Cómo Hurray for the Riff Raff aprendió el poder del presente

Alynda Segarra, quien crea música con el nombre “Hurray for the Riff Raff”, en Nueva York, el 24 de enero de 2024. (Luisa Opalesky/The New York Times)
Alynda Segarra, quien crea música con el nombre “Hurray for the Riff Raff”, en Nueva York, el 24 de enero de 2024. (Luisa Opalesky/The New York Times)

NUEVA YORK— Casi un año después de la repentina muerte de su padre, la vista de una entrada de metro con destino al Bronx hizo llorar a Alynda Segarra, quien hace música.

“Ayer caminé por el tren 1, y el color rojo, el ‘1’, el ‘Van Cortlandt Park’ y el ‘Uptown’… me hicieron llorar”, dijo Segarra, que usa el pronombre elle. “Pensé, esto es tan loco que realmente no tengo una razón para subir allí”.

Segarra, que tiene 36 años y hace música folk con actitud punk bajo el nombre Hurray for the Riff Raff, vestía una camiseta blanca desgastada debajo de un chaleco de cuero ajustado y joyas plateadas que hacían juego con sus uñas pintadas. Tomando un café en un sofá con estampado de cebra en un rincón tranquilo del Hotel Chelsea de Manhattan, Segarra comparó la decoración del histórico hotel con los decorados de la película de Yorgos Lanthimos, “Pobres criaturas”. Quedarse en el Chelsea fue una extravagancia inusual, pero desde la muerte de su padre, Segarra se ha permitido premios como estos, en su honor.

“A mi papá le encantaba disfrutar”, dijo Segarra. “Simplemente no se negaba a sí mismo el placer. Así que ahora he empezando a pensar: ‘¿Por qué no?’”.

Segarra, de ascendencia puertorriqueña, se crió en el Bronx y se fue de casa a los 17 años. Primero vivió en una casa ocupada en Filadelfia y con el tiempo se mudó a Nueva Orleans y tocó en la calle en una variopinta banda de vagabundos llamada The Dead Man Street Orchestra. (“No podía creer que fuera real”, recordó Segarra con un deleite prolongado. “¿Podía nada más cantar canciones de Tom Waits y la gente me daría dinero?”). Cuando Luisiana se volvía demasiado caluroso o Segarra sentía mucho desasosiego, viajaba en tren, y así conoció Estados Unidos a través de vislumbres borrosos de su vasto paisaje.

Algunas de esas aventuras juveniles se relatan, con un recubrimiento de madurez y melancolía, en “The Past Is Still Alive”, el noveno álbum fascinante e ingeniosamente autobiográfico de Segarra, que se lanzará el 23 de febrero.

“Me encanta que” en este punto tan avanzado de la carrera de Segarra “ahora esté haciendo su mejor trabajo”, dijo Brad Cook, quien produjo los dos últimos álbumes de Hurray. “Es genial ver a alguien trabajar tan duro”.

Desde que lanzó por su cuenta su primer álbum en 2008, Segarra ha realizado giras sin cesar y se ha ganado la admiración de artistas contemporáneos como Katie Crutchfield, de Waxahatchee.

“Si me preguntaran quién creo es la persona a quien más respeto en cuanto a composición, diría que Alynda”, afirmó Crutchfield en una entrevista telefónica. Hablando de la epopeya folk de Segarra de 2017, “The Navigator”, señaló: “Hay un par de canciones en ese disco que están presentes en todas las listas de reproducción que hago”.

“Me da una especie de sensación de Springsteen, de nosotros contra el mundo” en gran parte de la música, dijo Conor Oberst, el líder de Bright Eyes, en una entrevista sobre Hurray for the Riff Raff.

“Tiene espíritu de lucha”, añadió, “y un hastío mundial en muchas de las canciones, pero la interpretación es muy sencilla y despreocupadamente genial”. (Oberst canta con Segarra en un tema del nuevo disco).

EN UNA COLUMNA de The New Yorker de 2008 sobre la música callejera de Nueva Orleans, se menciona a Segarra tocando el banjo y la tabla de lavar con un conjunto de jazz llamado Loose Marbles, que hacen música “que suena como si se hubiera interpretado por primera vez en un campamento de vagabundos durante el gobierno de Hoover”. En Nueva Orleans, Segarra se inspiró en el Delta blues, el folk de los Apalaches y otros movimientos musicales estadounidenses formativos, lo que llevó a Segarra a romantizar el pasado: “Solía decir: Maldita sea, desearía haber nacido en los años 60”.

“Small Town Heroes”, el primer álbum de Hurray for Riff Raff que obtuvo reconocimiento nacional, salió en 2014, pero su sonido folk hizo que pareciera que podría haber llegado en cualquier año del siglo XX. Ganó fuerza en el mundo nebulosamente definido pero todavía de alguna manera circunscrito de la música del género americana, una etiqueta que ahogó los aspectos más radicales de la visión interpretativa, dijo Segarra.

“El americana como género ha crecido mucho desde entonces”, dijo Segarra, “pero en ese momento realmente no tenía mucha seguridad en mí y me costaba trabajo expresar mis ideas y creencias de forma explícita”. Segarra se sentía como un fetiche por su origen puertorriqueño y por ser queer, y pensaba que debía estar a la altura de la imagen aséptica de “la buena chica tradicional que vive en Nueva Orleans”.

