Las jóvenes madres de Zimbabue alzan la voz en el ‘Club de Madres Adolescentes’

Marvellous, de 18 años, y su madre, Jacqueline, están sentadas juntas en el patio trasero de una clínica en Mbare, Zimbabue. Ambas sonríen a un pequeño bebé que se encuentra en los brazos de Marvellous.  El bebé se asoma entre los pliegues de su manta naranja y blanca, con la cabeza cubierta con un gorro rosa.

“En nuestra comunidad es tabú que una niña en edad escolar quede embarazada”, dice Marvellous. “Es humillante y vergonzoso para la familia de la niña. No sabía qué hacer ni a quién acudir”. 

“Mi hija estaba en tercero [cuando quedó embarazada], y no pudo pasar a cuarto grado [nivel ordinario] debido al embarazo… su padre estaba muy enojado porque acababa de pagar la matrícula. Teníamos grandes sueños para nuestra hija”, agrega Jacqueline.

Un tema que no se discute abiertamente 

Mbare y Epworth son dos municipios densamente poblados de Zimbabue. En los últimos años, durante la pandemia de COVID-19, ambas comunidades se han enfrentado a un cambio experimentado en todo Zimbabue: el aumento de los embarazos entre sus jóvenes.

Zimbabue entró en confinamiento en marzo de 2020, cerrando las escuelas casi por completo durante seis meses. Durante la pandemia también aumentaron los niveles de pobreza. Apartadas del aprendizaje cotidiano, y soportando la presión de sus familias que luchaban por llegar a fin de mes, muchas adolescentes se volvieron cada vez más vulnerables a la violencia sexual y de género, a los matrimonios infantiles y a un acceso reducido a la atención médica.

Estos retos propios de la época de la pandemia se sumaron a las barreras que ya enfrentaban las niñas en la comunidad debido a las creencias culturales, tabúes y mitos en torno a la salud sexual, algunos habituales en Mbare, y otros conocidos en muchos lugares del mundo.

“Los temas relacionados con la salud sexual y reproductiva (SSR) o la sexualidad no se discuten abiertamente en el espacio comunitario, especialmente cuando observamos las relaciones entre los padres, las madres y sus hijas e hijos”, explica la trabajadora social de MSF en Mbare, Relative Chitungo.

“En el momento en que un adolescente trata de acercarse a uno de sus padres y pregunta sobre estos temas, se le señala con el dedo o le culpan por ser, digamos, travieso. El miedo a ser juzgados y juzgadas también impide que la mayoría de adolescentes busquen o accedan a la información adecuada que es muy importante para tomar decisiones sobre su salud”, concluye.

Dado que las adolescentes generalmente dependen de sus padres y madres para el apoyo financiero y la mayoría de los servicios de SSR son relativamente costosos, puede ser increíblemente difícil para ellas mantener en privado un viaje a una clínica de SSR.

“Hay razones por las que muchas niñas no van a los centros de salud a recoger protección (condones) o anticonceptivos”, dice Marvellous. “Esto se debe a que nuestras comunidades, e incluso nuestros propios padres, exigirían saber la razón por la que fuimos a una clínica”. 

“A quienes hablan sobre el uso del condón o los beneficios de usarlo se les etiqueta como chicas de moral relajada o de ser prostitutas. También hay mitos de que si una usa anticonceptivos antes de tener bebés, nunca concebirá”. 

El Club de Madres Adolescentes

Para Marvellous, su primer contacto con un servicio de salud sexual y reproductiva fue un folleto de la clínica de Médicos Sin Fronteras en Mbare.

“MSF llevó a cabo un programa de acercamiento en nuestra comunidad y me entregaron un folleto mientras me decían cómo MSF podría ayudar a las mujeres jóvenes en mi situación. Me derivaron a la clínica Edith, en Mbare. Me recibió una tía del equipo de MSF”. 

“Fue aquí donde narré mi historia, antes de que ella me llevara a la consejería. Al día siguiente volví y me uní al ’Club de Madres Adolescentes’. Darme cuenta de que había más chicas en mi situación me dio una sensación de alivio”. 

El proyecto que MSF tenemos en Mbare comenzó en 2015 como un proyecto de salud sexual y reproductiva para adolescentes. A lo largo de los años, a medida que el proyecto crecía, se identificaron brechas en el apoyo a las madres jóvenes durante el embarazo, la atención segura del parto y el apoyo a la madre y al bebé después del parto.

El Club de Madres Adolescentes se creó en 2020, tras ser desarrollado por un equipo de parteras, consejeras, trabajadoras sociales y promotoras de salud.

¿Sus objetivos? Apoyar a las adolescentes embarazadas para mitigar los riesgos asociados con el embarazo temprano y empoderar a las madres jóvenes con conocimientos sobre anticoncepción y sexo seguro, embarazo, parto seguro, paternidad, salud mental y perspectivas escolares y profesionales.

El proyecto también busca romper las barreras sociales, incluyendo las actitudes, los tabúes y los costosos servicios de salud, que dificultan el acceso de las madres jóvenes a los cuidados de SSR.

