Invertir en lectura temprana de niños puede influir en su éxito a futuro

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Angela Mosca, maestra de cuarto grado, se movía por su salón de clases en Mary Eyre Elementary School en Salem una mañana de abril mientras sus alumnos seguían la lectura asignada del día. Leyó un párrafo en voz alta, haciendo una pausa en las palabras clave del vocabulario. Los estudiantes repetían las palabras en unión para demostrar que estaban prestando atención.

Un mes después, Mosca dedicó una hora a la lectura para repasar la fonética fundamental, mostrando a los estudiantes cómo dividir y pronunciar una palabra, especialmente las que tienen varias sílabas.

"Si un estudiante deja el jardín de niños o el primer grado sin conocer los sonidos de las letras, por varias razones, es posible que no pueda comprender un texto de nivel de grado para cuando llegue a mí en el cuarto grado", explicó la educadora.

"Todos aprendemos a diferentes velocidades", explicó, "y a veces un estudiante necesita reducir la velocidad y trabajar en esas habilidades fundamentales".

La capacidad de un niño para leer "al nivel de su grado" para el tercer grado suele ser un indicador clave del éxito académico futuro.

Una investigación de la Universidad de Chicago encontró que para el 85 a 90 por ciento de los lectores deficientes en el entorno del sistema K-12 (jardín de niños al 12 grado), los programas de prevención e intervención implementados antes del tercer grado pueden aumentar las habilidades de lectura al nivel promedio. Sin embargo, si la intervención se retrasa hasta los 9 años, alrededor del 75 por ciento de los niños seguirán teniendo dificultades para aprender a leer durante la escuela preparatoria y hasta la edad adulta.

Un estudio a largo plazo realizado por la Fundación Annie E. Casey encontró que los estudiantes que no dominaban la lectura al final del tercer grado, tenían cuatro veces más probabilidades de abandonar la escuela preparatoria que los lectores competentes.

El bajo nivel de alfabetización no es un factor determinante directo de la posibilidad de que una persona sea encarcelada. Pero los expertos en correccionales han reconocido durante mucho tiempo una conexión entre la alfabetización deficiente, las tasas de abandono escolar y el crimen.

Los estudiantes que abandonan la escuela preparatoria tienen tres veces y media más probabilidades de ser arrestados que los graduados, según lo citado por la Universidad de Stanford. Y mientras que aquellos con los puntajes de lectura más bajos a nivel nacional representan solo un tercio de los estudiantes en general, este grupo representa más del 63 por ciento de todos los jóvenes que no se gradúan de la escuela preparatoria.

La tasa de graduación de Oregon disminuyó del 82.6 por ciento en el ciclo escolar 2019-20 al 80.6 por ciento en el 2020-21. Históricamente, el estado ha tenido una de las tasas de graduación más bajas del país.

Como se informó en una auditoría estatal, siempre que las tasas de graduación estén por debajo del 100 por ciento, los no graduados ganan menos y requieren más servicios sociales, lo que les cuesta a los habitantes de Oregon cientos de millones de dólares en Medicaid, ingresos fiscales perdidos y gastos de encarcelamiento.

La Encuesta Nacional de Alfabetización de Adultos encontró que aproximadamente el 70 por ciento de todos los adultos encarcelados no pueden leer a un nivel de cuarto grado, con algunas estimaciones que muestran que el 85 por ciento de todos los menores que interactúan con el sistema judicial de menores son analfabetos funcionales. A nivel nacional, el 68 por ciento de todos los hombres en prisión no tienen un diploma de escuela preparatoria.

Los datos del Departamento Correccional de Oregon (DOC por sus siglas en inglés) muestran que casi el 5 por ciento de los reclusos estatales obtienen exámenes por debajo del nivel de lectura del cuarto grado.

La forma en que se define la alfabetización, cómo se evalúa a los presos y cómo se abordan sus necesidades varía de un estado a otro, con poca o ninguna supervisión federal. Los funcionarios penitenciarios no pudieron explicar por qué los números de Oregon son tan diferentes a las encuestas nacionales.

