Una industria de 80.000 millones de dólares busca niños trabajadores, pero no los encuentra

Una mañana de 2019, un auditor llegó a una planta empacadora de carne en una zona rural de Minnesota. Estaba allí de parte de la cadena nacional de farmacias Walgreens para asegurarse de que la fábrica, la cual elaboraba la marca propia de carne seca de la empresa, era segura y no había perpetrado abusos laborales en su producción.

Repasó una lista de cientos de posibles problemas, como salidas de emergencia cerradas, acoso sexual y trabajo infantil. Por la tarde, llegó a la conclusión de que la fábrica no había cometido violaciones graves. Podía seguir haciendo carne seca y los clientes de Walgreens podían comprar con la conciencia tranquila.

Al caer la noche, otros 150 trabajadores se presentaron en la planta. Entre ellos había niños migrantes que habían llegado solos a Estados Unidos en busca de trabajo. Niños de apenas 15 años manejaban maquinaria pesada capaz de amputar dedos y aplastar huesos.

Los niños migrantes trabajaron en la planta de Monogram Meat Snacks en Chandler, Minnesota, durante casi cuatro años más, hasta que el Departamento del Trabajo realizó una visita esta primavera y detectó violaciones tan graves relacionadas con el trabajo infantil que prohibió de manera temporal el envío de más carne seca.

En las últimas dos décadas, las auditorías privadas se han convertido en la solución para un montón de dolores de cabeza para los departamentos de relaciones públicas de las corporaciones. Cuando estalla un escándalo sobre prácticas laborales, los accionistas se preocupan por los riesgos legales o los grupos activistas exigen un boicot, las empresas citan estas inspecciones como prueba de que han eliminado los abusos de sus cadenas de suministro. Estas auditorías, conocidas como auditorías de cumplimiento social, se han convertido en una industria mundial de 80.000 millones de dólares, con empresas que realizan cientos de miles de inspecciones al año.

Sin embargo, según un análisis que hizo The New York Times de auditorías confidenciales a cargo de varias empresas grandes, hay una constante: no se ha detectado el trabajo infantil.

Según descubrió el Times en auditorías realizadas a 20 instalaciones de producción que utilizan algunas de las marcas más reconocidas del país, los auditores no notaron la presencia de niños porque se movían rápido, se iban antes de tiempo o simplemente no eran enviados a la parte de la cadena de suministro en la que trabajaban los menores.

Los auditores no detectaron casos en los que los niños trabajaban para elaborar dulces Skittles y Starburst, vasos de fiesta de la marca Hefty, la carne de cerdo en emparedados de McDonald’s, refrigerios para bebé de Gerber, galletas Oreo, bocadillos Cheez-Its o la leche que viene en las Cajitas Felices.

En una serie de artículos publicados este año, el Times ha revelado que los niños migrantes, quienes han llegado a Estados Unidos en cifras récord, realizan trabajos peligrosos en todos los estados, una violación de las leyes laborales. Los niños suelen utilizar documentos falsos que no detectan los auditores, quienes revisan el papeleo, pero no hablan cara a cara con la mayoría de los trabajadores. Las corporaciones sugieren que las cadenas de suministro se revisan de principio a fin, pero el escrutinio a los subproveedores, como las granjas industriales, es casi nulo.

La expansión de las auditorías de cumplimiento social se produce en un momento en que el Departamento del Trabajo se ha reducido tanto que los inspectores tardarían más de 100 años en visitar una vez todos los centros de trabajo bajo su jurisdicción. Muchas fábricas solo tendrán una inspección privada en su historia.

Los auditores de varias empresas afirmaron que se les anima a presentar los hallazgos de la forma más suave posible, pues reciben presión de tres orígenes distintos: las empresas auditoras independientes que pagan sus salarios; las empresas, como Walgreens, que exigen inspecciones a sus proveedores; y los propios proveedores, que suelen hacerse cargo de organizar y pagar por las auditorías.

El auditor que revisó la fábrica de carne seca de Minnesota para Walgreens fue Joshua Callington, quien ha realizado más de mil auditorías en la última década.

