Indignante hasta la nausea.

Que tu jefe exija que te pongas minifalda y tacones –porque así alegras la vista a los clientes- no es libertad sexual. Que quien te tiene que contratar te pida favores sexuales –y te los siga pidiendo después- no es flirteo en el trabajo. Que un hombre no se aparte de ti en un bar aunque se lo pidas, que te siga por la calle y te diga cosas o que intente rozarse contigo, no es un juego de seducción.

Que las mujeres se hayan levantado contra todo eso -las más visibles en Estados Unidos, con los movimientos MeToo y Time’sUp- no es puritanismo, es la lucha contra una de las libertades básicas del ser humano: la libertad sexual.

La libertad sexual de las mujeres.

Porque cuando el sexo, la seducción o el flirteo se basan en estructuras de poder, cuando el hombre aprovecha su superioridad laboral, económica, o física o del entorno, para seducir, tocar o mantener relaciones sexuales –incluso violar-, estamos hablando de un delito.

Por eso es indignante hasta la naúsea la carta de un grupo de presuntas feministas francesas –encabezadas por la actriz Catherine Deneuve, que acaba de salir pidiendo perdón por sumarse- en la que critican al movimiento “Times Up” promovido por las actrices de Hollywood contra el acoso sexual, y lo califican de puritanismo retrógrado. “La violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”, afirman las autoras de este manifiesto.

¿Es seducción insistente que un hombre sepa que con toda seguridad no te negarás a un encuentro sexual porque tu trabajo depende de él? ¿Es seducción torpe que tengas que aguantar a hombres que no hacen caso de un no?

“Esta justicia expeditiva ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su oficio, obligados a dimitir […] por haber tocado una rodilla, intentado dar un beso, hablado de cosas intimas en una cena profesional o enviado mensajes con connotaciones sexuales a una mujer que no sentía una atracción recíproca”, dicen las francesas.

Es decir, que está bien que tu jefe te toque la rodilla. Cállate. Que está bien que te intente dar un beso. Aguanta. Que está bien que te hable de sexo o de cómo te gusta follar en una cena de trabajo. Sonríe. Que está bien que te mande mensajes íntimos por Whatsapp. Respóndele con emoticonos.

No, queridas mademoiselles francesas. Cuánto daño estáis haciendo. No se trata de regresar, como vosotras decís, a la “moral victoriana” que lleva a los hombres “a los cerdos, al matadero” y que es “enemiga de la libertad sexual”. Se trata de todo lo contrario: de ser libres. Con quien queramos. Cuando queramos. No donde quiera y cuando quiera y como quiera y bajo la presión que quiera un hombre.