“Marvellous me explicó qué es el Club de Madres Adolescentes, lo bueno que es para ella, lo bien que la recibieron y que iba a asistir a ese club”, cuenta Jacqueline. “Me dijo que MSF iba a registrar su embarazo en un hospital, comprar ropa para su bebé y monitorear su salud durante el embarazo. Me alegró escuchar eso”. 

Otra de las participantes, Miriam, estaba embarazada de cuatro meses cuando asistió a una consulta de control prenatal en la clínica Edith y fue derivada al club. “Nos educaron sobre cómo protegernos de embarazos no deseados… dijeron que quedarse embarazada no significa que una sea un fracaso en la vida”, cuenta.

“Cuando estaba por dar a luz, me animaron a venir para revisiones de embarazo sin costo alguno. MSF nos proporcionaría asesoramiento y pruebas gratuitas. En caso de que el resultado sea VIH positivo, brindarán sesiones de asesoramiento. A quienes la prueba sea negativa, les explicarían los efectos de ser VIH positivas”. 

El programa también reconoce que las mujeres jóvenes y sus familias deben ser capaces de manejarse financieramente en el futuro, lo que ha llevado a la capacitación en habilidades generadoras de ingresos, como el trabajo de técnica de uñas y la fabricación de jabón.

Marvellous decidió aprender a fabricar detergente líquido y su madre la ayudó a producirlo y venderlo. “Mezclábamos los ingredientes y nos aconsejábamos sobre las medidas correctas”, explica Jacqueline. “El proyecto del lavavajillas animó a mi familia y vendimos mucho durante el embarazo [de Marvellous]. Hicimos mucho con lo recaudado”.

Escuchar las voces de las jóvenes

La clave del éxito del proyecto son sus “madres adolescentes campeonas”: chicas que han participado ellas mismas en el club y están interesadas en convertirse en educadoras entre pares. Reciben capacitación en promoción de la salud, para llegar a otras adolescentes que enfrentan retos similares y guiar a sus pares.

MSF contrató a Marvellous como educadora de acompañamiento entre pares después de que comenzó a visitar voluntariamente a las adolescentes de su comunidad para transmitir la información que había aprendido. “La asistencia que recibí de MSF me inspiró a retribuir a mi comunidad, al darme cuenta de que no era la única con el mismo problema”, explica

“Ahora, como educadora de acompañamiento entre pares, estoy alentando a las madres adolescentes de mi comunidad a registrar sus embarazos para poder dar a luz en espacios seguros”, explica Marvellous, quien también ayuda a brindar educación sobre salud sexual, información sobre anticonceptivos y derivaciones a la clínica para atención prenatal.

“La creación de este club trajo un gran cambio en la reducción de las muertes maternas dentro de nuestras comunidades. Quienes recibieron ayuda ahora difunden el mensaje”, asevera Marvellous.

Relative Chitungo afirma que, como trabajadoras de la salud, es vital que creen el espacio para que las madres jóvenes hablen por sí mismas. “Hemos sido muy estratégicas para decir, está bien, queremos empoderar a las adolescentes… para que alcen la voz, para que sean ellas mismas. Para que tengamos programas efectivos, tenemos que escuchar sus voces”, explica.

MSF también organiza sesiones de educación sobre salud sexual con los cuidadores de las participantes. El proyecto ha tenido éxito en involucrar a los padres y madres de las madres adolescentes y alienta a las chicas a traer a sus parejas también.

Los padres se han sumado al Club de Madres Adolescentes para difundir el mensaje a la comunidad, para decir, ‘vamos a estar allí para nuestras hijas’.

Jacqueline está entre ellas.

“Me gustaría animar a los padres a abrazar a sus hijas cuando se enfrenten a estos retos. Acepté esta situación y estoy agradecida con esta organización (MSF) porque pude ver que los ánimos de mi hija se habían elevado después de mucho tiempo”, dice. “Estoy contenta de que esté orgullosa de lo que hace para ayudar a las demás. Ahora es completamente capaz de cuidar y criar a su bebé sin ningún problema”, concluye.

Información y empoderamiento

Todavía quedan obstáculos por delante para muchas adolescentes embarazadas y madres jóvenes en Mbare. Aunque el gobierno de Zimbabue revocó una ley en agosto de 2020 que prohibía que las estudiantes embarazadas asistieran a la escuela, el estigma que afecta a estas estudiantes es más difícil de eliminar, lo que significa que muchas siguen abandonando sus clases. Si bien varias de las madres jóvenes del club están volviendo a aprender, MSF tiene previsto trabajar con otras organizaciones para apoyar aún más su reintegración a la escuela.

“Cuando vamos a la escuela, nos dan tiempo para crecer física y mentalmente, y nuestras mentes se abren”, explica Relative Chitungo. “Es entonces que una joven… se empodera. Está en condiciones de hacerse cargo de su cuerpo, de tomar decisiones sobre cuestiones que le afectan”. 

Para las 124 adolescentes que se han inscrito, el Club de Madres Adolescentes está sentando las bases para que las chicas recuperen el control sobre su salud y la de sus bebés, y para que tomen decisiones que que les convengan.  Es un sentimiento que Marvellous dice haber adquirido al encontrar el club.  “Mi vida ha mejorado porque ahora estoy bien informada, no como antes”.

@MSF_Mexico