Callington no había visto trabajo infantil en la fábrica de Minnesota. Para cumplir con su horario laboral, tuvo que irse a su siguiente auditoría a las cuatro de la tarde, mucho antes de que llegara el turno de la noche. La detección de problemas también había provocado tensiones entre Callington y su empleador, UL Solutions, que empezó como un negocio de pruebas de seguridad y se expandió hace más de dos décadas a las auditorías de cumplimiento social. La empresa obtuvo 2500 millones de dólares en ingresos el año pasado y está a punto de realizar una oferta pública inicial.

Lo que Callington consideraba un compromiso con su trabajo, su empresa parecía juzgar como un exceso de entusiasmo.

“La evaluación no pretende ser una labor de vigilancia”, se lee en el manual del empleado de UL Solutions.

Después de que Callington reprobó a tres proveedores de Walgreens en 2017 y 2018 por condiciones laborales abusivas, la cadena se quejó de su estilo de comunicación y pidió que lo sacaran de su cuenta. UL lo puso en un plan de medidas correctivas durante casi un año. (Walgreens rechazó ofrecer comentarios sobre el incidente, pero señaló que solo en raras ocasiones pide que se retiren auditores. En respuesta a las preguntas sobre la fábrica de Monogram, la empresa mencionó que había cortado lazos con el proveedor. Monogram señaló que ahora utiliza procedimientos más estrictos para verificar la edad).

Esta primavera, Callington identificó problemas laborales relacionados con trabajadores migrantes adultos en una bodega que le suministra papas a Costco. La gerencia de la planta se quejó de que era exigente y obstinado y su supervisor le prohibió regresar. Callington dedujo que el proveedor se opuso a las 21 violaciones que él encontró porque en la auditoría anterior no se había encontrado ninguna. UL Solutions, quien mantiene a Callington como empleado, se negó a ofrecer comentarios sobre ambos incidentes.

Turnos nocturnos, auditorías diurnas

En decenas de entrevistas, los auditores mencionaron que a veces sus empresas les dan poco más que una fachada de cumplimiento a las corporaciones globales, las cuales exageran el rigor con el que revisan sus extensas cadenas de suministro.

Los auditores suelen empezar sus inspecciones en la mañana y se quedan unas siete horas, incluso en las fábricas de 3000 personas que operan las veinticuatro horas. En la práctica, esto significa que casi nunca se observan los turnos de la tarde ni de la noche, en los que suelen ser más comunes las violaciones de trabajo infantil.

Este año, el Departamento del Trabajo le impuso una multa de 1,5 millones de dólares a Packers Sanitation Services, empresa que suministra equipos de limpieza para mataderos. Los investigadores descubrieron que la empresa empleaba a más de 100 niños, incluidos niños de 13 años, para limpiar sierras y cortadoras de cabezas durante la noche.

Estas plantas habían sido proveedores de McDonald’s y Costco durante años y las corporaciones exigían auditorías periódicas. Algunos de esos auditores puntualizaron que la empresa de saneamiento realizaba un largo turno de la noche, pero señalaron que no habían podido observar a ninguno de los trabajadores. Un auditor que revisaba una planta de Nebraska para la carne de res de la marca Kirkland de Costco habló con 20 de los 3500 trabajadores —un procedimiento habitual en gran parte de la industria— y se fue al mediodía, según mostró una inspección. En otra auditoría en la misma planta, el inspector se fue a las 13:30.

Costco y McDonald’s afirmaron en comunicados que estaban reforzando sus normas de auditoría. Packers señaló que había mejorado la verificación de edad de sus trabajadores.

Aunque los auditores se hubieran quedado más tarde en las plantas, no habrían podido hablar en privado con los niños trabajadores migrantes, quienes en su mayoría hablan español o lenguas indígenas de Centroamérica. Las empresas auditoras casi no utilizan intérpretes.

