Japón revive el trauma por las bombas nucleares al ver ‘Oppenheimer’, ocho meses después de su estreno en Estados Unidos

Kana Miyoshi en Hiroshima, Japón, con una foto de su abuela Yoshie Miyoshi, quien sobrevivió al bombardeo atómico de 1945 sobre esa ciudad, el 25 de mayo de 2016. Ese año, Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en funciones en visitar Hiroshima. (Adam Dean/The New York Times)
Kana Miyoshi en Hiroshima, Japón, con una foto de su abuela Yoshie Miyoshi, quien sobrevivió al bombardeo atómico de 1945 sobre esa ciudad, el 25 de mayo de 2016. Ese año, Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en funciones en visitar Hiroshima. (Adam Dean/The New York Times)

TOKIO – Mientras veía “Oppenheimer”, la película biográfica ganadora del Oscar sobre el padre de la bomba atómica que se estrenó en Japón el viernes, Kako Okuno quedó atónita por una escena en la que los científicos celebraban la explosión sobre Hiroshima con estruendoso zapateo y ondeos de banderas estadounidenses.

Ver los rostros llenos de júbilo “realmente me sorprendió”, dijo Okuno, de 22 años, maestra de guardería que creció en Hiroshima y ha trabajado como activista por la paz y el medioambiente.

Ocho meses después de que la película de Christopher Nolan se convirtiera en un éxito de taquilla en Estados Unidos, “Oppenheimer” ahora enfrenta al público japonés con la perspectiva estadounidense de uno de los acontecimientos más devastadores en la historia de Japón.

En la película están representados los descubrimientos revolucionarios de J. Robert Oppenheimer y su equipo antes de que Estados Unidos atacara a Japón con la primera descarga de la era nuclear. El largometraje ganó siete premios de la academia el mes pasado, incluido el de mejor película.

Okuno, que vio la película el sábado en Tokio, lamentó que la historia que cuenta no refleja las experiencias de los cientos de miles de víctimas de las bombas atómicas en Hiroshima o Nagasaki.

“Da miedo que esta película se estrene en el mundo sin una comprensión adecuada de los efectos de la bomba nuclear”, dijo. En cuanto al arrepentimiento que el personaje de Oppenheimer expresa en la segunda mitad de la película, Okuno opinó: “Si realmente pensó que había creado tecnología para destruir el mundo, desearía que hubiera hecho algo más al respecto”.

Bitters End, el distribuidor independiente japonés que estrenó la película, dijo en un comunicado en diciembre que había decidido llevar “Oppenheimer” a los cines después de “muchas discusiones y consideraciones”, porque el “tema que trata es de gran importancia y significado especial para nosotros los japoneses”.

Mucho antes de que la película se estrenara en Japón, los espectadores potenciales se enojaron con los aficionados estadounidenses que parecían tomar a la ligera el bombardeo atómico con imágenes fusionadas de “Oppenheimer” y la película “Barbie”, en un meme en línea que se denominó “Barbenheimer”, un fenómeno de internet que comenzó a circular antes del estreno simultáneo en cines de esas dos películas diametralmente opuestas en género.

Conscientes de las sensibilidades internas, algunos cines en Japón tienen advertencias, con carteles que alertan al público sobre escenas “que pueden recordar a los espectadores el daño causado por los bombardeos atómicos”.

En sus primeros tres días, la película, que se estrenó en 343 salas de todo el país, recaudó 379,3 millones de yenes (2,5 millones de dólares), lo que la convierte en la película extranjera más taquillera del país en lo que va de 2024.

Algunos comentaristas dijeron que apreciaban que la película se proyecte en Japón a pesar de la controversia previa. “No debemos crear una sociedad que haga imposible que veamos, pensemos y discutamos”, escribió Yasuko Onda, miembro del consejo editorial del Yomiuri Shimbun, el diario más grande de Japón. “No debemos ver las películas con los ojos entrecerrados”.

Aunque algunas personas, incluidos los sobrevivientes a la bomba atómica, han protestado por la exclusión de escenas de Hiroshima o Nagasaki, Yujin Yaguchi, profesor de Estudios Estadounidenses en la Universidad de Tokio, dijo que “Oppenheimer” simplemente refleja un punto de vista convencional que omite muchos otros de la narrativa, como la situación de los nativos americanos cuya tierra se utilizó para las pruebas nucleares.

La película “celebra a un pequeño grupo de científicos varones blancos que en realidad disfrutaron de su privilegio y de su amor por el poder político”, escribió Yaguchi en un correo electrónico. “Deberíamos centrarnos más en por qué una historia tan unilateral sobre hombres blancos sigue atrayendo tanta atención y adulación en Estados Unidos y lo que esto dice respecto a la política actual y la política más amplia de la memoria en Estados Unidos (y en otros lugares)”.

Algunos espectadores que vieron la película durante el fin de semana dijeron que reconocieron que la película tenía otra historia que contar.

Tae Tanno, de 50 años, que vio la película con su marido en Yokohama, la segunda ciudad más grande de Japón, dijo que se concentró en la repulsión de Oppenheimer cuando empezó a comprender el daño devastador que él y sus colegas científicos habían desatado.

“De verdad pensé: ‘Oh, él se sentía así, con remordimiento’”, dijo Tanno.

Esa caracterización de una conciencia moral puede reflejar cambios en el sentimiento público estadounidense, dijo Kazuhiro Maeshima, profesor de Gobierno y Política Estadounidenses en la Universidad Sofía de Tokio.

Hace unas décadas, una película que escenifica la culpa que sentía el creador de la bomba podría haber sido impopular en Estados Unidos, donde la narrativa aceptada era que las bombas atómicas evitaron una costosa invasión del Japón continental y salvaron las vidas de miles de soldados estadounidenses, explicó Maeshima.

Por ejemplo, en 1995, el Instituto Smithsoniano en Washington redujo drásticamente una exposición que mostraba parte del fuselaje del Enola Gay, el bombardero B-29 que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima. Grupos de veteranos y algunos miembros del Congreso objetaron partes del material propuesto para la exposición que planteaban dudas sobre la justificación de Estados Unidos para lanzar la bomba.

“Hace treinta años, la gente pensaba que era bueno que se lanzara la bomba, ahora siento que hay una visión más ambivalente”, dijo Maeshima.

En Japón, los espectadores pueden estar más dispuestos a ver una película que no se centre en las víctimas, casi ocho décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial y ocho años después de que Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en funciones en visitar Hiroshima.

Los activistas por la paz japoneses también ven a “Oppenheimer” como material para la discusión.

“Es una gran oportunidad para pensar en las armas nucleares desde una perspectiva muy internacional, porque es usual que en Japón se enseñe el tema de las armas nucleares como una historia sobre Hiroshima y Nagasaki”, dijo Akira Kawasaki, miembro del comité ejecutivo de Peace Boat, un grupo japonés sin fines de lucro que opera cruceros orientados a causas sociales.

A medida que los científicos desarrollan la inteligencia artificial y otras tecnologías potencialmente destructivas que los gobiernos podrían utilizar de una manera indebida, Kawasaki dijo que “Oppenheimer” ofrecía una posible advertencia.

“Los científicos son muy vulnerables y muy débiles frente a todo ese poder”, afirmó Kawasaki. “Un individuo no puede tener la fortaleza necesaria para enfrentarse a esas cosas”.

c.2024 The New York Times Company