El “infortunio” de ser mujer

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“No se nace feminista, se llega a serlo”.

Paráfrasis de la icónica cita de Simone de Beauvoir

 

“Sí lo entiendo, porque tengo una mamá, hermanas y amigas” es una de las (muchas) frases que llevan mi sangre al punto máximo de ebullición. En general, el hecho de que no entienden que no entienden es lo que me lleva al límite de la cordura. ¿Cómo lograr saltar este déficit de comunicación?

Ser mujer es una desventaja. Es una especie de premisa fantasma que he vivido (como seguramente muchas más que lean este texto) desde que tengo memoria. ¿Por qué premisa fantasma? Porque me costó muchísimo trabajo poder poner en palabras algo que yo ya percibía, padecía y lidiaba desde que era niña. Conforme crecía y mis herramientas de lenguaje y conceptualización se ampliaron, pude llegar al punto de nombrar ese fantasma. De alguna forma era también un secreto a voces, pero que se disfrazaba de “no puedes jugar fútbol porque traes falda”, “no digas groserías porque es no es de una mujercita”, “si no tienes hijos no te vas a sentir realizada”, “si alguno de tus amigos no pasa por ti y te viene a dejar, no vas”. No, no, y más no.

Los constantes “NO” que he escuchado durante toda la vida me convirtieron en feminista, porque gracias a esto no sólo he encontrado un eco solidario y los medios para alzar la voz ante los constantes NO, sino también las herramientas para poder identificar mejor los no más sutiles e invisibilizados, aquellos que continúan siendo fantasmas.

Desde mi experiencia académica he descubierto muchos de estos fantasmas (por irónico que pudiera leerse). He encontrado, por ejemplo, en un artículo del 2004 (Arenere Mendoza et. al.) algunos de los impactos que ha tenido en la investigación médica la invisibilización de lo femenino. De inicio se señala que los sesgos de género “serían asumir que los factores de riesgo y los estados de enfermedad en hombres y mujeres son similares cuando realmente no lo son” (2004: 2). Por otro lado, los sesgos de género también se reflejan en la falta de estadísticas diferenciadas referentes a mortalidad y morbilidad. El impacto de esto se refleja en una mayor concentración de acciones de salud enfocadas hacia los hombres (2004:2).

La importancia de esto, literalmente, es de vida o muerte, ya que “la diferente manera de enfermar, curar y metabolizar fármacos son motivos que avalan los trabajos que se están realizando sobre los sesgos de género que tienen lugar en la actualización médica, el diagnóstico, los tratamientos y la forma de investigar” (2004: 2).

Otro aspecto en el que el sesgo es evidente es en la cantidad de anticonceptivos disponibles. De acuerdo con la OMS, casi todas las opciones que existen de planificación familiar están enfocadas al uso femenino, aun cuando estas pueden tener efectos adversos para la salud. Esto resulta contradictorio si tomamos en cuenta que las probabilidades para reproducirse son más altas para los hombres -que producen millones de espermatozoides diariamente- que para las mujeres -que sólo disponen de un óvulo al mes y el periodo de gestación dura nueve meses-.

Sin embargo, ¿es posible argumentar una imposición de la estructura patriarcal? La píldora anticonceptiva masculina no es una idea en absoluto nueva. En el año 2016 un estudio tuvo que cancelarse porque los participantes declararon que los efectos secundarios -tales como acné, trastornos del ánimo y aumento de líbido- eran “severos e intolerables” (Millán Valencia, 2021) En cuanto a los efectos secundarios de la pastilla anticonceptiva para mujeres (que sí está aprobada para su uso) se puede presentar ansiedad, aumento de peso, náuseas, dolores de cabeza, reducción de líbido y coágulos sanguíneos (Millán Valencia , 2021). Incluso, hay ginecólogas y ginecólogos que tampoco recomiendan su uso prolongado por poder desencadenar problemas hormonales y cáncer.

Además de los problemas médicos, también podemos encontrar sesgos en las investigaciones que se hacen para el diseño automotriz y la prevención de accidentes. No me parece sorprendente que en este caso también se usen los parámetros corporales promedio de los hombres como “medida estándar”. Cuando se hacen pruebas de colisión se utilizan maniquíes masculinos, por lo que, como podrán adelantar, hay un mayor número de mujeres que sufren lesiones severas en comparación con los hombres, en caso de choque. Cabe resaltar también la poca variación de dichos ensayos con maniquíes que respondan al caso de mujeres embarazadas (La Vanguardia, 2020).

Considero que para poder saltar la brecha de incomunicación entre los detractores (y detractoras) del feminismo y las mujeres que luchan, es comenzar por señalar estos fantasmas. Estoy convencida de que si se señalan y nombran, es mucho más sencillo argumentar que entender el problema es mucho más complejo que estar rodeado de otras mujeres. Su experiencia de vida como hombres es una limitante para realmente entender lo que es vivir con limitantes como las anteriores. Sin embargo, esto no es una excusa para que antes de dar por sentado que “entienden” se acerquen a preguntar y aprendan a escuchar nuestras experiencias y, desde ahí, desde un lugar de mayor comprensión y empatía, puedan apoyar y, sobre todo, respetar nuestras luchas.

Contrario a lo que el título de este artículo pudiese indicarle a la persona lectora, no lamento mi condición de ser mujer; lamento el sistema que, histórica y estructuralmente, nos ha minimizado en muchos (¡muchísimos!) sentidos. Porque me parece que el auténtico infortunio es para ese mismo sistema machista que tendrá que enfrentarse a un feminismo cada día más fuerte y que sigue demoliendo sus espacios de control, incluyendo los fantasmas.

* Kathia Elisa García (@Lakathirina) es socióloga por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, con una maestría en Ciencias Antropológicas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha trabajado en proyectos de investigación desde 2014 en temas de arte, cultura, arqueología y recientemente, divulgación de la ciencia.

 

Fuentes:

Arenere Mendoza Mercedes (2004) “Influencia del género en investigación clínica“, en Farmacia Hospitalaria, Vol. 28. No. 6, Madrid. Consultado Marzo 6, 2024.

OMS “Anticoncepción“. Consultado: Marzo 6, 2024.

Millán Valencia Alejandro (2021) “Por qué no existe una píldora anticonceptiva para el hombre“, en BBC news mundo. Consultado: Marzo 6, 2024.

S/A (2020) “¿Por qué las mujeres sufren más lesiones que los hombres en los accidentes de tráfico?“, en La Vanguardia. Consultado: Marzo 6, 2024.