Inseguridad. Crecen los robos y se denuncian 166 delitos cada día en La Matanza

La policía mantiene la vigilancia en la zona de Rafael Castillo donde una panadero mató a un delincuente
Fuente: LA NACION - Crédito: Ignacio Sánchez

Los homicidios del cabo de la Policía Federal, Diego Di Giacomo y del chofer de la línea 218 de colectivos, Pablo Flores, ocurridos en Ramos Mejía y Virrey del Pino, del partido de La Matanza, no fueron hechos aislados. Según estadísticas oficiales, en los primeros seis meses del año, en el Departamento Judicial La Matanza se denunciaron 30.268 delitos, a un promedio de 166 casos por día.

Di Giacomo, de 29 años, fue asesinado durante un robo, el miércoles pasado, cuando cuatro ladrones intentaron asaltar a los clientes de la heladería situada en Bolívar y Palacios, a tres cuadras de la comisaría de Ramos Mejía.

La víctima, que estaba de civil porque había ido a buscar a su madrastra que trabaja como encargada en el mencionado local, al advertir que los delincuentes apuntaban con sus armas a una pareja, se identificó como policía y dio la voz de alto. Entonces, tres de los cuatro asaltantes abrieron fuego contra el policía y lo mataron de tres balazos. Luego de asesinar al uniformado, los delincuentes huyeron en un Volkswagen Gol azul. Según los testigos se trata de un vehículo similar al que, hace una semana, usaron los malvivientes que asaltaron la cervecería situada en San Martín al 2200, en la localidad de Lomas del Millón, también en el partido de La Matanza. Ese automóvil apareció quemado en el barrio porteño de Nueva Pompeya.

El episodio en el que fue asesinado el policía federal puso al descubierto otra arista de la inseguridad en La Matanza, que ocupa el segundo lugar entre todos los Departamentos Judiciales bonaerenses en cantidad de robos con armas denunciados.

De los 30.268 delitos denunciados durante el primer semestre de este año, 8770 correspondieron a robos donde los delincuentes utilizaron armas. Se trata de la modalidad delictiva que mayor riesgo de vida representa para la víctima.

El caso del panadero Gerardo Caivano, asaltado por un grupo de delincuentes que intentaron robarle la camioneta en González Catán, representa un claro ejemplo de que los delincuentes no dudan en disparar. En este episodio, el comerciante se resistió a que le sustrajeran su Volkswagen Amarok y mató a uno de los asaltantes.

Ante la reacción del panadero, los cómplices del ladrón abatido abrieron fuego contra el comerciante. Durante el tiroteo, un segundo asaltante resultó herido y, posteriormente, fue detenido. En el enfrentamiento hubo, al menos, treinta balazos. De milagro, ninguno de los vecinos resultó herido. Pero el violento episodio constituyó un ejemplo del riesgo de vida que conllevan los robos con armas.

Tanto el homicidio del policía Di Giacomo, ocurrido en la zona Este del distrito, como el asesinato del colectivero Flores, registrado cerca del límite Oeste del partido,son indicadores claros que, pesar que ambos extremos tienen infraestructura distinta y niveles de ingresos por habitante diferentes, comparten las mismas modalidades delictivas aplicadas por los malvivientes e índices de violencia similares que sufren los vecinos que viven en una u otra punta de La Matanza.

A Flores lo mataron en un barrio situado en el kilómetro 35 de la ruta 3, en Virrey del Pino. La jurisdicción de La Matanza termina en el kilómetro 47 de dicha ruta. Cerca de allí, en abril de 2018, un grupo de delincuentes asesinó al colectivero de la línea 620, Leandro Alcaráz. En ese momento, a raíz del homicidio, pararon todas las líneas de colectivos de la zona oeste del conurbano. Los choferes cortaron la avenida General Paz, a la altura del cruce con Provincias Unidas. Por entonces, desde el Poder Ejecutivo bonaerense prometieron que se intensificaría la presencia policial en la ruta 3 y se realizarían operativos preventivos en los colectivos. La aplicación de esas medidas duró poco más de un mes.

