En Irán, retenes y represión marcan 1er aniversario de protestas por la muerte de Mahsa Amini

Una mujer uraaní sin el velo obligatorio pasea su perro en un parque donde el grafitti contra el gobierno está tapado con pintura negra, 6 de marzo de 2023. Los iraníes marcan el primer aniversario de las protestas que estallaron cuando murió una joven a manos de la policía de la moral. (AP Foto/Vahid Salemi)

TEHERÁN, Irán (AP) — Retenes viales. Interrupciones en el internet. Redadas en universidades. La teocracia de Irán se esfuerza tanto por ignorar el próximo aniversario de las manifestaciones nacionales contra la ley de uso obligatorio del velo en todo el país como por mitigar cualquier posibilidad de más disturbios.

Sin embargo, la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, el 16 de septiembre, sigue resonando en todo Irán. Algunas mujeres han decidido no llevar velo o hiyab, pese a las medidas cada vez más severas de las autoridades.

A toda prisa, los trabajadores municipales de Teherán están cubriendo de negro los grafitti, probablemente contra el gobierno de Irán. Profesores universitarios han sido despedidos por supuestamente apoyar a los manifestantes.

La presión internacional contra Irán sigue siendo alta, incluso mientras la administración intenta reducir las tensiones con otras naciones en la región y Occidente tras años de confrontación.

“Convertir en un arma la ‘moral pública’ para negarle a las mujeres y las niñas su libertad de expresión es algo que desempodera por completo, asimismo, afianza y amplía la discriminación y la marginación de género”, expertos independientes de las Naciones Unidas advirtieron a principios de este mes.

Las protestas por la muerte de Amini que estallaron después de su arresto hace un año en manos de la policía de la moral, presuntamente por su hiyab, representaron uno de los desafíos más grandes de la teocracia iraní desde la Revolución Islámica de 1979. Las medidas severas que posteriormente implementaron las fuerzas de seguridad dejaron 500 muertos y más de 22.000 detenidos.

El gobierno de Irán, incluido el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha culpado a Occidente de fomentar los disturbios, sin ofrecer evidencia para sustentar esta acusación. No obstante, las manifestaciones fueron animadas por las dificultades económicas generalizadas que los 80 millones de iraníes han enfrentado desde el colapso del acuerdo nuclear de Irán con potencias mundiales después de que, en 2018, el entonces presidente Donald Trump, retiró a Estados Unidos del acuerdo de manera unilateral.

Con el retorno de las sanciones de Occidente, la moneda iraní —el rial— se desplomó, diezmando los ahorros de la población. La inflación se apoderó de la nación, y como resultado, se dispararon los precios de los alimentos y otros productos básicos, en parte debido a las presiones mundiales tras la pandemia del coronavirus y el inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania. En cifras oficiales, el desempleo total alcanza el 8%, si bien uno de cada cinco jóvenes iraníes no tiene trabajo.

Videos de las manifestaciones del año pasado mostraron a muchos jóvenes participando en las protestas, por lo que, al parecer, las autoridades se han centrado más en las universidades iraníes en semanas recientes. Hay un precedente histórico que lo explica: en 1999 manifestaciones estudiantiles se extendieron en Teherán dejando por lo menos tres muertos y 1.200 detenidos y se propagaron rápidamente a otras ciudades.

Si bien, en gran medida, las universidades siguen siendo uno de los pocos lugares seguros para que los estudiantes se manifiesten, los planteles han sentido la implementación más reciente de las medidas severas. En el curso del año pasado, el Sindicato de Estudiantes Iraníes ha asegurado que cientos de estudiantes se enfrentaron a paneles disciplinarios en sus universidades en virtud de las manifestaciones.

Durante el mismo periodo, por lo menos 110 profesores universitarios, adjuntos y de tiempo completo, han sido despedidos o suspendidos de manera temporal, según un reportaje del periódico reformista Etemad. Los despidos se han concentrado sobre todo en escuelas de Teherán, entre ellas la Universidad Azad en Teherán, la Universidad de Teherán y la Universidad Médica de Teherán.

