En la Iglesia hay “curas y laicos muy dolidos y molestos” por la misa kirchnerista en Luján

El arzobispo de Mercedes-Luján presidió la misa en el principal santuario del país, con la presencia de Alberto Fernández y una amplia concurrencia kirchnerista
El arzobispo de Mercedes-Luján presidió la misa en el principal santuario del país, con la presencia de Alberto Fernández y una amplia concurrencia kirchnerista - Créditos: @presidencia

Por partida doble persistía el domingo el malestar puertas adentro de la Iglesia por la fuerte impronta kirchnerista que dominó la misa celebrada el sábado en la Basílica de Luján. Basados, incluso, en el propio pedido de disculpas que hizo el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, muchos círculos eclesiásticos no dudan de que la celebración se convirtió en un acto político partidario. El segundo efecto es que quedó absolutamente relegada la finalidad de fortalecer la recaudación de la colecta Más por Menos, la iniciativa solidaria destinada a ayudar a los más pobres.

“Cayó muy mal! Una pena lo que ocurrió, no fue para nada bien visto. El propio arzobispo se dio cuenta y por eso pidió disculpas”, confió a LA NACION un obispo que interpreta un sentir mayoritario de rechazo a la postal que dejó la celebración.

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La sensación es que hay curas y laicos “muy dolidos y molestos”, según graficó una fuente eclesiástica.

Fuentes consultadas atribuyen el silencio de los obispos que conducen el Episcopado y el claro intento por despegarse de la convocatoria en Luján a que el organismo está de alguna manera “atado a lo que se puede presentir acerca de los deseos de Roma”, en alusión a la influencia del papa Francisco.

El escándalo generó una divisoria de aguas y de responsabilidades. Ante una consulta de LA NACION para conocer una evaluación de lo que pasó, fuentes del Episcopado insistieron en que el organismo que preside el obispo Oscar Ojea no realizó la convocatoria. “La evaluación la tiene que hacer el que convocó”, en clara alusión al arzobispo de Mercedes-Luján. Y, por elevación, al intendente de Luján, el camporista Eduardo Boto.

Junto a Duhalde y Kicillof. Alberto Fernández participóen la Basílica de Luján de la misa por el ataque a Cristina Kirchner
Junto a Duhalde y Kicillof. Alberto Fernández participóen la Basílica de Luján de la misa por el ataque a Cristina Kirchner - Créditos: @presidencia

Un dato que no pasa desapercibido es que otra vez la Basílica de Luján fue escenario de una misa manejada por el poder político. En octubre de 2018, el líder camionero Hugo Moyano llevó a su tropa a una misa celebrada por el entonces arzobispo Agustín Radrizzani (fallecido en 2020), en la que se pidió “un cambio del modelo económico”. La sensación en la Iglesia es que tanto Radrizzani como ahora Scheinig no midieron el impacto político que implicaba mezclar a la Iglesia con las conveniencias de turno de los sujetos de la política.

En la propia Iglesia sostienen que ello es inadmisible, especialmente en una arquidiócesis como la de Mercedes-Luján, en cuya jurisdicción tuvo lugar uno de los mayores escándalos que mezcló a la Iglesia con la corrupción: los bolsos arrojados por el exfuncionario kirchnerista José López en un monasterio de General Rodríguez.

Tampoco se soslaya que la jurisdicción eclesiástica de la arquidiócesis comprende la ciudad de Mercedes, el bastión del ministro del Interior y referente de la Cámpora, Eduardo “Wado” De Pedro, y su hermano de crianza Juan Isnacio Ustarroz, intendente de esa localidad.

Polémica creciente

Veinticuatro horas después de la celebración los chispazos seguían encendidos e, incluso, generaron reacciones extemporáneas, como la difusión de un video en el que se mostraban bombos y batucadas en el interior de la basílica, pero que no corresponden a lo que pasó el sábado, sino a un encuentro de hace tres años organizado en Luján por la organización Familia Grande Hogar de Cristo, vinculada al tratamiento de adicciones, según certificó el sitio Chequeado.

La misa en Luján, una fórmula que en diciembre de 2019 sirvió para forjar un abrazo entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, dos días antes del traspaso del poder, esta vez colocó a la Iglesia –o a parte de ella- entre los actores políticos que no disimulan los intentos de oponerse a decisiones de la Justicia que eventualmente llegarán antes de fin de año. “Hubo una notoria falta de olfato político”, resumió un observador eclesiástico consultado por LA NACION.

“La amplia presencia kirchnerista –solo faltaron Cristina y Máximo Kirchner- y la ausencia completa de la oposición fue un contrasentido a lo que se proclamaba con la invitación. El arzobispo quedó muy descolocado. Todo preanunciaba que iba a ser un acto político y partidario”, fue el comentario de un obispo, molesto con lo que se vio en la basílica.

El carácter político de la convocatoria llevó a la basílica a varios dirigentes que exhibían un recorrido bastante alejado de la vida de la Iglesia. No pasó inadvertido el clásico saludo con los dedos en “V” que le dedicó el ministro de Defensa, Jorge Taiana, a militantes reunidos en la explanada.

Otra preocupación que se percibe en la Iglesia a partir de los confusos mensajes que se traducen por el acercamiento al kirchnerismo en medio de una profunda crisis social, especialmente cuando hay exfuncionarios sospechados de corrupción, es la distancia que va tomando parte de la feligresía, respecto de sus pastores. Signos que se reflejan, por ejemplo, en una menor participación de los fieles en las celebraciones dominicales, advierten agudos observadores del sector eclesiásticos.