Dos años y medio después, los reclamos y las protestas se repitieron con el homicidio del colectivero Flores. Por este hecho, efectivos de la Dirección de Investigaciones de La Matanza detuvieron a dos sospechosos, que vivían a pocas cuadras del lugar donde dispararon contra Flores.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) decretado por el Poder Ejecutivo Nacional durante la pandemia tampoco logró frenar la cantidad de robos. Al contrario, el distrito que, hasta el año pasado, ocupaba el cuarto lugar en la estadística de robos con armas, durante los primeros tres meses de la cuarentena pasó a ocupar el segundo puesto en el número de denuncias por episodios concretados con esa modalidad. Según cifras oficiales, durante los primeros noventa días del ASPO se denunciaron 3500 robos con armas.

Ataque a uno de los curas villeros

Una de las víctimas de los robos con armas fue el sacerdote Nicolás Angelotti, también conocido como el Padre Tano, a cargo de la parroquia San José, de la villa Puerta de Hierro. Hace una semana, cuando circulaba por el cruce de las rutas 21 y 1001, en González Catán, un grupo de ocho delincuentes distribuidos en cuatro motos lo interceptaron y, a punta de pistola, lo obligaron a descender de la camioneta en la que viajaba. A pesar que el sacerdote no se resistió al asalto, uno de los delincuentes le pegó un culatazo en la cabeza que le provocó una herida.

Al describir el hecho en la denuncia policial, el cura manifestó que le robaron el celular y la camioneta Peugeot Partner gris. El vehículo fue hallado, abandonado, al día siguiente, en la esquina de Gamboa y Libertad, en Merlo.

Además de los robos con armas, durante los primeros 90 días de la cuarentena hubo 17 homicidios, en La Matanza. Cuatro de esos asesinatos ocurrieron en Laferrere; tres, en Ciudad Evita; otros tres, en González Catán; dos, en Villa Madero; dos, en Rafael Castillo, dos en San Justo y uno, en Virrey del Pino. David Torres, de 32 años; Emanuel Falcón, de 61 y Sebastián Chaca, de 28 fueron tres de las 17 de las 17 víctimas de asesinatos ocurridos durante robos durante la etapa más estricta de la cuarentena.

ADN del crimen.El femicidio en Martindale comenzó la noche anterior al disparo

Para darle seguridad a los casi 2.200.000 vecinos que viven en las catorce localidades del partido más extenso del Gran Buenos Aires, la policía bonaerense cuenta con pocos recursos. Por ejemplo, hasta junio pasado, el jefe de la Estación de Policía de ese distrito disponía de 5347 efectivos. De ese total de uniformados, 1468 se desempeñaban en la denominada Policía Local y el resto en la desaparecida Policía Distrital. Según estas cifras que corresponden a un relevamiento realizado por el Ministerio de Seguridad bonaerense antes de la reforma encarada hace tres meses, La Matanza tiene una tasa de 173 policías cada 100.000 habitantes.

Esta cifra reveló la carencia de policías para prevenir los delitos que sufren los vecinos del distrito. Constituye la tercer menor tasa de efectivos cada cien mil habitantes del conurbano. Merlo y Tigre, por ejemplo, con una cantidad de delitos y de vecinos mucho menor que La Matanza, poseen una tasa de 146 y 164 policías cada cien mil habitantes, respectivamente.

Otro déficit en cuestión de estructura para combatir los delitos que tiene La Matanza, es la falta de móviles para que esos 5347 policías puedan recorrer el extenso territorio. Hasta junio pasado, había 140 móviles operativos, entre automóviles y camionetas, para patrullar la jurisdicción. A esos vehículos se les agregaron 95 motos, 40 de las cuales fueron aportadas por el municipio.

"Tenemos muy buenos policías, lo que faltan son móviles para que puedan recorrer la jurisdicción. El Estado no cumple con la obligación de proteger a los vecinos", expresó Gabriel Lombardo, titular de Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador.