‘Irme de Cuba sin mi hija no es opción’: Familias cubanas sufren separadas por el parole

El 28 de junio Kenia Nápoles Martínez despidió a su esposo en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana y regresó a casa a cuidar sola de su bebé de ocho meses.

“Él se fue muy a su pesar”, dice Nápoles, de 39 años. Su esposo prefiere no hablar. “En sus planes nunca estuvo irse del país y mucho menos sin su familia”, asegura.

Su esposo, según Nápoles, no sabe cambiar pañales pero hace filas interminables para comprarlos. La pequeña Samantha llegó a sus vidas cuando ya se habían rendido a la idea de ser padres, después de seis largos años de tratamientos de fertilidad y hospitalizaciones. Ahora, a ocho meses de su nacimiento, su padre se va de casa por tiempo ilimitado como beneficiario del programa de parole humanitario puesto en marcha por la administración Biden en enero de 2023.

“Nos sentimos contrariados y tristes al tomar esta decisión”, asegura Nápoles.

En su familia fueron beneficiados cuatro miembros, excepto su bebé. “Mi niña está en un limbo informático y no sé si algún día la aprueben finalmente”, dice la madre. “Me siento impotente y es un sabor agridulce, nos llegó la suerte que tanto deseábamos, pero incompleta”.

Kenia y su familia
Kenia y su familia

Nápoles y su familia viven hoy la pesadilla que también atraviesan decenas de familias cubanas separadas por la descoordinación del programa de parole humanitario establecido con el fin de detener la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos, el cual prevé cupos para 30,000 ciudadanos de Cuba, Nicaragua, Haití y Venezuela mensualmente.

Desde sus inicios, el parole ha estado rodeado de preguntas sin respuestas concretas respecto a las largas esperas, la desorganización por parte del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) que alegan algunos beneficiarios, los tiempos y márgenes de las prórrogas de viaje y, por si fuera poco, las familias divididas sin saber cuándo podrán ser reunificadas.

En un caso similar al de Nápoles se encuentra la cubana Yunisleidy Valdés Cordero, de 30 años. El parole humanitario fue la oportunidad que vieron de reunirse ella y su hija de un año junto a su esposo, que lleva un tiempo radicado en Estados Unidos.

No obstante, aunque el pasado 2 de febrero fueron aprobados cinco miembros de su familia, su pequeña fue la única que no fue notificada como aprobada. Valdés tiene un permiso de viaje que vence el próximo 30 de julio, y está en una agonizante encrucijada.

Yunisleidy Valdés Cordero junto a su esposo y su bebé.
Yunisleidy Valdés Cordero junto a su esposo y su bebé.

“Hay que tomar una decisión y las dos alternativas son difíciles. Una sería irme y reunirme con mi esposo y ayudarnos mutuamente para avanzar en la vida, dejando atrás lo más grande para ambos, que es nuestra hija”, dice. “La otra opción sería quedarme en Cuba con mi niña y esperar por la reunificación familiar que demora de tres a cuatro años”.

Valdés se levanta cada mañana a la espera de una notificación de parte de USCIS, pero los días pasan y no obtiene una respuesta. Mientras esto suceda, optará por permanecer en la Isla: “Irme de Cuba sin mi hija no es opción”.

El Nuevo Herald envió a USCIS preguntas relacionadas con la situación de desorganización que reportan las familias y el limbo en que se mantienen sin recibir una respuesta precisa. USCIS se negó a contestar el cuestionario y redirigió la solicitud al Departamento de Seguridad Nacional (DHS), que tampoco ha respondido.

‘Tomamos esta decisión tan difícil por miedo al juicio’

En enero de 2023 el presidente Joe Biden tomó el micrófono desde la Casa Blanca para anunciar a los migrantes que evitaran los cruces ilegales fronterizos, como parte de un acuerdo con México. “Quédense donde están y soliciten legalmente [refugio] desde allí”, advirtió.

Desde entonces, este programa, que permite que un patrocinador ampare económicamente a una persona o grupo de personas al llegar al país y que abre la posibilidad de obtener permiso de trabajo de manera inmediata a los beneficiarios, se ha visto en el ojo del huracán.

Una veintena de estados republicanos presentaron una demanda para eliminar el programa con el cual llegaron a territorio estadounidense hasta el mes de mayo unos 28,000 cubanos, de 29,000 solicitudes aprobadas, según informó a la prensa Blas Núñez-Neto, subsecretario de Política de Fronteras e Inmigración del DHS.

En medio de las noticias sobre el juicio con fecha para el próximo 24 de agosto en el que podría llegar a su fin el programa de parole, muchos cubanos desesperados se han visto obligados a dejar atrás a sus familiares.

“Llevo tres meses en Estados Unidos con mi hija menor porque tomamos esta decisión tan difícil de irnos delante por miedo a que en el juicio fueran a suspender el parole y entonces no poder venir ninguno”, cuenta Rosa María Rodríguez González, de 51 años, quien lleva tres meses en Guymon, Oklahoma, junto a su hija y a la espera de su esposo, quien no ha sido aprobado hasta el momento.