“Se supone que tienes que pedirle a otro trabajador que te traduzca. Pero estás intentando descubrir algo que la gente no quiere gritar a los cuatro vientos”, afirmó Juanita Sánchez-Sevilla, una hispanohablante que ha realizado auditorías desde la década de 1990 para algunas empresas líderes como Intertek y Bureau Veritas. “Si nos fijamos en los escalones más altos del sector, todos son blancos”.

Ante la ausencia de entrevistas en persona, los auditores se basan en el papeleo. Sin embargo, los menores utilizan documentos falsos. Por ejemplo, este verano, un guatemalteco de 16 años murió mientras limpiaba un matadero en Misisipi que es proveedor de Chick-fil-A. Sus documentos decían que tenía treinta y tantos años. En un comunicado, Chick-fil-A señaló que estaba revisando la forma en que investiga las violaciones en sus plantas.

Las investigaciones han demostrado que las auditorías externas son menos concluyentes de lo que sugieren las empresas. Un análisis de 40.000 auditorías que realizó en 2021 un profesor de la Universidad Cornell reveló que casi la mitad había confiado en documentos falsos o sospechosos. Un estudio anterior que exploró los conflictos de intereses financieros de la industria encontró que los auditores denuncian menos infracciones cuando las fábricas pagan el servicio.

En un comunicado, UL Solutions señaló que las auditorías son solo un vistazo a las empresas, las cuales a final de cuentas son las responsables de hacer cumplir sus normas. Según el comunicado, una auditoría “no garantiza ni puede garantizar que una instalación auditada cumpla por completo con los requisitos por los que fue auditada ni confirma ni certifica el cumplimiento de las leyes”.

A falta de inspecciones exhaustivas, los niños trabajadores pueden permanecer ocultos durante años.

En 2020, un auditor visitó una fábrica de refrigerios en Geneva, Illinois, a fin de realizar una inspección que pidió el gigante de la alimentación infantil Gerber. Como siempre, el informe de Gerber no reportó trabajo infantil. A la fábrica también la auditaban con regularidad los fabricantes de dulces Starburst y Skittles, las galletas Oreos y los bocadillos Cheez-Its. Las empresas detrás de esos productos declararon en comunicados que no habían visto indicios de trabajo infantil en ninguna de las inspecciones.

No obstante, algunos niños migrantes trabajaban en estos productos en aquel entonces. Entre ellos estaba Efrén Baldemar, quien describió cómo consiguió el empleo con una identificación falsa a los 14 años. Trabajaba de 10:00 p. m. a 6:30 a. m. para ayudar a mantener a su familia en Guatemala y rentaba un espacio en una casa de gente desconocida.

En las mañanas, se iba de la fábrica a cursar el noveno año de bachillerato y a menudo se quedaba dormido en su pupitre. El ritmo en las cadenas de montaje era agotador. “Si no mantenías el paso, el producto se retrasaba y las máquinas echaban humo”, comentó Baldemar.

El fabricante, Hearthside Food Solutions, ha sido objeto de investigaciones federales y estatales desde que el Times reveló que había trabajo infantil en otras instalaciones en febrero. En un comunicado de la semana pasada, la empresa señaló que “nunca hemos tenido conocimiento de haber empleado mano de obra de menores en nuestras instalaciones”. Mencionó que no pudo encontrar un registro que revelara que Efrén había trabajado en su planta.

En su carrera, Callington nunca había encontrado un caso de trabajo infantil migrante, lo cual sería equivalente a una calificación reprobatoria automática. Sin embargo, ahora que lo ve en retrospectiva, sospecha que a menudo auditaba plantas en las que trabajaban niños.

A principios de este año, Callington les preguntó a los directivos de UL Solutions si Costco u otras empresas estarían dispuestas a empezar a exigir inspecciones nocturnas sin previo aviso. Citó las noticias que mencionaban redadas contra el trabajo infantil en mataderos.

“He auditado estos lugares y nunca he podido detectar estos problemas, debido a que solo estamos presentes en el primer turno”, escribió.

Una directiva le respondió que les iba a mencionar el asunto a sus superiores. Callington nunca volvió a saber del tema.

c.2023 The New York Times Company