Etemad asegura que los despedidos son de dos grupos: profesores preocupados con la elección del presidente radical Ebrahim Raisi y quienes apoyaron las manifestaciones tras la muerte de Amini.

Pero en otras universidades también hubo despidos.

En la Universidad de Tecnología de Sharif, en Teherán, el profesor de inteligencia artificial y bioinformática, Ali Sharifi Zarchi, un crítico apoyó a sus alumnos que participaron en las manifestaciones, por lo que posteriormente las fuerzas de seguridad iraníes lo sometieron a un interrogatorio, y fue uno de los despedidos.

15.000 personas firmaron una petición para instar a la universidad a anular su despido. “Presionar a los profesores y los alumnos constituye una mancha negra en la historia orgullosa de la #Universidad_Teherán y debe detenerse”, Zarchi escribió en línea antes de su despido.

Entre los profesores universitarios despedidos también figura Hossein Alaei, antiguo comandante del grupo paramilitar Guardia Revolucionaria y ex viceministro de defensa, así como Reza Salehi Amiri, ex ministro de cultura. Hace una década, Alaei comparó a Jamenei con el antiguo sha de Irán, mientras que Amiri fue un antiguo funcionario en la administración del relativamente moderado presidente Hassan Rouhani.

Rouhani, cuyo gobierno pactó un acuerdo nuclear con las potencias mundiales en 2015, ha criticado los despidos universitarios.

“Destruir el prestigio de las universidades y sus profesores… es una pérdida para los alumnos, la ciencia y el país”, dijo Rouhani, de acuerdo con un reportaje del sitio de noticias en línea Jamaran.

El director de la Universidad de Teherán, Mohammad Moghimi, ha intentado defender los despidos al detallar que los profesores enfrentaban “problemas éticos”. Algunos extremistas también han insistido en que los despidos no fueron políticos, aunque el periódico extremista Kayhan vinculó de manera directa los despidos y las manifestaciones.

“No es lógico permitirle a nadie disentir del sistema bajo la dirección de extranjeros”, escribió el periódico.

Los manifestantes en las calles de Teherán dicen que es probable que las medidas del gobierno empeoren la situación.

“Quieren meter a su gente a la universidad con la esperanza de detener las manifestaciones, pero los estudiantes mostraremos nuestras objeciones de manera inimaginable”, dijo Shima, universitaria de 21 años. “No pudieron prevenir las protestas del año pasado porque nadie puede predecir un terremoto”.

Las autoridades “están luchando contra molinos de viento con espadas de madera”, agregó Farnaz, universitaria de 27 años. Ambas mujeres solo dieron sus nombres por temor a las represalias.

El gobierno ha intentado no dar declaraciones a propósito del aniversario. Raisi nunca pronunció el nombre de Amini durante una conferencia de prensa reciente con los medios de comunicación, y también mencionó las manifestaciones por encima. Los medios estatales y semioficiales de Irán también han evitado mencionar el aniversario, lo que señala la presión del gobierno.

Pero en privado, activistas reportan un aumento en el número de personas interrogadas y detenidas por las fuerzas de seguridad, incluido un tío de Amini.

Saleh Nikbakht, abogado de la familia de Amini, enfrenta un proceso judicial, se le acusa de diseminar “propaganda” en sus entrevistas con los medios extranjeros.

En días recientes, se ha notado la presencia de más policías en las calles de Teherán, incluidos retenes viales para los motociclistas en la capital del país. El acceso a internet también ha sido interrumpido considerablemente en días recientes, de acuerdo con el grupo de activismo NetBlocks.

Y en el extranjero, los medios de comunicación del estado iraní reportaron que alguien le prendió fuego a llantas frente a la embajada de Irán en París durante el fin de semana. Se prevén manifestaciones para marcar el aniversario este sábado en distintas ciudades del extranjero.

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Gambrell reportó desde Dubái, Emiratos Árabes Unidos. El redactor de Associated Press, Amir Vahdat, contribuyó con este reportaje desde Teherán, Irán.