“¡Fuera Jair!”: en San Pablo, desahogo y fiesta multitudinaria por el triunfo de Lula da Silva

Los simpatizantes de Lula da Silva montaron una fiesta en la Avenida Paulista. (Photo by CAIO GUATELLI / AFP)
Los simpatizantes de Lula da Silva montaron una fiesta en la Avenida Paulista. (Photo by CAIO GUATELLI / AFP) - Créditos: @CAIO GUATELLI

SAN PABLO.- El triunfo de Luiz Inacio Lula da Silva fue el más ajustado de la historia de Brasil, pero eso no fue impedimento para que sus simpatizantes desataran un multitudinario festejo anoche en el corazón San Pablo. En verdad, se vivió como un desahogo tras el tenso recuento que marcó el fin del gobierno del presidente Jair Bolsonaro, uno de los principales destinatarios de los cánticos de los seguidores del Partido de los Trabajadores (PT).

“¡Fuera Jair!” y “¡Lula, guerrero, del pueblo brasilero!”, gritaba la multitud concentrada frente al Museo de Arte de San Pablo (MASP) de la emblemática Avenida Paulista, el lugar elegido por el PT para montar la fiesta de la victoria. Una marea humana colmó varias cuadras en los alrededores a la espera de Lula, que hizo su aparición en el escenario a las 22.46. Fue un estallido ensordecedor. “¡Es la derrota del autoritarismo y del fascismo!”, arengó Lula, aclamado por sus simpatizantes.

Luiz Inacio Lula da Silva saluda a sus simpatizantes en San Pablo.
 (AP Photo/Andre Penner)
Luiz Inacio Lula da Silva saluda a sus simpatizantes en San Pablo. (AP Photo/Andre Penner) - Créditos: @Andre Penner

A nadie le importó que la diferencia entre Lula y Bolsonaro fuera de solo 1,8 puntos, un margen que dejará al presidente electo frente a enormes desafíos. “Peor que Bolsonaro no hay. Necesitábamos que se terminara esta pesadilla”, le dijo a LA NACION Isabela, una simpatizante de Lula de 15 años, nacida sobre el final del último mandato de Lula.

“Lula era el único que podía devolverle la alegría a la gente. ¡Vean esta fiesta!”, exclamó, exaltado, otro simpatizante con remera y bandera rojas, el color que simboliza al PT. “¡Lula, ladrón, robó mi corazón!”, empezó a cantar un grupo de amigos por detrás.

Luego otro hombre encendió un parlante a todo volumen con “Vou festejar”, de Beth Carvalho. Nadie a su alrededor quedó sin bailar. Después sonaron los temas de Anitta, la estrella brasileña que le dio su apoyo público a Lula, mientras corrían las latas de cerveza a 10 reales y brochetas de carne y pollo de los puestos callejeros.

Vista aérea de los simpatizantes del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva celebrando la victoria de su candidato durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en la Avenida Paulista de San Pablo
Vista aérea de los simpatizantes del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva celebrando la victoria de su candidato durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en la Avenida Paulista de San Pablo - Créditos: @MIGUEL SCHINCARIOL

La euforia contrastaba con el clima de decepción en el mismo lugar que, cuatro semanas atrás, había dejado la primera vuelta electoral, cuando Lula terminó 5,2 puntos por encima de Bolsonaro, en un resultado más estrecho de lo que preveían en el PT.

“Queremos otra vez un país con diversidad, que se termine el odio, y en el que todos los brasileños puedan volver a comer de nuevo”, expresó Daniela, de 28 años, otra petista que había ido acompañada de varias amigas a la fiesta en la Paulista. De fondo sonaban los hits de la campaña, desde “Tá na hora do Jair já ir embora” a “Traz de volta o Lula e manda embora o Bolsonaro”, sumado a los petardos y el griterío por los otros dirigentes del PT en el escenario.

Todos fueron vitoreados. Desde Geraldo Alckmin, el vicepresidente, hasta Fernando Haddad (que perdió la gobernación de San Pablo en el ballottage), por quien la gente pidió un ministerio. La esposa de Lula, Rosângela da Silva (Janja), también se llevó su ovación. “¡Primera dama!”, gritó la gente cuando Lula alzó su brazo junto al de su mujer.

La gente tampoco se olvidó de Neymar, el crack del PSG y la selección brasileña que le dio un fuerte respaldo a Bolsonaro en la campaña. “¡Ey, Neymar, vai ter que declarar!”, gritaba la gente. Lula había ironizado sobre el apoyo del jugador al presidente al asegurar que “tiene miedo” porque el Bolsonaro le perdonó una deuda de sus impuestos sobre la renta.

¡Nunca más Neymar! En el Mundial de Qatar voy a hinchar por la Argentina”, le dijo a LA NACION otro de los seguidores del PT.

Discurso y alivio

“La democracia está de vuelta en Brasil. La libertad está de vuelta. El pueblo va a poder sonreír otra vez”, prometió Lula, que se mostró “medio preocupado” por no tener confirmación de que el actual gobierno facilitará la transición. Generalmente, el presidente electo arma un gabinete de transición y cuenta con la colaboración del líder saliente para iniciar el nuevo mandato.

Me gustaría ser simplemente feliz, pero estoy feliz y medio preocupado. Porque a partir de mañana tengo que empezar a preocuparme por cómo vamos a gobernar este país. Necesito saber si el presidente que hemos derrotado permitirá que haya una transición, para que podamos tomar conocimiento de las cosas”, indicó Lula.

Tal vez me tome un par de días de descanso y luego me pongo a trabajar. Porque ya he sido presidente, ya gané la primera vez, y de todas las victorias que he tenido, esta es la más consagratoria”, resaltó el mandatario electo.

Luiz Inacio Lula da Silva besa a su esposa,  Rosangela "Janja" da Silva. (NELSON ALMEIDA / AFP)
Luiz Inacio Lula da Silva besa a su esposa, Rosangela "Janja" da Silva. (NELSON ALMEIDA / AFP) - Créditos: @NELSON ALMEIDA

Antes, en el bunker del PT en el hotel Intercontinental del barrio de Jardins, muy cerca del MASP, el conteo se vivió con cautela. Bolsonaro fue arriba hasta que se llegó al 67,76% de los votos escrutados, cuando se produjo la “virada” de Lula que a la postre sería irreversible.

“Ganamos. Apretados, pero ganamos…”, le dijo un asesor de Lula a LA NACION, seguido de un resoplido de alivio. Allí esa era la sensación. Desahogo por un triunfo más estrecho de lo imaginado y sabiendo que a partir de ahora los desafíos y las dificultades serán enormes, en un país que quedó partido al medio. “Él ya sabe cómo hacerlo porque estuvo allí ocho años. Está con mucha fuerza”, cerró el asesor.