Algunos estudiantes están peor que otros

En Oregon, el 36 por ciento de los estudiantes de cuarto grado evaluados por la Evaluación Nacional del Progreso Educativo estuvieron por debajo de los niveles básicos de lectura durante el ciclo escolar 2019-20, un porcentaje ligeramente mayor que el promedio nacional del 35 por ciento.

Pero ese número salta a 46 por ciento para los estudiantes económicamente desfavorecidos del estado, 52 por ciento para estudiantes hispanos o latinos y 71 por ciento para estudiantes con discapacidades.

La tasa de abandono escolar del sistema K-12 en Oregon en el año escolar 2020-21 se redujo al 1.8 por ciento, según los últimos datos disponibles.

Pero nuevamente, esa tasa sube a 2 por ciento para estudiantes hispanos o latinos, 2.22 por ciento para estudiantes con discapacidades, 2.88 por ciento para estudiantes indios americanos o nativos de Alaska y 3.19 por ciento para estudiantes negros (Black) y afroamericanos.

Se observan disparidades similares cuando se trata de disciplina escolar.

En el 2011-12, los jóvenes negros (Black) o afroamericanos representaron el 16 por ciento de la población juvenil, pero el 34 por ciento de los estudiantes expulsados de las escuelas del país, según la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación de Estados Unidos.

En 2016-17, el último año en que las boletas de calificaciones del Distrito de Oregon mostraron datos de disciplina, los estudiantes negros (Black) o afroamericanos en las Escuelas Públicas de Salem-Keizer representaron alrededor del 5 por ciento de todas las expulsiones y el 3 por ciento de todas las suspensiones, aunque solo representaron alrededor del 1 por ciento de la población estudiantil total.

Además, los estudiantes hispanos o latinos en Salem-Keizer representaron alrededor del 57 por ciento de todas las expulsiones y el 43 por ciento de todas las suspensiones, en comparación con aproximadamente el 40 por ciento del distrito que representaron ese año.

Los líderes escolares, las agencias estatales y los legisladores dicen que están enfocados en mejorar la fluidez en la lectura de tercer grado, convirtiéndolo en un objetivo de la Ley de Éxito Estudiantil de Oregon.

La Ley de Éxito Estudiantil, aprobada en 2019, asigna alrededor de 2 mil millones de dólares cada dos años para mejorar la educación de la primera infancia y las escuelas del sistema K-12 en todo el estado. El objetivo es, en parte, "promover la equidad al reducir y eliminar las disparidades".

Los distritos escolares individuales deciden en gran medida cómo gastar su parte del dinero, siempre que se incluyan en categorías específicas. Para abordar las brechas de lectura, por ejemplo, las escuelas podrían comprar nuevos planes de estudio de lectura y pagar por capacitación adicional del personal.

Educadores como Mosca están trabajando para llenar las brechas de lectura que se observan en las escuelas, incluidos aquellas que pueden haberse ampliado durante la pandemia.

Una mirada a un salón de clases de Salem-Keizer

Mikailyn Parish, de 10 años de edad, disfrutó leyendo sobre los nativos americanos en su clase de cuarto grado este pasado mes de abril, diciendo continuamente "wow" mientras hojeaba las páginas cubiertas con ilustraciones y mapas. Sostenía el libro con ambas manos y a menudo fue la primera en decir las palabras en voz alta cuando Mosca se lo pedía, incluso si las decía en voz baja.

Cuando su maestra planteó preguntas a la clase, el brazo de Mikailyn se disparó.

Mosca dijo que algunos conceptos erróneos ampliamente aceptados sobre la lectura son que todos aprenden a leer en el jardín de niños, que leer es fácil para todos o que todos aprendemos de la misma manera.

"Cuando los estudiantes siguen avanzando al siguiente nivel de grado sin que se satisfagan sus necesidades específicas de lectura, se atrasan cada vez más con respecto a sus compañeros", aseguró.

La maestra dijo que ha visto a estudiantes que saben que están atrasados en lectura actuar mal o carecer de confianza.

