Judoca cubanoamericana va a sus terceros Juegos Olímpicos para cerrar el capítulo de su activa carrera
Angélica Delgado es una chica dura. No puede ser de otra manera quien está a punto de asistir a sus terceros Juegos Olímpicos en medio de una brutal competencia contra las mejores judocas del mundo. Eso no implica, sin embargo, que deje correr las lágrimas al contemplar el final de su carrera.
Nacida en el seno de una familia cubana y producto innegable de Miami, Delgado acudió a su primera olimpiada en Río de Janeiro con apenas 25 años y ahora, a los 33, piensa dejarlo todo en el colchón para lograr una medalla en la cita estival de París antes de decirle adiós a la alta competencia que le vio mantenerse en la élite durante más de una década.
Su padre Miguel Angel -practicante de judo en Cuba- tenía en mente educar al hermano de Angélica en los secretos del arte marcial, pero nunca imaginó que sería la muchacha la heredera de su arte marcial y mucho menos que llegaría a ser una de las mayores esperanzas olímpicas del país.
Ahora, cuando sabe que se acerca el último capítulo de su carrera, Delgado repasa todo lo bueno y también lo malo que le ha acompañado durante este ejemplar recorrido por el judo.
Tres Juegos Olímpicos, se dice fácil pero...
“Mucho sacrificio. Sabes que cada olimpiada son cuatro años y no solamente es ese tiempo para lograr la clasificación, sino que yo vengo practicando judo desde que tengo nueve años, entonces es una vida entera. Tengo 33 ahora. Me he pasado más de la mitad de mi vida en el judo. Soy graduada de FIU, pero he sacrificado mucho para llegar a donde estoy’’.
¿Cómo lograste la clasificación a París?
“Nunca es fácil. La Federación Internacional de Judo ha puesto unos 20 Grand Slams para clasificar. Nosotros no tenemos temporada. Todo es de enero a diciembre. Tienes siempre que mantenerte en forma, preparándote para la próxima competencia. Tienes que estar entre las mejores 22 del mundo. En el mundial de Abu Dhabi quedé novena y con una plata en el Panamericano en Brasil aseguré la clasificación’’.
¿A la tercera será la vencida para lograr medalla?
“He peleado con todas las que están adentro en la clasificación. Cómo soy la más veterana de la categoría he podido poner las manos encima de cada una de las que voy a enfrentar y sé sus ataques favoritos, como respiran, he hecho campos de entrenamiento con ellas. Vengo compitiendo en los 52 kilogramos desde el 2010 cuando tenía 19 años’’.
¿Te asusta lo que pueda venir después de París?
“No me asusta. He practicado judo toda mi vida, es lo que sé. No quiero decir que he vivido una vida egoísta, pero un deportista tiene que pensar en uno mismo: la nutrición, la psicología. Va a ser un cambio, entrar en otra etapa de mi vida. Estoy casada. Pero espero mantenerme en el judo, no sé si como entrenadora o en otro puesto. Esto no lo hago por dinero ni por fama. Me apasiona y quiero transmitir esa pasión a las nuevas generaciones’’.
¿Qué más te dio el judo y que te quitó?
“Me quitó tiempo con la familia. Sacrificar una vida normal, cumpleaños, se me fueron mis abuelos. En mi primer World Master estaban enterrando a mi abuela y tuve que decidir si participar en ese torneo que era el primero que clasificaba o ir al funeral. Pero el judo me ha dado mucho, la disciplina, poder viajar por todo el mundo, conocer otras culturas, conocer a mi esposo. Mi papá hizo judo en Cuba y eso nos une a nosotros’’.
Cuando termine tu carrera, ¿cómo quieres que te recuerden?
“Quiero que digan que fui una luchadora no solamente en el judo, sino que lo di todo, que no dejé nada atrás. Que pudo darlo todo por el deporte y ser la mejor posible’’.