Tres investigaciones, pero todavía ninguna respuesta sobre quiénes sabotearon los gasoductos Nord Stream

La instalación donde el gasoducto Nord Stream 1 emerge del mar Báltico en Lubmin, Alemania, el 30 de septiembre de 2022. (Laetitia Vancon/The New York Times)
La instalación donde el gasoducto Nord Stream 1 emerge del mar Báltico en Lubmin, Alemania, el 30 de septiembre de 2022. (Laetitia Vancon/The New York Times)

Después de la medianoche de un lunes a finales de septiembre, sismógrafos en Suecia registraron de repente una perturbación violenta que sacudió el lecho del mar Báltico al sur de la isla rocosa de Bornholm, otrora una posición vikinga que es parte de Dinamarca.

Horas después (a las 7:00 p. m., hora local), sucedió de nuevo: se registró una serie de explosiones submarinas más lejos de la costa noreste de la isla.

La siguiente mañana, fotografías mostraron fugas enormes de metano que burbujeaban en la superficie del océano sobre los dos sitios donde hubo explosiones, lo que confirmó los reportes de una pérdida grave de presión en los Nord Stream 1 y 2, los ductos de gas natural que conectan a Rusia y Alemania.

Ahora, un mes después de que explosiones bajo el agua causaron agujeros en los gasoductos Nord Stream en aguas internacionales con extenso tráfico, la fuga se ha detenido, las primeras imágenes submarinas del metal retorcido y las aberturas cortadas se han difundido y tres países tienen investigaciones en proceso.

No obstante, más alla de aceptar que se usaron explosivos en actos de sabotaje, los investigadores han revelado pocos detalles de sus hallazgos. En medio de una especulación enorme sobre quién llevó a cabo las explosiones (¿fueron los rusos para tratar de conmocionar a Occidente, fueron los estadounidenses para tratar de cortar una arteria económica rusa o tal vez las causaron los ucranianos con la intención de vengarse de Rusia?), lo que se sabe sigue siendo tan turbio como las imágenes del lecho del mar Báltico.

Dinamarca, Alemania y Suecia han iniciado investigaciones independientes sobre las fugas (Dinamarca y Suecia porque las explosiones ocurrieron en aguas que se ubican dentro de sus llamadas zonas económicas exclusivas y Alemania porque ahí es donde los gasoductos terminan).

En una misiva al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del 29 de septiembre, tres días después de los incidentes, Dinamarca y Suecia afirmaron que ambos países creían que “varios cientos de kilogramos” de explosivos habían sido usados para dañar los ductos, cada uno de los cuales mide más de 1 metro de diámetro y está hecho de acero revestido de concreto pesado.

Los tres países se niegan a dar a conocer más información. Las tensiones geopolíticas agudas en torno a los estallidos (que surgen en medio del feroz combate en Ucrania y una guerra económica entre Moscú y Occidente) han aumentado las precauciones.

Jens Wenzel Kristoffersen, un comandante en la Marina danesa y analista militar en el Centro para Estudios Militares de la Universidad de Copenhague, comentó: “Todo se desarrolla con mucha secrecía. La razón es solo porque tienen que estar totalmente seguros. Cuando tengan los resultados, deben estar basados en hechos muy comprobados, no solo en especulación”.

Kristoffersen indicó que piensa que es poco probable que cualquiera de los investigadores haga un anuncio “hasta que tengan la evidencia definitiva”.

Agregó que los hallazgos tentativos o poco coordinados “podrían llevar a reacciones que no serían útiles en este momento”.

El gobierno alemán precisó que la complejidad de la examinación forense de los sitios dañados “casi con toda certeza no permitirá que se hagan declaraciones confiables a corto plazo sobre la autoría” o sobre quiénes llevaron a cabo los ataques.

Los gasoductos son propiedad de Gazprom, el monopolio estatal ruso de gas natural. (Algunas de las participaciones minoritarias en Nord Stream 1 están en manos de otras cuatro compañías energéticas: E.On y Wintershall Dea, ambas con sede en Alemania, así como Gasunie en los Países Bajos y Engie en Francia).

Funcionarios rusos se han quejado de que no se les ha permitido investigar los lugares de las explosiones. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, acusó a los europeos de realizar una investigación “hermética” sin el involucramiento de Moscú. La agencia Reuters informó que Peskov señaló: “Según declaraciones que escuchamos de Alemania, Francia y Dinamarca, esta investigación se inició de manera inherente para culpar a Rusia”.

Los gasoductos gemelos de más de 1200 kilómetros, que se extienden desde la costa noroeste de Rusia hasta Lubmin, en el noreste de Alemania, siempre han sido el foco de las tensiones internacionales. El Nord Stream original, completado en 2011 con un costo superior a los 12.000 millones de dólares, recibió críticas que lo calificaban como una manera costosa para que Gazprom enviara gas a Alemania y evitara pagar cuotas de tránsito en Ucrania.

Años después, la idea del Nord Stream 2, un gasoducto hermano que duplicaría la capacidad del original, enfrentó críticas de muchos países de Europa oriental y central, así como de Estados Unidos, que advirtió que este le permitiría a Moscú reforzar la dependencia de Alemania del gas ruso. Aunque el gasoducto de 11.000 millones de dólares se completó el año pasado, las autoridades alemanas lo archivaron justo antes de que Rusia invadiera Ucrania en febrero.

Aunque el gasoducto más nuevo nunca ha sido usado y el original no ha transportado gas desde julio debido a lo que Gazprom califica de problemas técnicos, ambos estaban llenos de metano a altas presiones para ayudar a los ductos a soportar la presión del agua en el lecho marino. Ambos gasoductos de Nord Stream se componen de dos ramales de tubería que corren a lo largo del lecho marino. Las explosiones causaron fugas en ambos ramales del Nord Stream 1, pero en solo un ramal del Nord Stream 2. Su otro ramal permanece intacto.

Imágenes poco claras publicadas la semana pasada por el tabloide sueco Expressen apuntaban a la fuerza de la explosión que impactó al Nord Stream 1 y parecían mostrar que varios segmentos del ducto fueron separados del gasoducto principal.

Trond Larsen, operador de un dron sumergible a quien el periódico sueco encargó esas imágenes, puntualizó que cuando los ductos estallan, el gas altamente comprimido (hasta 223 kilogramos por centímetro cuadrado) afectó el lecho marino, ya que al parecer sepultó partes del ducto dañado.

En una entrevista telefónica, Larsen aseguró: “Creo que vimos la parte del ducto que va hacia el oeste todavía enterrada en el lecho marino y la parte final del ducto que va hacia el este levantada del lecho marino”. Indicó que había pocos escombros en el área, tal vez porque la salida rápida de gas los había empujado lejos o ya habían sido retirados por los investigadores suecos.

La semana pasada, investigadores alemanes también enviaron un contenedor equipado con drones submarinos y un robot buzo para peinar el lecho marino en la misma área para buscar más evidencia de la explosión.

Desde las explosiones, se han incrementado los patrullajes en los mares Báltico y Del Norte, el cual es hogar de una red vasta de cables y ductos que conectan a Noruega (el exportador energético más importante de Europa desde que Rusia invadió Ucrania) con el Reino Unido y Europa continental. La seguridad también es alta a lo largo de un gasoducto abierto hace poco, el Ducto Báltico, que lleva gas noruego a Polonia y cruza las arterias del Nord Stream en el lecho marino en un punto cercano a los sitios de las explosiones.

Este mes, el presidente ruso, Vladimir Putin, mencionó en una conferencia energética en Rusia que entregar gas natural a Europa a través del ramal restante del Nord Stream 2 sería una cuestión de “solo abrir la llave”. Su declaración fue similar a las que hizo en octubre pasado cuando exhortó a los alemanes a aprobar el gasoducto.

Días después, en comentarios para la cadena televisiva Primer Canal de Rusia, Alexéi Miller, presidente de Gazprom, flotó la idea de que posiblemente sería más rápido reconstruir el gasoducto que repararlo. Al mismo tiempo, reconoció que cualquier decisión de ese tipo requeriría del interés de Alemania, así como resolver asuntos regulatorios, legales y de sanciones.

© 2022 The New York Times Company