Inmigrantes desesperados duermen en la nieve a la espera de identificaciones

Un refugio improvisado de cartón donde una familia de migrantes, incluida una niña de 9 años, duermen en la nieve afuera de una oficina municipal a la espera de obtener tarjetas de identificación de la ciudad de Nueva York, que les dijeron que podían ayudarles a obtener trabajo, en Brooklyn, el 16 de enero de 2024. (Dakota Santiago/The New York Times).

NUEVA YORK — Mientras la nieve arreciaba después de la medianoche del martes, unas tres docenas de inmigrantes, entre ellos dos familias con niños, se acurrucaban en la acera bajo mantas delgadas frente a una oficina municipal en Brooklyn.

Habían abandonado temporalmente los refugios para personas sin hogar donde se encontraban para pasar la noche acampando con un viento de -6 grados Celsius motivados por la posibilidad de conseguir un premio cuyo significado no estaba del todo claro: una identificación emitida por la ciudad de Nueva York llamada IDNYC.

Algunos decían que los trabajadores del refugio les habían dicho que la identificación era un paso necesario para conseguir empleo legal. Una mujer que tenía seis meses de embarazo dijo que había escuchado que necesitaba el documento para ser atendida en un hospital público.

Con la llegada del invierno, la situación de los 68.000 inmigrantes en los albergues de la ciudad se ha vuelto más precaria y ha dejado a muchos ansiosos por encontrar la manera de ser autosuficientes, pero confusos acerca de las numerosas normas que regulan los pasos para conseguirlo.

Jimmy Darwin, de 26 años, originario de Perú, tenía uno de los primeros lugares de la fila. Había llegado a las 7 de la mañana del lunes y construyó una pequeña casa con cajas de cartón y una maleta para su hija de 9 años y su esposa.

“Me dijeron que necesitaba la identificación de la ciudad primero, para luego poder comenzar a tramitar el permiso de trabajo”, comentó Darwin.

Lincoln Restler, un concejal de la ciudad, reparte calcetines a los migrantes que esperan en una fila organizada por ellos afuera de una oficina de la ciudad para obtener tarjetas de identificación de la ciudad de Nueva York, que les dijeron que podían ayudarles a obtener trabajo, en Brooklyn alrededor de las 2 de la mañana, 16 de enero 2024. (Dakota Santiago/The New York Times).

La semana pasada, el ayuntamiento empezó a enviar cartas de desalojo a las familias que se acercaban al límite de 60 días de estancia en un albergue. Estas tendrán que volver a solicitarlo si quieren seguir beneficiándose del “derecho al refugio”, que obliga a la ciudad a ofrecer camas a todas las personas sin hogar.

Sin embargo, varios inmigrantes afirmaron que en el centro de procesamiento para inmigrantes del Hotel Roosevelt de Manhattan les dijeron otra cosa. Afirmaron que los trabajadores les dijeron que después de otros 60 días, las familias migrantes serían expulsadas por completo del sistema. “Nos dijeron que ésta era nuestra última oportunidad, que teníamos 60 días y que eso era todo”, comentó el sábado Gracia Ekwa, padre de tres hijos originario de Angola.

Lorena Garcia, quien viajó desde Colombia con su hijo de 3 años, relató que los trabajadores del refugio le dijeron que después de 60 días, tenía que irse del refugio y pagar renta. No sabía cómo iba a encontrar una habitación asequible.

Una portavoz municipal, Kayla Mamelak, dijo que todas las familias que han vuelto a solicitar refugio lo han recibido. Añadió que si las familias no pueden encontrar alojamiento tras el segundo periodo de 60 días, la ciudad hará todo lo posible para ofrecerles camas de refugio.

La incesante incertidumbre llega en un momento en el que los gobiernos estatal y municipal tienen que enfrentar el costo de la crisis. El martes, la gobernadora Kathy Hochul anunció un presupuesto estatal que incluye 2400 millones de dólares para ayudar a la ciudad de Nueva York con los inmigrantes, 500 millones más que el año pasado. Por su parte, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, redujo un 12 por ciento el presupuesto contemplado para tres años de alojamiento y alimentación de los inmigrantes, hasta unos 10.600 millones de dólares, en comparación con los 12.000 millones del año pasado, en parte gracias a un menor gasto en servicios para ellos.

Las citas para solicitar la tarjeta IDNYC se agotaron de inmediato, pero la oficina en la Tercera Avenida en el barrio de Boerum Hill acepta a algunas personas sin cita y esos son los lugares que los migrantes esperan conseguir. El ayuntamiento no cuenta con ningún medio para guardar su sitio en la fila, así que los inmigrantes hacen su propia lista en un trozo de cartón y la colocan en la puerta cerrada del edificio.

Poco antes de la una de la madrugada del martes, el concejal Lincoln Restler, en cuyo distrito se encuentra el edificio que alberga la oficina de IDNYC, llevó una bolsa con mantas y se vio rodeado. Algunas personas arrebataron mantas a otras, que gritaron e insultaron. Algunos cogieron más de una manta y volvieron corriendo al sitio que usan para dormir.

Restler comentó que decenas de personas habían dormido afuera del edificio durante más de una semana.

“Las personas están tan desesperadas por trabajar que harán todo lo que crean que pueda ayudarles a aumentar sus posibilidades”, afirmó.

La ciudad dice que emitió un 50 por ciento más de tarjetas IDNYC en 2023 que en 2022, pero nadie puede afirmar si pueden ayudar a los migrantes a conseguir trabajo.

“IDNYC no otorga una autorización laboral ni incide de manera alguna en el estatus migratorio”, explicó Neha Sharma, portavoz del Departamento de Servicios Sociales, en un correo electrónico. “Seguimos trabajando para abordar cualquier concepto erróneo en torno a esto”, aseveró.

Noah Habeeb, director de la clínica para migrantes en el Arca de la Congregación Beit Simchat Torah en Manhattan, que ayuda a los migrantes a que puedan defenderse a sí mismos en procedimientos de migratorios, dijo que una tarjeta IDNYC podría ayudar a alguien que solicita la autorización de trabajo, pero solo en casos limitados que no aplican a la mayoría de los migrantes.

Muchos migrantes afuera de la oficina de IDNYC nunca habían visto la nieve. “Es muy fría, pero me pone contento”, dijo Joshua Carbonett, de 11 años, quien vino desde Venezuela con su familia. “En mi país no nieva”.

Vicendel Rodríguez, de 29 años, dibujó la palabra “Venezuela” sobre la nieve que cubría un auto y un corazón debajo de ella. Luego volteó.

“¿Tienes trabajo?”, le preguntó a un periodista. “¿Tienes algún contacto para un trabajo? ¿Algo?”.

c.2024 The New York Times Company