"A menudo, cuando un estudiante tiene dificultades con la lectura, trata de obtener la aprobación de sus compañeros y/o adultos de otras maneras, en un esfuerzo por evitar que se burlen de él o se rían de él", señaló. "Pueden arremeter contra las lecciones de lectura o tratar de distraer a la clase para evitar hacer una tarea en la que no se sienten seguros. También pueden evitar leer en situaciones sociales informales en las que sus compañeros están involucrados, como leer el menú del almuerzo".

La lectura es una de las actividades favoritas de Mikailyn. Dijo que su parte preferida es aprender nuevas palabras y cómo pronunciarlas.

"A veces, cuando estás atascado, en una palabra, está bien", explicó. "Solo tienes que indagar".

Atención de necesidades especiales

La abogada con sede en Portland, Kathie "K.O." Berger, quien trabajó como abogada defensora de menores durante más de 30 años, ha notado tendencias entre sus clientes con trastornos del habla y del lenguaje.

En algunos casos, apuntó, la escuela del individuo reconoció, pero no brindó los servicios necesarios. En otros, nadie a lo largo de la carrera educativa del estudiante notó un problema o lo evaluó y diagnosticó formalmente.

"Me he convertido en un gran defensor de alentar a los abogados a que analicen ese posible desorden porque afecta mucho la forma en que alguien puede comunicarse en el mundo", expuso Berger. "Supongo que hay varias personas encarceladas, tanto en Oregon como en todo el país, que tienen trastornos del lenguaje no diagnosticados".

En primer grado, aproximadamente el 5 por ciento de los niños tienen trastornos del habla notorios, como tartamudeo y disartria (debilidad de los músculos del habla), según el Instituto Nacional sobre la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación.

Se estima que la dislexia, un trastorno neurológico caracterizado por la dificultad para leer, afecta al 5 a 15 por ciento de los estadounidenses. Y aunque se desconoce la prevalencia exacta de la disgrafía, una afección neurológica que afecta la escritura en EEUU, se estima que entre el 10 y el 30 por ciento de los niños tienen dificultades para escribir, algunas de las cuales pueden atribuirse a la disgrafía, según un estudio de 2020 publicado en la revista Translational Pediatrics.

No se han realizado estudios nacionales a partir de 2019 sobre la prevalencia de la dislexia entre los reclusos, según Prison Legal News. Sin embargo, un estudio de prisioneros de Texas en 2000 encontró que el 48 por ciento eran disléxicos y dos tercios tenían problemas con la comprensión de la lectura.

A menudo, argumentó Berger, las escuelas miran a estas personas y piensan: “Oh, tienes la capacidad de hacerlo mejor, así que simplemente estás siendo flojo o simplemente no te importa.

"Es mucho más generalizado en el sistema de justicia penal de lo que creo que nadie realmente se da cuenta", asegura.

¿Qué pueden hacer padres desde el principio?

Más que el estatus socioeconómico o la raza, la maestra Mosca dijo que lo que ha notado que realmente impacta a los estudiantes que batallan con la lectura, o la escuela en general, es el valor que las familias le dan a la educación.

La vida en el hogar, la experiencia escolar y varios otros factores influyen en la capacidad del estudiante para aprender y prosperar. Numerosos estudios, incluido uno realizado a lo largo de 20 años, muestran que cosas tan simples como la cantidad de libros que hay en un hogar afectan la cantidad de años que un niño probablemente permanecerá en la escuela.

"Algunas familias tienen la idea de que los adultos van a trabajar y los niños van a la escuela; la escuela es el 'trabajo' de los niños, por así decirlo", señala Mosca. "Para otras familias, la escuela o la educación no es tan importante.

"Los maestros solo pueden enseñar en la medida en que los estudiantes vengan a la escuela y los padres apoyen el aprendizaje en el hogar".

Los expertos sugieren que los padres y cuidadores comiencen hablando con sus hijos durante todo el día usando oraciones cortas y simples. Hablar con ellos incluso antes de que puedan hablar les ayudará más adelante cuando aprendan a leer y escribir, según el Departamento de Educación de Estados Unidos. Las familias también deben leer en voz alta a los niños durante al menos 30 minutos al día y ayudarlos a aprender a leer por sí mismos.

Las Escuelas Públicas de Salem-Keizer tienen recursos disponibles para familias en su sitio Internet, incluidas actividades de lectura de verano para estudiantes del sistema K-5 y consejos generales para desarrollar habilidades de alfabetización.

Reading Rockets también tiene consejos de lectura para estudiantes con discapacidades de aprendizaje y otras necesidades especiales, como ayudarlos a crear imágenes mentales o establecer conexiones entre lo que están leyendo y hechos sobre ellos mismos.

Consejos para mejorar la lectura en sus hijos

  1. Aumente el vocabulario participando en actividades y brindando explicaciones que ilustren el significado de palabras individuales:

    • Trabajen juntos en crucigramas y utilicen juegos de palabras como Scrabble o Boggle.

    • Señalen palabras interesantes o desconocidas que usted o su hijo encuentren mientras leen o durante juegos de palabras, y hablen sobre su significado.

    • Discutan el significado de términos importantes de las noticias, las carreras de los padres, las finanzas familiares, etc.

  2. Aumente la fluidez participando en actividades para ayudar a los hijos adolescentes a leer el texto a un ritmo apropiado y con expresión cuando se lee en voz alta:

    • Establezcan un horario regular de lectura por las tardes y/o los fines de semana y durante los descansos.

    • Anime a su hijo a leer una amplia variedad de textos, incluidos ficción y no ficción.

    • Ayude a los adolescentes a encontrar revistas o libros que se relacionen con sus intereses, buscándolos en bibliotecas, librerías y en Internet.

    • Escuchen atentamente la lectura en voz alta de sus hijos adolescentes para asegurarse de que están leyendo a un ritmo adecuado y con expresión.

    • Ayuden a sus adolescentes a pronunciar correctamente las palabras desafiantes.

  3. Mejoren la comprensión de lectura participando en actividades para ayudar a sus hijos a comprender lo que están leyendo:

    • Hagan preguntas como: "¿De qué crees que se tratará esta historia?" antes de leer; "¿Qué crees que sucederá después?" durante la lectura; y “¿Por qué crees que el autor terminó la historia de la manera que lo hizo?” después de leer.

    • Animen a los adolescentes a escribir las preguntas que puedan tener mientras leen el texto, como: "Me pregunto por qué los dos personajes vieron la misma situación de manera tan diferente".

    • Hablen sobre temas de gran interés con sus hijos, ayúdenlos a encontrar textos que aborden estos temas y muéstreles los tipos de escritura que necesitarán hacer en el futuro.

    • Lean el mismo libro que su adolescente y discutan lo que sucedió después de cada capítulo.

    • Conecten la lectura y la escritura en casa con los temas que se abordan en la escuela.

    • Tómense el tiempo para discutir textos que los adolescentes encuentren interesantes o importantes.

  4. Asóciesense con la escuela de su hijo manteniéndose en contacto con sus maestros para asegurarse de que estén trabajando al nivel de su grado:

    • Si creen que su adolescente necesita ayuda adicional, hable con los consejeros escolares, administradores y/o maestros para determinar los mejores materiales de intervención e instrucción para satisfacer sus necesidades.

    • Pregunten a los maestros e intervencionistas del área de contenido cómo puede apoyar el desarrollo de la lectoescritura en el hogar.

Fuente de consejos: El Instituto de Ciencias de la Educación

Este proyecto se completó gracias a la financiación a través de una beca con la Asociación de Escritores en Educación.

Comuníquese con la reportera de educación Natalie Pate por correo electrónico npate@statesmanjournal.com, 503-399-6745, Twitter @NataliePateGwin o Facebook en Facebook.com/nataliepatejournalist.

Traducción Alfredo García

This article originally appeared on Salem Statesman Journal: Invertir en lectura temprana de niños puede influir en su éxito a futuro