Para dar impulso a su campaña, DeSantis vuelve a sus prioridades en materia de ley y orden

Cuando el gobernador Ron DeSantis suspendió a la fiscal estatal del centro de la Florida Monique Worrell la semana pasada, la describió como blanda con el crimen. Su oficina, dijo, eludió los mínimos obligatorios, dudó en acusar a menores y abandonó demasiados casos.

La acción del gobernador refleja un enfoque hacia la ley y el orden que probablemente se agudizará a medida que los republicanos aprovechen el creciente temor de los electores a la delincuencia en sus comunidades. Las encuestas indican que los candidatos republicanos tienen más probabilidades de éxito con un mensaje de “ley y orden” que con conversaciones sobre el progresismo.

Para DeSantis, quien se está postulando a la presidencia, el enfoque en la delincuencia no es del todo nuevo. Durante años, el gobernador se ha promocionado como un líder de mano dura contra la delincuencia y amigo de las fuerzas del orden. Amplió la pena de muerte en la Florida, firmó un proyecto de ley antidisturbios tras las protestas por la muerte de George Floyd en 2020, promulgó un programa de reubicación de inmigrantes y sugirió que los agentes de la Patrulla Fronteriza deberían poder usar la fuerza letal contra presuntos narcotraficantes.

Pero su marca nacional ha sido moldeada más por su oposición a las restricciones por la pandemia, su énfasis en la reestructuración del sistema educativo de la Florida para prohibir algunas conversaciones sobre raza y sexualidad y su cruzada contra la “ideología de género”.

Worrell dijo la semana pasada que su suspensión fue una acción para ayudar a la “fallida” campaña de DeSantis, ya que ocurrió en medio de noticias sobre su decisión de cambiar de jefe de campaña y sobre el continuo rezago en las encuestas en comparación con el favorito republicano, Donald Trump. “Necesitaba volver a los medios de alguna manera positiva que apaciguara a su base”, dijo.

Cuando se le preguntó si DeSantis se está enfocando de nuevo en los mensajes sobre justicia penal, un portavoz de su campaña dijo que el aspirante presidencial cree que la nación está en declive, y que puede echar eso atrás.

“Lo primero entre las prioridades de Ron DeSantis es restablecer la ley y el orden en nuestras comunidades”, dijo el secretario de Prensa Bryan Griffin. “Bajo su liderazgo, la Florida ha experimentado un mínimo de delincuencia en 50 años. Como presidente, priorizará la seguridad y enfrentará la ideología izquierdista caprichosa que ha permitido que la delincuencia aumente sin control en nuestra nación”.

En el año posterior a la salida de Trump y la llegada de Joe Biden a la presidencia, aumentó el temor de los conservadores a la delincuencia en sus comunidades, muestran las encuestas.

Una encuesta reciente de The New York Times/Siena College concluyó que los electores republicanos a nivel nacional y en Iowa, donde se celebrarán las primeras primarias, preferirían a un candidato con un mensaje de ley y orden y que hablara de fronteras fuertes en vez de centrarse en combatir la “ideología progresista”.

De 2020 a 2021, la percepción republicana de la delincuencia local se disparó. El número de republicanos que dijeron que la delincuencia había aumentado subido en su área pasó de 38% a 67%, según una encuesta de Gallup. Los demócratas y los independientes también expresaron un aumento, pero nada parecido al de los republicanos.

La tasa de delitos violentos en Estados Unidos se mantuvo prácticamente sin cambios en los últimos años, aunque la tasa de homicidios aumentó en 2020 tanto en las ciudades gobernadas por demócratas como por republicanos, según The New York Times.

“Cuando la gente habla de lo mucho que le importa la delincuencia, en realidad no está vinculada a la tasa de delincuencia”, dijo Jon Gould, profesor de Criminología, Derecho y Sociedad en la Universidad de California en Irvine. “En realidad está ligado a lo cómodos que se sienten con los cambios sociales”.