“Me estaba editando, incluso la forma en que me vestía y me presentaba en el escenario”, agregó. “Sabía que era una gran oportunidad y no quería perderla. No quería volver a quedarme en la calle. En realidad estaba trabajando desde un lugar con mucho miedo”.

El álbum de Segarra de 2022, “Life on Earth”, fue, temática y sonoramente, una reivindicación del presente.

“Realmente sentí que Segarra salió de su caparazón de una manera tan poderosa durante la creación de ese disco”, dijo Cook. Contiene elementos e instrumentos que no se asocian tradicionalmente con el americana (sintetizadores, fraseos casi de rap) y también aborda abiertamente la angustia del cambio climático. “Oh, puede que no te encuentre allí”, canta Segarra en el elegíaco tema principal. “Espíritu cegado por la desesperación”.

“The Past Is Still Alive” continúa esta aceptación del presente.

“Siento que finalmente puedo combinar todas estas cosas”, dijo Segarra. “Puedo tocar una guitarra acústica y cantar una canción folk, pero también hablar mi propio idioma y sentirme bien conmigo”.

El final del álbum es la asombrosa epopeya “Ogallala”, que culmina con Segarra cantando: “Solía pensar que había nacido en la generación equivocada, pero ahora sé que llegué justo a tiempo/ Para ver arder el mundo, con una lágrima en mi ojo”.

“Con este estado del mundo tan caótico, realmente me siento diferente al respecto. Este es absolutamente el momento adecuado para que yo viva y escriba canciones. Ya no tengo ninguna duda”.

UNA DE LAS canciones más impactantes del nuevo álbum es “Hourglass”, una meditación a modo de canto fúnebre sobre los recuerdos y las disparidades de clases en la que Segarra admite crudamente: “Siempre me siento como un niño sucio/solía comer de la basura”.

“Esa frase se sentía como: ‘Oh, no tengo resilencia’”, dijo Segarra. En parte giraba en torno al hecho de que Segarra se sentía muy consciente de ser alguien que abandonó el bachillerato cuando estaba con sus compañeros de gira que habían asistido a prestigiosas escuelas de música. Cuando le llevaron a Cook una maqueta de esa canción, a Segarra le surgieron dudas por la brusquedad del lenguaje.

“Pensaba que era solo una nota de voz”, recordó Segarra. Cook le aseguró que efectivamente era una canción y una genial.

“Me encanta que Alynda no sepa que ‘Hourglass’ es una canción”, dijo Cook. “Me encanta que Alynda no sepa lo poderoso, vulnerable y confiado que es lo que está transmitiendo. Ni siquiera creo que comprende lo buene que es”.

Desde que se declaró de género no binario antes del lanzamiento de “Life on Earth”, Segarra ha utilizado la música como un espacio para experimentar más libremente con el género. Hay una alegre fluidez en la forma en que se manifiesta en “The Past Is Still Alive”. Segarra canta sobre la presión de “ser una buena hija”, pero también afirma, en “Snake Plant”, “nací con alma de niño”.

En la engreída portada del álbum, Segarra canalizó conscientemente a James Dean y a River Phoenix.

“Quise encarnar uno de esos arquetipos de chico triste y lindo estadounidense con ropa de trabajo”, dijo Segarra, entre risas. Los sabios mayores queer que le mostraron a Segarra cómo trascender el modelo binario de género hacen cameos a lo largo de “The Past Is Still Alive”. En “Colossus of Roads”, Segarra menciona a elle poeta Eileen Myles, cuyo ejemplo le enseñó que “también hay otra opción de existencia y creación de quién eres”. (Myles estaba entre el público en un pequeño show de Hurray for the Riff Raff en Marfa, Texas, y después se acercó a Segarra para preguntarle: “¿Escuché mi nombre o simplemente me creo mucho?”)

Un miércoles por la tarde a finales de enero, unas 100 personas se reunieron en la Iglesia de San Marcos en The Bowery para escuchar una de las primeras reproducciones de “The Past Is Still Alive”. En cualquier momento dado durante las 11 pistas emocionalmente desgarradoras del álbum, se podían escuchar ligeros sollozos. La pérdida, dijo Segarra en una sesión de preguntas y respuestas posterior, había hecho que sintiera “que necesitaba escribir sobre todas estas personas. Tenemos todos estos monumentos a todos estos [improperios] por todo el país. Esta es mi versión de un monumento”.

Acto seguido, Segarra tomó una guitarra y tocó una impresionante versión en solitario de “Alibi”, el tema de amor duro que abre el disco.

“No tienes que morir si no quieres morir, puedes recuperarlo todo en el último momento”, cantó Segarra en un rico alto que resonó en el techo. Inicialmente, Segarra escribió “Alibi” para un amigo que luchaba contra la adicción, pero dijo que era una de las muchas canciones del álbum cuyo significado se ha transfigurado tras la muerte de su padre.

“Al cantar esa canción después de su muerte, se convirtió en algo más”, dijo Segarra. “Tu espíritu no tiene por qué morir. No tienes que dejarme. Puedes quedarte conmigo si quieres, ¿sabes?”

c.2024 The New York Times Company