La joya arquitectónica frente al mar que fue sede del museo Vilas, estuvo usurpada y ahora tendrá un nuevo destino
MAR DEL PLATA.— Todo se fue para arriba a su alrededor. Y al extremo, porque enfrente y también en esquina, donde hace un siglo había un coqueto y amplio parque se impone un gigante de 125 metros, el edificio más alto de la ciudad y reconocido por el cartel con una marca de alfajores en la terraza. Es que la propiedad horizontal, desde la segunda mitad del siglo pasado, se adueñó de este frente de costa céntrico y también ambas márgenes de la Avenida Colón, que a pocos metros inicia su recorrido en modo loma y las torres de departamentos brotaron y crecieron por allí, medianera contra medianera y a ritmo sideral.
Este chalet de Boulevard Peralta Ramos y Olavarría, que perteneció a Concepción Unzué de Casares y en cuatro años será centenario, justo frente a la rambla del ex Hotel Provincial, resiste entre tanta altura y procesos de demolición que dominaron los últimos tiempos y acabaron con verdaderas joyas de la arquitectura.
Recién a mediados de los 90 cambió de manos. Desde entonces y durante unos pocos años fue sede del Museo Guillermo Vilas, con exposición de trofeos, fotografías, raquetas y demás elementos que reconstruían la historia del mejor tenista argentino. Luego mutó a espacio gastronómico, La Llorona, que combinó la cafetería con un local nocturno. La pandemia lo puso en pausa, condenó a la quiebra a esa firma comercial y el abandono del lugar fue oportunidad para una usurpación, que significó graves daños sobre la estructura interior e importantes pérdidas en término de piezas originales de sus instalaciones.
Logrado el desalojo de intrusos, los dueños jugaron su carta: se decidieron a restaurarlo, con un importante avance a la fecha, y empiezan a convertirlo en un producto inédito para Mar del Plata. Con su diseño original y estilo ampliado ahora a todas sus dependencias, el inmueble albergará 28 departamentos para alquiler y en planta baja un amplio local comercial con generosa terraza, todo con plena vista al mar.
“Cuando la vi como quedó tras el paso de intrusos me dije: esto es irremontable”, reconoce Francisco Curi, que encontró el acompañamiento de su padre, César, y avanzan en este proyecto que encararon con entusiasmo y un particular énfasis en el respeto de la cuestión patrimonial.
Este chalet está en el listado de inmuebles protegidos por la comuna de General Pueyredon. Eso no solo implica límites para darle otros destinos sino también un alto costo en términos de tasas municipales. Varias unidades de este estilo, por vía de excepción, han logrado sobrevivir como mínimo complemento de desarrollos inmobiliarios importantes dentro del mismo terreno o linderos.
Aquí el proyecto que se plasma está centrado en la vivienda original, restaurada según sus planos originales. Y tiene como única ampliación una superficie cubierta que ocupará una terraza o patio interno, en el sector donde en origen se encontraban las dependencias del personal de servicio que acompañaba a la familia propietaria, que se instalaba allí de diciembre a marzo.
A la dueña original se la conocía como Cochonga. Era la quinta hija de Saturnino Enrique Unzué y Concepción Gutiérrez Capdevila. Con sus hermanas fueron muy reconocidas por su aporte solidario a la comunidad. En particular en instituciones para atención de niños huérfanos. Falleció en junio de 1959, a los 90 años.
Estilo pintoresquista
La casa, de estilo pintoresquista, es obra de los arquitectos Lous Faure-Dujarric y Alfonso Sprandi. “Se está restaurando lo más original que se pueda, ese fue el pedido de los dueños”, confió a LA NACIÓN el arquitecto Maximiliano Calvo, que junto a su colega Alejandro Gallo, también especialista en preservación patrimonial, dirigen este proyecto que ya está avanzado en un 75%.
El profesional la describe como una pieza del pintoresquismo anglo normando, siempre con fuerte predominio de jardines importantes. Hace tiempo que desapareció ese espacio verde, aprovechado ahora para la construcción de cocheras subterráneas para los inquilinos. También sobre esa misma esquina habrá una la terraza que será extensión del local comercial, seguramente del rubro gastronómico e incluso, por ejemplo, para exposición de vehículos.
“Todo se acondiciona con criterios de accesibilidad que nunca tuvo en cuenta el diseño original”, dijo Calvo sobre eliminación de escalones. “Queremos que se note muy bien qué es lo nuevo y qué es lo viejo, que dialoguen ambos momentos pero que no parezca un falso histórico, porque acá se recupera mucho de lo original”, dijo.
Al hall de acceso principal se llega por una gran puerta, que había permanecido tapiada, y ya luce aberturas de madera y pisos originales y brillantes, con detalles de columnas imponentes hacia los extremos. La recuperación se basa en un amplio archivo de imágenes y con supervisión del municipio y especialistas en restauración. “Hay una auditoría que sigue cada paso de intervención sobre elementos patrimoniales”, destaca Fracisco Curi a LA NACION.
La aventura de esta inversión tiene algunos detalles nostálgicos. Curi padre y su socio, Eduardo Azar, compraron la casa por recuerdos que tenían de su juventud en esa zona. Uno, oriundo de Misiones, como veraneante, el otro como residente.
Los Curi se dedican a la logística industrial y si bien tienen edificios, es la primera vez que se animan a un proyecto de este tipo. “Nos entusiasmó encararlo”, insiste Francisco y recuerda que su padre es coleccionista de arte, apasionado también por la arquitectura de estilo. “Él siente a esta casona como una obra de arte”, remarcó.
Aspiran a que esos departamentos salgan al mercado como un producto innovador, con alquileres anuales. Serán unidades de 35 a 90 metros cuadrados cada una. Y que esa planta baja de pisos brillosos y amplias galerías se conviertan también en espacio de muestras de arte.
El local comercial ya tuvo a su primer interesado. Hubo un primer acuerdo con la cadena Hard Rock Café, aún sujeto a algunas condiciones por resolver. Si no se da ese plan, esperan por alguna otra firma del rubro gastronómico, que permita disfrutar el lugar y su vista panorámica desde el desayuno a la cena.
“Lo que más me motivó fue que se pueda vivir en una casa centenaria, que luzca como en sus orígenes pero restaurada y moderna, como una gran experiencia”, insiste Curi. Las obras tendrán continuidad durante este verano y se estima que podrían estar concluidas en los primeros meses de este año.