“Mi hija tiene 19 años y no tiene futuro en Cuba. Por eso tomamos la decisión de separarnos, pero vivo con la incertidumbre de no saber cuándo volveremos a estar juntos. No es fácil, son 22 años con mi esposo, sin separarnos, y ahora ya casi cuatro meses lejos”, añade.

Rosa María Rodríguez González y su esposo
Rosa María Rodríguez González y su esposo

Giraldo Enrique Santiesteban, de 35 años, asegura que trata de permanecer el menor tiempo posible en su casa en el municipio de Antilla, en Holguín, por la tristeza que le provoca saber que hace cinco meses que no ve a su esposa y a sus hijas, una de dos años y otra de ocho meses.

A pesar de que todos fueron patrocinados por la misma persona, él fue el único a quien no le llegó la aprobación del parole. “Al pasar varios días y ver que a mí no me llegaba, y escuchar todos los comentarios alrededor del parole, cogimos un poco de miedo de que lo fueran a quitar y decidimos que ellas se fueran delante”, dijo.

Aunque Santiesteban jamás se había separado de su esposa y afirma estar desesperado ante la incertidumbre de no saber cuándo podrán estar juntos, cree que esta es una oportunidad que no podían dejar escapar.

“Algunas personas dirán: ¿y por qué mandó a su esposa y sus hijas delante? Ah, pero hay que vivir aquí para saber lo que uno puede estar pasando”, asegura.

Viajeros cubanos en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, Cuba, en noviembre del 2020.
Viajeros cubanos en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, Cuba, en noviembre del 2020.

‘Es frustrante que nadie te indique el camino’

Muchas familias en situaciones similares hablan de una desorganización en los procesos relacionados con el parole, sin que las autoridades migratorias estadounidenses les ofrezcan una explicación.

La hija de 13 años de la cubana Diana Teresa Suárez Cabrera fue aprobada antes que su mamá. A la espera de Suárez, a la niña también se le venció su permiso de viaje. Cuando a la madre le llegó su aprobación, ya la hija no podía viajar. A pesar de que han solicitado una prórroga, hasta el momento no reciben respuesta.

“Mi autorización se vencerá el 5 de agosto y la prórroga no llega”, dice Suárez, cuyo esposo ya se encuentra en Estados Unidos tras ser aprobado antes. “Es decir, que si no llega antes de esa fecha yo perdería la oportunidad de viajar con el parole solo por trámites burocráticos”.

Aunque su hermano, quien también es su patrocinador, se ha comunicado con USCIS, CBP y hasta con congresistas, lo cierto —sostiene— es que nunca reciben una respuesta certera.

“Es frustrante que nadie te indique el camino o te diga qué hacer, a qué puerta llamar y que te oigan”, asegura Suárez. “Hasta que no vean que no somos un caso aislado, sino muchas familias y en aumento, no van a resolver el problema”.

Ciertamente, las familias entrevistadas coinciden en que han llamado varias veces al Centro de Contacto de USCIS o CBP con el fin de obtener una explicación sobre sus problemas, pero la respuesta que todos reciben es la misma: debes esperar.

“Hay mucho reguero de parte de USCIS, tú llamas y solo te dicen que esperes”, dice Santiesteban. “La palabra mágica de ellos es: tiene que ser paciente y esperar. Y así llevo casi cinco meses de espera y casi tres meses separado de mi esposa y mis hijas”.

Yunisleidy Valdés Cordero, por su parte, cuenta que está en la misma situación: “En las llamadas a USCIS siempre te dicen lo mismo, o sea, que el caso está en revisión, que debes esperar”.

Y Rosa María Rodríguez González también afirma que no recibe otra respuesta que no sea igual a las anteriores: “Hemos llamado a USCIS y lo único que nos dicen las tres veces que hemos llamado es que todo está bien y que tenemos que esperar”.

¿Qué opinan los abogados de inmigración?

El abogado Ismael Labrador, de la firma de abogados Gallardo Law Firm, de Miami, considera que como este “es un programa muy nuevo, no diseñaron todas las bases sobre cómo iba a funcionar”.

“USCIS nunca determinó si los hijos y las personas menores deben ser nombrados derivativos en la aplicación de los padres y adultos, y esto podría ser una solución para el futuro cercano, ya que es una situación bien común”, explica.

Por su parte, el abogado Miguel Inda-Romero asegura que este programa fue ideado con un buen fin, pero ha terminado provocando una “situación caótica”.

“Un programa que podría reunir a tantas familias, ha creado un caos total”, sostiene Inda-Romero.

En su opinión, una solución estaría en priorizar los casos según el tiempo en que solicitaron, y otra sería disponer del personal necesario para procesar todas las solicitudes de parole.

“No imaginaron la cantidad de personas que iban a participar. El programa ha ayudado a muchos, pero otros se han quedado con la esperanza de venir y la desesperación es tremenda”, añade Inda-Romero.

En cuanto a las decenas de familias que debido a situaciones similares han tenido que pedir prórrogas de sus casos y no reciben respuesta por parte de USCIS, Labrador recomienda insistir. “Llamar y dejarles saber que hay una solicitud de prórroga pendiente para que ellos nombren un oficial que tome algún tipo de alternativa y mire el caso”, aconseja. “No hay otra cosa que se pueda hacer”.

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