber el sexo. Ahí nos enteramos de que era varón. Benjamín ya era el nombre elegido, quiere decir ‘el más chiquito’ y el segundo fue Leonel, que lo eligió el papá”. Si era nena se iba a llamar Catalina.

El momento del parto fue traumático. Sostiene que hubo “maltrato físico, verbal y psicológico” de las enfermeras que estaban en la sala, entre las que identifica a Brenda Agüero, la detenida, quien después la fue a ver a la sala común. Esa situación la llevó a que se presentara ante la ahora exdirectora del Hospital Materno Neonatal, Liliana Asís (imputada por omisión de deberes de funcionario público y falsedad ideológica) para denunciar violencia obstétrica.

Benjamín nació bien. Ella lo tuvo en brazos y ruega “no perder nunca en la vida” la memoria “para no olvidar cómo me miró”. La última vez que vio a su bebé fue cuando ingresó en la terapia con su hermana más grande, Lucía, y lo estaban reanimando. “Falleció delante de mí”, se angustia.

Antes de enterarse de las otras muertes en el Hospital Materno Neonatal, Damaris pensaba que su hijo había muerto porque ella había “hecho algo mal”. Indica que cuando fue a hacer la denuncia de violencia obstétrica le asignaron una psicóloga del hospital -recuerda que se llama Carolina, pero no el apellido-, quien le planteó que pensara, en función de sus “creencias, si había pecado o había hecho algo muy grave y los estaba pagando con tanto dolor”. Estuvo con ataques de pánico. “No dejaba de pensar, la cabeza me funcionaba a mil”, explica.

En agosto, dos días después de que el “escándalo” del Hospital Materno Neonatal trascendiera en los medios de comunicación, su familia y amigos le advirtieron que la muerte de Benjamín podía relacionarse con los que se denunciaban públicamente. “Nos reunimos y mi familia me dijo que si quería hacer la denuncia me acompañaban, y si no, también me apoyaban. Decidí que sí porque necesito saber, quiero saber qué pasó realmente y que paguen los que tienen que pagar”, argumentó.

Admite que quisiera hablar con Agüero, la única detenida y sospechada de al menos dos de las muertes, para preguntarle “qué sabe”. “Tengo sobrinas y amigas y hago todo esto porque quiero que nunca más vuelva a pasar algo así. Ni las muertes ni la violencia obstétrica”.

Damaris está abierta a tener otros hijos –”a su debido tiempo”, aclara-, pero ahora se concentra en la lucha de pedir justicia. “No tendría que estar viviendo esto; tendría que tener a mi hijo conmigo eso lo pienso todo el tiempo. Pienso que tendría que estar en un control con él y no en tribunales, o cambiándole el pañal o dándole la leche. Pero estoy acá y tengo un ángel en el cielo que me ayuda. Hago esto para no se olviden de él ni de los otros bebés que fallecieron y tampoco de los que sobrevivieron, pero la pasaron mal”.