Javier Mascherano, del amor a primera vista a una vida cruzada con River

"La intención de volver siempre está. Me quiero retirar en River". El expreso deseo de Javier Mascherano terminó siendo el inicio de una ruptura. Sus palabras llegaron una y otra vez a Núñez y alimentaron la ilusión de los hinchas, que soñaron siempre con el regreso del emblemático mediocampista de la selección Argentina. Pero el retorno nunca se dio. Y su figura hoy divide al público. Lo que era una historia de amor se transformó en una novela de desencuentros que el próximo domingo sumará un nuevo capítulo.

Para dimensionar la cantidad de agua que corrió bajo el puente, en el último torneo que Mascherano jugó con River, se produjo la última visita al viejo estadio de Estudiantes en 1 y 57, hoy convertido en el moderno Uno. El 20 de marzo por la 6° fecha del Clausura 2005, el Pincha venció 2-1 al Millonario, que también contaba con Marcelo Gallardo, Germán Lux y Gastón Fernández. Este domingo, a casi 15 años de aquel encuentro, el volante de 35 años se enfrentará por tercera vez al club que lo vio nacer. Y será en un duelo crucial por la definición de la Superliga.

"Siempre es especial enfrentar a River, pero hoy me debo a Estudiantes y bastante tenemos para pensar en mejorar nosotros como para pensar en el rival. Nosotros nos miramos a nosotros mismos, no tenemos margen de error. Vamos a enfrentar al mejor equipo del campeonato y tendremos que dar un plus", reconoció hace días Mascherano, quien llegó a Núñez a los 15 años para jugar en séptima hasta alcanzar la primera división a los 19.

Su debut oficial se produjo el 3 de agosto de 2003 en un 3-1 sobre Nueva Chicago y su último partido fue el 3 de julio de 2005 en la victoria 1-0 ante Huracán de Tres Arroyos que le permitió a River clasificar al repechaje de la Copa Libertadores 2006. Aquella tarde, con Marcelo Gallardo en el equipo titular, el Jefecito fue ovacionado en el Monumental por varios minutos y hasta hubo banderas que decían "Masche, ¡eternamente gracias!".

Tras 72 partidos, un gol y el título del Clausura 2004, dijo adiós cuando Corinthians pagó 15 millones de dólares por su pase. "Nunca imaginé una despedida así y me emocionó mucho. Es mi última vez y la gente me brindó mucho más de lo que yo le pude dar a ellos", comentó el día de su despedida. Pero rápidamente el destino lo volvió a cruzar con River.

En septiembre de 2005, a dos meses después de su partida, River y Corinthians se enfrentaron por los octavos de final de la Copa Sudamericana. Pero, justo antes del cruce, Mascherano sufrió una fractura por estrés en el navicular del pie izquierdo y no jugó hasta el otro año. Aquella serie la ganó el equipo brasilero, que contaba con Carlos Tevez, con un agónico empate 1-1 en el Monumental tras el 0-0 en Brasil. Y al poco tiempo volvieron a verse las caras.

El 27 de abril de 2006 fue la única vez que Mascherano volvió a jugar al Monumental. Por los octavos de final de la Copa Libertadores, visitó la camiseta número 3 de Corinthians y se fue expulsado en el segundo tiempo por doble amonestación, con la particularidad de que la segunda amarilla fue por una inexistente infracción que simuló Gallardo. La gente lo aplaudió y lo ovacionó mientras se retiraba por la pista de atletismo del estadio, River ganó 3-2 y luego se impuso por 3-1 en la vuelta en Brasil.

"En mi último partido en River había banderas, la gente me cantó y los últimos quince minutos fueron tremendos. Un año después volví al Monumental con Corinthians, me echaron y la gente no paraba de aplaudirme. River es muy especial para mí, tengo un cariño especial por el club, viví ahí, estudié ahí. River fue formativo. Es mi club", contó en su libro "Los 15 escalones del liderazgo", publicado en 2015.

Justamente ese año se produjo el último encuentro, en el que la relación se empezó a quebrar. El 20 de diciembre de 2015 se jugó la final del Mundial de Clubes que Barcelona le ganó 3-0 a River y el recuerdo de los más de 20 mil hinchas millonarios que viajaron a Japón no fue el mejor: no solo por la derrota, sino porque también ovacionaron a Mascherano y el jugador nunca devolvió el saludo. Y ni siquiera su posterior explicación calmó las aguas.

"Entiendo a la gente que lo pudo haber tomado como una falta de respeto y quizás fue un error, pero no quería comprometerme emocionalmente en un partido tan importante. Cualquier gesto puede ser tomado para cualquier lado y preferí aislarme. ¿Cómo voy a tener yo alguna razón para faltarle el respeto a la gente de River, con todo lo que me dio el club?", recordó en declaraciones a la Revista El Gráfico.

Pero la herida ya estaba abierta. Y, más allá del deseo que reiteró en sucesivas entrevistas durante su extensa carrera, su regreso nunca se concretó y los amagues solo abrieron una marcada grieta: algunos hinchas lo quieren, otros lo respetan, a otros le genera indiferencia y otros continúan enojados.

Tras aquella final, a mediados de 2016 su nombre sonó fuerte en River y tanto el presidente Rodolfo D'Onofrio como el manager Enzo Francescoli se comunicaron con él, pero el volante que por aquel entonces tenía 32 años eligió renovar en Barcelona. "Tuve la oportunidad, pero no era el momento en mi proyecto futbolístico", comentó.

Al año siguiente se reflotó la ilusión cuando se supo que no tenía lugar en el Barça y hasta volvieron las charlas con Francescoli, pero Mascherano descartó la chance por el alto costo que le suponía a River: "Era muy caradura de mi parte hacerle poner plata al club después de todos los años que estuve afuera", reconoció. Así, partió a Hebei Fortune de China, que abonó 10 millones de euros por su pase y estuvo entre 2018 y 2019. Su llegada a Estudiantes no sorprendió y Gallardo lo dejó en claro: "Nunca volvió porque hay momentos, no es nada raro. Lo aprecio y celebro su regreso que es muy bueno para nuestro fútbol".

Hoy, su figura continúa generando polémica en Núñez. Quizás como nadie lo imaginó cuando partió hace casi 15 años como una de las grandes joyas de la cantera. Este domingo, la historia entre River y Mascherano vuelve a sumar una página más. Y promete ser intensa.