A pocos le importa que una nueva generación de cubanos muere en el Estrecho de Florida | Opinión

Una nueva generación de cubanos está muriendo en el Estrecho de la Florida en un intento por huir de un régimen brutalmente represivo, y también de la pobreza. Son circunstancias compañeras.

Un sendero de balsas improvisadas y botes destartalados salpican el alta mar. Un superhombre en tabla de surf recorre más de las 90 millas de Cuba a los Cayos. Y, en la frontera de Estados Unidos con México, una fila colmada de personas que solicitan asilo político reemplaza la larga espera por alimentos racionados en las bodega del gobierno en Cuba.

Cubanos desesperados en fuga arriesgada, son los nuevos protagonistas de una vieja y triste historia, una historia de 63 años que ya no conmueve en este país. Pero debería mover montañas, especialmente dada la legítima pasión e indignación con la que los estadounidenses defienden a Ucrania.

Pero no todos los intentos de libertad parecen considerarse de igual valor y mérito, ni siquiera cuando tanto Cuba como Ucrania el protagonista del mal — la mente trastornada de un hombre, Vladimir Putin, que suspira por la era de la poderosa Unión Soviética — representa la misma amenaza para Estados Unidos.

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Los estadounidenses piensan que la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962 que llevó a las dos superpotencias al borde de la guerra es cosa del pasado. Todo lo que quieren ahora es tener acceso a cruceros y viajes a la Disneylandia comunista al estilo de los tiempos de apertura de del Presidente Barack Obama.

Perdida ante las sanciones de Donald Trump y el presidente Joe Biden, Cuba es el caso de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. Las súplicas de los defensores de derechos humanos ante tantas violaciones, censura y el secreto judicial en Cuba se pierden en el vacio para los aliados estadounidenses y europeos, tan unidos en el caso de Ucrania.

Los ucranianos armados, por otro lado, son admirados por su valor. Se quedan y luchan a cualquier precio. Las atrocidades rusas que salen a la luz son horrendas. Las muertes de ucranianos que defienden a su país son verdaderamente heroicas, un sacrificio que ha hecho retroceder a Rusia.

Bravissimos.

Nosotros los cubanos casi siempre decepcionamos.

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Sea cual sea la circunstancia, elegimos el exilio. Esta vez, ante las amenazas e imposición de penas de 10, 20 y 30 años de prisión por parte del dictador títere Miguel Díaz-Canel a jóvenes cubanos por el delito de decir la verdad durante las protestas masivas sin precedentes del pasado 11 de julio.

Y el poderoso país vecino no está mirando, no está indignado, no está presionando a Biden para otra cosa distinta que enviar ayuda humanitaria al enemigo, devolver el placer de visitar la isla y el derecho de las empresas estadounidenses a ganar dinero sobre las espaldas de los cubanos, como hacen los europeos.

Represión policial constante, cráneos afrocubanos resquebrajados a palo, artistas afrocubanos languideciendo en las cárceles sin el debido proceso, uno de ellos, un rapero ganador de un Grammy castigado por una canción. El destino de los valientes cubanos está en la oscuridad, su momento Black Lives Matter se evapora ahora que el mundo ha pasado a The Next Big Thing (El Próximo Gran Evento) del ciclo noticioso.

Las personas que se atrevieron a enfrentarse a la dictadura fueron abandonadas a su suerte, víctimas de la repugnante política de la extrema izquierda y derecha estadounidense, y ahora, aquí tenemos a los cubanos, una vez más, en nuestra puerta, con la única novedad de que los ucranianos en busca de refugio se unen a ellos en la frontera.

Tal vez una nueva estadística despierte a los desinteresados y reemplace el malestar hacia Cuba con alguna acción: más de 46,000 cubanos han llegado a las fronteras de Estados Unidos en los últimos cinco meses, según nuevas cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

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Eso es más que los 35,000 balseros que llegaron en el verano de 1994 y fueron albergados en tiendas de campaña en Guantánamo durante nueve meses de la administración Clinton, hasta que finalmente fueron procesados y reasentados en Estados Unidos.

Más de 46,000 cubanos llegaron a la frontera de EEUU huyendo de la pobreza y opresión

Las imágenes de receptáculos, si así se puede llamar a los armatostes caseros, sobre todo a los vacíos que deberían tocar el corazón de la gente.

Allí está la balsa amarilla con la vela verde olivo interceptada por la Guardia Costera estadounidense en medio de un mar profundamente azul, con sus 14 pasajeros repatriados a Cuba después de todo ese riesgo y esfuerzo.

Queda la balsa rústica en la orilla de Cayo Pan de Azúcar. El cobro de víctimas de su paso: un muerto, seis supervivientes y otros más del grupo original desaparecidos en el mar.

La búsqueda de varios inmigrantes que habrían desaparecidos después de que su bote naufragó en los Cayos de la Florida fue suspendida el sábado 2 de abril de 2022.
La búsqueda de varios inmigrantes que habrían desaparecidos después de que su bote naufragó en los Cayos de la Florida fue suspendida el sábado 2 de abril de 2022.

Está la balsa de 15 pies hecha con tambores de flotación de 55 galones que tocó tierra cerca de Key West.

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Política de inmigración

Sin embargo, en este país dividido, los defensores de la inmigración están cansados de los constantes gritos republicanos de una “invasión”.

Los republicanos están usando la inmigración para criticar a Biden y los demócratas argumentan a favor del compromiso, el diálogo con Cuba, y el levantamiento del embargo estadounidense.

Cuba sonríe ante el comportamiento predecible de ambas partes.

El régimen sabe cómo manipular la opinión pública estadounidense y deshacerse de la oposición: abriendo las puertas a un nuevo éxodo.

Pero hay una mejor solución para el drama cubano en los mares y frontera.

¿Quiere acabar con la migración masiva de cubanos?

Apoye la lucha de los cubanos por la libertad con la pasión, el compromiso y la muestra de indignación que se ha demostrado, con mucha razón, a Ucrania.