La sabiduría convencional dice que el miedo a la delincuencia debería traducirse en votos para los candidatos que prometen castigos, dijo Robert Dunham, asesor legal especial del despacho de abogados sin fines de lucro Phillips Black y ex director ejecutivo del Death Penalty Information Center.

Pero esa teoría no se sostuvo en las elecciones intermedias de 2022. Los republicanos invirtieron millones de dólares en anuncios publicitarios que insistían en el tema de la delincuencia. Sin embargo, los demócratas se desempeñaron mucho mejor de lo que esperaban los expertos políticos, ganando varias contiendas muy disputadas en todo Estados Unidos.

Dunham dijo que “la estrategia de DeSantis de jugar con el miedo, de adoptar el enfoque más duro posible a los temas de delincuencia” funciona entre la base republicana, pero “lo hace menos elegible en unas elecciones generales”.

El crimen fue un tema importante en las campañas políticas en las décadas de 1980 y 1990, pero se volvió menos prominente después de la década de 1990 a medida que los incidentes disminuyeron, dijo Brian Arbour, profesor adjunto del John Jay College of Criminal Justice. Desde 2020, dijo, se ha roto el consenso bipartidista sobre a la reforma.

Los republicanos van a la ofensiva cuando se trata de la delincuencia, lo que les da la capacidad de confiar en la retórica simple, dijo Arbour.

“La delincuencia es mala, es culpa de los demás”, dijo. “La retórica es más sencilla, más limpia y viene con menos inconvenientes”.

Gould, el profesor de UC Irvine, dijo que DeSantis se jacta de la baja tasa de criminalidad de la Florida, pero también presiona por más penas.

“Si el crimen es bajo, ¿por qué se necesita más retribución?”, dijo Gould. “Desde una perspectiva política, ¿qué es lo que motiva?”.

Dijo que la presión del gobernador para cambiar la pena de muerte es un ejemplo de ello.

Una justificación frecuente para la pena de muerte es que disuade la delincuencia, aunque personas han cuestionado las pruebas de ello. Las tasas de asesinatos en 2020 fueron más altas en los estados con pena de muerte.

DeSantis impulsó este año una ley que elimina el mandato de un jurado unánime para decidir sobre la pena capital. La nueva ley de la Florida requiere que solo ocho de 12 jurados voten a favor de la muerte para que una persona sea ejecutada, lo que lo convierte en uno de los dos estados que no requieren un jurado unánime. Alabama, el otro estado, exige que al menos 10 jurados voten a favor.

Cuando DeSantis habló de cambiar la pena de muerte, se centró sobre todo en la idea de jurados solitarios que hacen descarrilar la “justicia adecuada”. Lo puso en el contexto del agresor en el tiroteo de la escuela de Parkland que no recibió la pena de muerte después que tres miembros del jurado votaron a favor de una cadena perpetua en lugar de la muerte.

Los expertos advierten que, sin la salvaguarda de un jurado unánime, es más probable que se ejecute a inocentes. La Florida tiene el mayor número de exoneraciones de condenados a muerte en Estados Unidos.

En el último período de sesiones legislativas, DeSantis también firmó un proyecto de ley, que promociona en campaña, que desafía los precedentes de la Corte Suprema federal al pretender ejecutar a las personas que violen a niños menores de 12 años.

También firmó un proyecto de ley que facilita a los fiscales presentar un cargo de asesinato con pena de muerte contra las personas que venden drogas que resultan en una sobredosis fatal.

Solo en los últimos ocho meses, DeSantis aprobó cinco ejecuciones. (En su primer mandato, DeSantis firmó dos órdenes de ejecución; ha firmado muchas menos que su predecesor, Rick Scott).

Dunham, ex director del Death Penalty Information Center, dijo que las acciones de DeSantis para debilitar las normas sobre la pena de muerte parecen “encajar en el perfil” de lo que puede querer un elector republicano en las primarias.

“Es fruta madura para fines de complacencia política”, dijo Dunham.