El incesante bombardeo ruso hace retroceder lentamente a los militares ucranianos

Médicos y enfermeras trabajan para estabilizar a un militar ucraniano que había sido herido por una esquirla de la artillería rusa en un hospital de Sloviansk, Ucrania, cerca de Izium, el miércoles 1° de junio de 2022. (Ivor Prickett/The New York Times)
Médicos y enfermeras trabajan para estabilizar a un militar ucraniano que había sido herido por una esquirla de la artillería rusa en un hospital de Sloviansk, Ucrania, cerca de Izium, el miércoles 1° de junio de 2022. (Ivor Prickett/The New York Times)

KRAMATORSK, Ucrania — Todo empieza con un silbido, comentó Vladislav Goncharenko, un sargento del Ejército ucraniano, al describir el implacable bombardeo ruso.

“Yaces en una trinchera”, explicó, mientras esperaba en una ambulancia repleta con otros militares heridos. “Hay explosiones tan estruendosas que te dan ganas de meterte más bajo la tierra. Y encima de ti, están esos silbidos de metralla, como si fueran moscas”.

Los militares “solo quieren que se detenga”, aseguró.

Pese a que gran parte de la atención del mundo con respecto a la guerra ha estado enfocada en la campaña desorganizada y desatinada de Rusia, Ucrania también está teniendo problemas. El Ejército ucraniano ha sufrido muchas pérdidas, mostrado señales de desconcierto y, poco a poco, retrocedido de posiciones que ocuparon durante mucho tiempo en el Donbás, la región más oriental que ahora es el epicentro de la guerra.

La dinámica que generó Ucrania después de hacer que retrocedieran las fuerzas rusas en Kiev, la capital, y de Járkov, la segunda ciudad más grande, ha dado paso en la zona oriental a semanas de estira y afloja por el control de los pueblos, a fuertes bombardeos y a una gran cantidad de ucranianos muertos y heridos en los campos de batalla.

Ahora, los militares ucranianos enfrentan a una fuerza rusa que ha cambiado su estrategia: de los avances precipitados e imprudentes de las primeras semanas de la guerra a una marcha progresiva e implacable facilitada por bombardeos masivos de artillería.

El miércoles, las fuerzas rusas avanzaron en combates callejeros por las ruinas de la ciudad de Sievierodonetsk, un objetivo fundamental de su ofensiva. Un funcionario local aseveró el miércoles que las fuerzas rusas controlaban cerca del 70 por ciento de la ciudad donde, tras semanas de intensos bombardeos, solo quedaban 12.000 residentes de una población de 100.000 que había antes de la guerra.

Médico descansando en una camilla afuera de un hospital donde son atendidos los militares heridos antes de trasladarlos hacia el oeste, en Kramatorsk, Ucrania, el miércoles 1° de junio de 2022. (Ivor Prickett/The New York Times)
Médico descansando en una camilla afuera de un hospital donde son atendidos los militares heridos antes de trasladarlos hacia el oeste, en Kramatorsk, Ucrania, el miércoles 1° de junio de 2022. (Ivor Prickett/The New York Times)

Los militares ucranianos que están ahí corren el riesgo de ser rodeados. Debido a que los puentes sobre el río Donets fueron destruidos o están bajo fuego, el reabastecimiento se ha vuelto precario.

Las autoridades ucranianas han sido francas acerca de los problemas que enfrenta el Ejército mientras aseguran que estos se solucionarán mediante los envíos de armas occidentales con una mayor rapidez. Esta semana, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, señaló en una entrevista con Newsmax que en los combates mueren de 60 a 100 militares ucranianos todos los días y que otros 500 son heridos.

En su conferencia nocturna, Zelenski reconoció que estaba siendo “muy difícil” la lucha por el control de la región del Donbás, pero recalcó que sus soldados estaban venciendo en el sur, cerca de Jersón y en los alrededores de Zaporiyia, y en torno a Jarkóv en el noreste.

“Las condiciones de la vanguardia deben evaluarse de manera global“, señaló. “No por una zona donde la situación es más difícil y que capta la mayor parte de la atención, sino con base en la vanguardia como un todo”.

Con el fin de llenar los vacíos de la vanguardia, Ucrania ha recurrido al despliegue de los voluntarios de las Fuerzas de Defensa Territorial, quienes cuentan con un entrenamiento mínimo y se movilizaron con rapidez cuando comenzó la guerra. Ha habido problemas de falta de ánimo. Una unidad grabó un video para quejarse de las condiciones tan espantosas. En entrevistas, los militares mencionaron que algunas veces han dejado de usar sus armas de artillería por falta de municiones.

“Quienes dijeron que la guerra terminaría muy pronto, que ya la teníamos ganada, que celebraríamos en abril, dijeron algo muy peligroso”, esta semana declaró ante los medios el asesor de seguridad nacional de Ucrania, Oleksiy Danilov.

En el caótico vaivén del combate que ocurre en las llanuras onduladas del este, las fuerzas ucranianas se mantienen a flote por la promesa de que las armas de Occidente llegarán pronto.

El martes, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció los planes de enviarle a Ucrania sistemas de lanzacohetes múltiples, una poderosa arma de artillería de largo alcance. Las autoridades estadounidenses y ucranianas han señalado que estos sistemas no tienen el propósito de atacar objetivos dentro de Rusia.

