Primero jonrón, después que foul, slugger cubano pega un batazo que por pulgadas decide la fortuna de los Marlins

Ni explosión ofensiva ni remontada de última hora.

Los Marlins cayeron ante un rival que ocupa una posición muy bien conocida por ellos: la del aguafiestas. Eso son los Mets, un equipo que pasa sus días en el inútil acto de consumir el resto del calendario y, de paso, molestar a quienes juegan un béisbol relevante en septiembre.

Un cuadrangular de Jeff McNeil en la novena entrada fulminó el lunes en la noche las esperanzas de Miami de avanzar en la batalla por los comodines del Viejo Circuito y selló un triunfo 2-1 de Nueva York, ante 14,577 aficionados en el loanDepot park.

Otro batazo de Jorge Soler en la sexta pudo haber sido la diferencia con un hombre en circulación, pero el jefe del grupo de árbitros decidió revertir lo que en principio fue decretado como cuadrangular, lo que provocó la protesta del manager Skip Schumaker.

“El jefe de los árbitros decidió que era foul y qué le vas a hacer’’, expresó Schumaker.

“Es el béisbol, es algo que tienes que aceptar. Lo cierto es que no generamos mucho contacto fuerte y no pudimos construir muchos opciones de ofensiva’’.

A diferencia de los juegos contra Atlanta llenos de acción y carreras, este primer partido contra los Mets fue cerrado y peleado, al punto de llegar empatado a una carrera a la séptima entrada, cuando ya el abridor de los peces se había marchado a su clubhouse.

Para los Marlins fue un signo de alivio contemplar como Edward Cabrera caminaba algo más de cinco episodios con una sola anotación a su cuenta, después de una salida desastrosa en la que llegó a regalar seis bases por bolas en calidad de relevista.

Esta fue la primera apertura del lanzador dominicano desde que fuera llamado de su asignación a las Menores para que trabajase en el control y en el ataque efectivo a la zona de strike, y al menos solo regaló un pasaporte, con cuatro ponches y cuatro imparables.

La única carrera que permitió se produjo en el quinto episodio cuando el designado Mark Vientos conectó imparable por el jardín central para remolcar a Ronny Mauricio, pero fuera de eso Cabrera dio un paso de avance que ilusiona a su equipo de cara al tramo final de la contienda.

“Es una lástima que no pudimos apoyar más a Cabrera porque realmente hizo un tremendo trabajo en el posiblemente juego más importante de su carrera’’, agregó Schumaker.

“Cuando está dentro de la zona de strike ya sabemos de lo que es capaz de hacer’’.

Pero si Cabrera se comportó bien en el montículo, lo mismo se puede decir de José Butto, quien laboró a lo largo de seis episodios de una solitaria carrera producto de una conexión de doble matanza de Joey Wendle, con la cual anotaría Jesús Sánchez.

Dos de los cuatro imparables ante Butto nacieron del bate de Luis Arráez, quien con el primero de ambos se convirtió en el cuarto pelotero en la historia de los Marlins que suma 200 hits en una temporada para unirse a Dee Strange-Gordon (2015 y 2017), Juan Pierre (2004 y 2003) y Hanley Ramírez (2007).

Con dos semanas por consumir en el calendario, Arráez no solo tiene altas probabilidades de conquistar la corona de bateo de la Liga Nacional sino de aspirar a rebasar la marca de Miami para más imparables en una contienda, que es de 221 y pertenece a Pierre en el 2004.

Tras el segundo hit de Arráez en el sexto capítulo, Soler conectó un batazo enorme por el jardín izquierdo que en principio fue declarado jonrón -hubiera sido su número 37 del 2023-, pero luego se cambió a foul, borrando dos posibles rayitas a Miami.

Ese fallido cuadrangular habría venido como anillo al dedo porque en la novena McNeil pegó el vuelacercas que inclinaría la balanza del juego de manera definitiva del lado de los inquilinos de Queens.

Los Marlins (78-73) están ahora a medio juego del tercer comodín de la Liga Nacional que ocupan empatados los Cachorros de Chicago (78 -72) y los Rojos de Cincinatti (79-73) cuando restan 11 partidos.