Juego de reflejos entre Velázquez y Picasso en la Casa de Velázquez en Madrid

La Casa de Velázquez es una institución casi centenaria y, de cierta manera, la vitrina académica y cultural de Francia en Madrid. Inaugurada en 1928 en los terrenos de la Ciudad Universitaria de la capital española, el edificio fue bombardeado y parcialmente destruido durante la Guerra Civil en 1936 y reconstruido en el sitio original en 1959. La institución, que es parte de la Red de escuelas francesas en el extranjero, concede 30 becas anuales a artistas plásticos, aunque también para investigadores, doctorados y otras categorías académicas. Forman parte de sus actividades la organización de coloquios, proyecciones, conciertos y la edición de ensayos, catálogos y otras publicaciones.

Pablo Picasso, un boceto para ‘Las Meninas’, Cannes, 1957.
Pablo Picasso, un boceto para ‘Las Meninas’, Cannes, 1957.

Tres veces al año, la Casa acoge exposiciones temáticas, siendo la última del 2023 (vigente hasta el 15 de febrero de 2024) “Diego Velázquez invita a Pablo Picasso”, organizada por Nancy Berthier, directora de la institución anfitriona, y Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona, quien también realizó la curaduría. La muestra celebra el cincuenta aniversario de la muerte de Picasso, a la vez que rinde homenaje, por primera vez bajo su techo, al artista sevillano que inspiró el nombre de la Casa.

Una de las Meninas de Pablo Picasso pintadas en Cannes en 1957 y donadas a Barcelona.
Una de las Meninas de Pablo Picasso pintadas en Cannes en 1957 y donadas a Barcelona.

La exposición se complementa con la obra de la artista valenciana Carmen Calvo, antigua becada (hace cuatro décadas) de la institución, quien, para la ocasión expone un cuaderno de unas 200 tarjetas postales con collages, inspiradas en gran medida de Las meninas de Diego Velázquez. Parte de dicha serie fue concebida en 2018 para la retrospectiva que le dedicó el Museo Picasso de Barcelona y ahora ha sido ampliada con 110 nuevas tarjetas para la exposición madrileña.

La muestra tiene como punto de partida un momento en la carrera de Pablo Picasso en que el artista se encerró entre agosto y diciembre de 1957 para dibujar 46 variaciones sobre el tema velazqueño de las meninas, a la luz de una exploración/apropiación de la obra del maestro del Siglo de Oro. Una serie que donó en 1968, en su integralidad, a la Ciudad Condal, junto con un retrato de su secretario y amigo Jaume Sabartés, así como nueve motivos llamados Los pichones y tres paisajes que contemplaba desde su villa La Californie, en Cannes.

La serie de ‘Meninas’ de Picasso reproducida en cartones lúdicos para la muestra.
La serie de ‘Meninas’ de Picasso reproducida en cartones lúdicos para la muestra.

En su primera visita al Museo del Prado en 1895, Picasso tiene apenas 14 años y lo primero que hace es copiar dos cuadros de Velázquez: El bufón Calabacillas y El niño de Vallecas. Dos años después, antes de presentarse al examen de ingreso en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, copia el retrato de Felipe IV anciano, realizado hacia 1653. Se sabe que Picasso solicitó cuatro veces el permiso para copiar in situ obras de Velázquez, El Greco y Murillo. Tras su regreso a Cataluña realizó un boceto en un cuadernillo –visible ahora en la Casa– en el que anotó “Greco, Velázquez INSPIRARME”. El propio Sabartés precisó que Picasso sólo buscaba un punto de convergencia con la obra de la que se inspiraba para crear la suya propia.

‘Variación sobre don Quijote y Dulcinea’, 1968, de Pablo Picasso.
‘Variación sobre don Quijote y Dulcinea’, 1968, de Pablo Picasso.

Para todos es sabido que el más español de todos los pintores de la Península estuvo por última vez en su tierra natal en 1934. Que falleció en 1973, en Francia, país en donde vivió desde 1904 hasta su muerte, sin renunciar a su convicción de no regresar a España mientras no hubiera democracia, sueño que no pudo cumplir, como tantos otros exiliados. El catálogo de la exposición con ensayos muy bien documentados, recuerda, en un texto de Géraldine Mercier, la nominación del artista malagueño, el 19 de septiembre de 1936, como director del Museo del Prado, un puesto que, en medio del estallido de la guerra, no se supo nunca si aceptó o declinó. La autora del texto sobre este capítulo poco conocido de su vida, reproduce el telegrama de 1937 enviado por Picasso al Congreso Internacional de Artistas de Nueva York en el que asume su título de director del Museo y da fe de que el gobierno de la República puso a buen recaudo las obras del Museo para protegerlas de los bombardeos.

Serie de tarjetas postales a modo de collages realizada por Carmen Calvo.
Serie de tarjetas postales a modo de collages realizada por Carmen Calvo.

La Casa invita a participar en este juego de reflejos a la artista Carmen Calvo (Valencia, 1950), y lo hace con su serie “El tiempo que apasiona”. A Calvo le interesa la arqueología del tiempo, fundamentalmente el de su juventud, aún bajo la dictadura franquista, la mordaza y la imposición de códigos machistas, católicos o discriminatorios, y todo el arsenal de intolerancias propio de los regímenes totalitarios. A la serie anterior Calvo añadió 110 postales con guiños a Las meninas de Picasso apropiándose de manera mordaz, sarcástica o, simplemente irreverente, de mitos, estereotipos, personajes clave de la Historia o de otros convertidos en mediáticos por la prensa y la televisión.

Una de las alas de la Casa Velázquez con la obra de Carmen Calvo.
Una de las alas de la Casa Velázquez con la obra de Carmen Calvo.

Y justamente la televisión es el colofón del ocaso de la muestra, como parece haberlo sido para el propio Picasso, quien termina interesándose en este medio desde los inicios de los años 1960 como parece entreverse en “La parada de los cómicos ambulantes” (1968), uno de los 66 aguafuertes de su Suite 347. Hay mucho de la España popular, desde la tragicomedia de La Celestina hasta El Quijote, como también lo hubo en el universo velazqueño, en la comedia de Lope de Vega o el mundo de la picaresca que irrumpió entonces en la pequeña pantalla reviviendo los clásicos de otros tiempos, recontextualizados para burlarse de los tiranuelos de siempre.

El catálogo concluye con tres enjundiosos textos. El primero, de Nancy Berthier, aborda el tema de Las meninas de Picasso en la cinematografía de Jordi Vall Escriu, la abortada película de Alain de Chambure con Michel Foucault como guionista, así como su realización final por Alain Jaubert entre 2019 y 2020. Se trata de visiones que se complementan desde ambos lados de los Pirineos. El segundo, parte de la serie de ciencia ficción española El Ministerio del Tiempo, la más popular en España en lo que va de siglo, y recoge los apuntes de Concepción Cascajosa Virino sobre las incursiones picassianas y velazqueñas en algunos de sus capítulos. El último ensayo trata de teatro y, en particular, de una pieza de Vicenç Altaió, estrenada en Sitges en 1981, con las meninas de Picasso como protagonistas.

Todo esto hace de la muestra de la Casa de Velázquez un espacio de reflexión en que inteligentemente se entrecruzan miradas y perspectivas para responder a la necesidad siempre latente de ahondar sobre los genios del arte, sus influencias, préstamos y aportes en un recinto académico que es, a su vez, un espacio en el que confluyen los relatos comunes entre Francia y España.

William Navarrete, escritor establecido en París.