El miércoles, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, prometió enviar un sofisticado sistema de defensa aérea y un radar de rastreo capaz de localizar la artillería rusa. Scholz ha recibido los reproches de Ucrania y de algunos legisladores alemanes de que no había hecho lo suficiente para apoyar al Ejército ucraniano. Pero no reveló la fecha para realizar los nuevos envíos.

Como la llegada de los nuevos sistemas de armamento será en algunas semanas, en el mejor de los casos, no se sabe si llegarán a tiempo para que Ucrania repela el lento avance de Rusia. La semana pasada, Ucrania se vio obligada a dejar las posiciones que había defendido cerca de Svitlodarsk durante ocho años de guerra contra los separatistas respaldados por Rusia.

Ha sido difícil evaluar durante toda la guerra las condiciones del Ejército ucraniano a partir de fuentes públicas disponibles. Cuando comenzó la guerra, el Ejército ucraniano contaba con alrededor de 30.000 soldados desplegados en la región del Donbás, pero ni el gobierno ni el Ejército dan cifras actuales.

En gran medida, el gobierno de Ucrania ha ocultado las cifras de sus víctimas y los gobiernos occidentales no han proporcionado sus propias evaluaciones de los problemas del Ejército, de la manera en que lo han hecho para describir los tropiezos de Rusia. La actualización más reciente que realizó Ucrania de sus víctimas fue el 16 de abril, cuando Zelenski aseveró que habían muerto menos de 3000 militares, pero los comentarios que hizo la semana pasada acerca de las víctimas insinúan que esa cifra ya es mucho más elevada.

Ucrania también se ve entorpecida por el deterioro y la merma de la artillería que heredó de la Unión Soviética, señaló Mykhailo Zhirokhov, autor de un libro sobre la artillería ucraniana. Los desgastados cañones disparan con menor precisión. Los proyectiles se están agotando. Están llegando repuestos de Occidente, pero con gran lentitud.

El estado anímico de los combatientes voluntarios también está resultando ser un reto, al menos en algunas unidades. Muchos de quienes se enrolaron en las Fuerzas de Defensa Territorial los primeros días de la guerra creyeron que su tarea se limitaría a defender sus pueblos. Había maestros, programadores de computación y taxistas, entre otros, pero la mayoría de ellos carecía de experiencia en el campo de batalla.

Ahora están desplegados en un violento combate en el este del país, lo cual es una prueba de la creciente demanda por parte de Ucrania de combatientes en la vanguardia.

En las entrevistas realizadas en las ambulancias que los evacuaban del frente, una docena de militares ucranianos heridos aseguraron que la artillería era la culpable de la mayoría de las víctimas. Estos se sumaron al llamado de las autoridades ucranianas para que Occidente envíe más artillería de largo alcance a fin de contrarrestar los bombardeos de Rusia.

“Son armas que yo, como tirador, no puedo combatir”, comentó Goncharenko acerca de la artillería rusa.

Goncharenko fue herido en un bombardeo en el cerco norte del frente en los alrededores de Sievierodonetsk que derribó un árbol sobre la trinchera donde se estaba refugiando. Sufrió un traumatismo craneal que hizo que se mareara, vomitara y ya no pudiera combatir.

Los rusos combinan bombardeos de artillería con maniobras de exploración de infantería o de vehículos blindados para identificar nuevos blancos al aproximarse a las líneas de combate ucranianas y abrir fuego. La maniobra se llama “reconocimiento hasta hacer contacto”.

Los ucranianos abren fuego contra los rusos que van a explorar y cobran víctimas. “Nosotros recogemos a sus muertos”, comentó Goncharenko.

Pero luego, tras determinar las posiciones de los ucranianos, los rusos “se retiran y disparan su artillería”, añadió.

También Rusia ha tenido que pagar altos costos. El martes, las autoridades estadounidenses calcularon que la fuerza de combate general del Ejército ruso había disminuido aproximadamente un 20 por ciento. A fines de marzo, la OTAN calculó que habían muerto de 7000 a 15.000 militares rusos.

No obstante, la artillería rusa devastó pueblos y ciudades antes del avance y con ello la salida de cerca del 80 por ciento de la población de las áreas controladas por Ucrania en la región del Donbás. Los militares rusos terminan tomando las ruinas.

“La única manera en que ocuparán el Donbás es reduciéndolo a escombros”, señaló Maria Zolkina, una analista política. “Si capturan esta región, será sin ciudades” ni personas.

Algunos analistas militares no ven un final claro por el momento y, el miércoles, Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, vaticinó “muchos meses de conflicto” por delante. Es poco probable que Rusia capture pronto las fronteras reclamadas de dos Estados separatistas cuya independencia reconoció en febrero. Y parece que Ucrania está lejos de encontrarse lista para un contrataque que cambie la situación.

“Es una guerra en la que el territorio cambiará de manos, no existe un momento lógico para detenerse en este conflicto y no hay un punto muerto”, señaló Michael Kofman, director de estudios rusos en CNA, un instituto de investigación en Arlington, Virginia. “Esta guerra va a ser más larga”.

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