Huracán deja viviendas derrumbadas, cosechas perdidas e infraestructura dañada en Cuba
El huracán Rafael dejó una estela de viviendas y edificios derrumbados y dañó escuelas, hospitales, infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones, así como cultivos en La Habana y otras provincias del occidente cubano, agravando la crisis que ya golpea a la empobrecida isla.
El huracán, que azotó el miércoles con vientos de categoría tres la capital cubana y las provincias de Artemisa, Mayabeque y Pinar del Río, dejó sin suministro eléctrico a la isla. La mayor parte del occidente de Cuba no tiene electricidad y en La Habana solo el 17% de los clientes tenía servicio el viernes por la tarde.
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El huracán también provocó el derrumbe total o parcial de 471 viviendas y edificios, que ya se encontraban en malas condiciones, en La Habana, según un balance preliminar compartido por la gobernadora de la provincia de La Habana, Yanet Hernández Pérez. Según ella, 496 postes de luz y más de 100 transformadores estaban caídos, lo que complica aún más la restauración del suministro eléctrico.
En Artemisa, la provincia más afectada, Rafael dañó 2.825 viviendas, hospitales, escuelas, 174 bodegas y tiendas del gobierno y el estadio de béisbol de la provincia, según informes preliminares.
Las comunicaciones también resultaron severamente dañadas.
El viceministro primero de Comunicaciones, Wilfredo González Vidal, dijo que el 77% de los clientes de La Habana, Artemisa y Mayabeque no tenían servicio de telefonía celular. Anteriormente, Etecsa, la empresa estatal de telecomunicaciones, dijo el jueves que el huracán interrumpió el servicio al 60% de sus clientes. Más de 53.000 líneas telefónicas fijas también están fuera de servicio en esas tres provincias.
Netblocks y el proyecto de Detección y Análisis de Interrupciones de Internet, dos grupos que monitorean el tráfico de Internet, informaron cortes de Internet en Cuba aproximadamente en el momento en que colapsó la red el miércoles.
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Los daños de Rafael se suman a una situación ya de por sí terrible. El país fue azotado por otro huracán, Oscar, el mes pasado, que dejó ocho personas muertas y devastación en la provincia oriental de Guantánamo.
Apenas unos días antes de que el huracán Oscar azotara la isla, la vieja red eléctrica del país colapsó tras una falla en una importante planta eléctrica. El gobierno tardó varios días en volver a ponerla en funcionamiento. Antes del colapso, las autoridades cubanas acababan de declarar una emergencia energética porque los apagones estaban paralizando la economía.
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Cuando Rafael azotó la isla, muchos cubanos ya estaban a oscuras, sin electricidad, y enfrentando escasez de alimentos y medicinas, interrupciones en el servicio de agua y recolección de basura porque el gobierno, como muchos economistas lo han expresado sin rodeos, está en quiebra.
“Aquí no hay comida, no hay electricidad, no hay gas licuado, no hay nada aquí, esto es un desastre”, lamentó una vecina de Centro Habana, que pidió no ser identificada. ““Gracias que, al menos, tengo familia en Estados Unidos que me envía comida”, aseguró.
María Elena González, otra residente de Centro Habana, dijo que ella y otros vecinos pudieron recargar las baterías de su teléfono en un negocio privado con un generador. Dijo que había estado sin electricidad desde la mañana del miércoles antes de que el huracán Rafael tocara tierra por Artemisa alrededor de las 4:00 p.m.
Una residente de Regla, que también pidió que se le otorgara el anonimato, dijo que ha estado sin electricidad desde el miércoles y que le preocupaba que su comida se desperdiciara.
“Todavía sin luz”, dijo el viernes por la mañana, “con miedo a que se nos echen a perder nuestros alimentos sin que el Estado nos dé nada de comer, sin una galleta siquiera. Los pocos alimentos que pudimos comprar estamos tratando más o menos de conservarlos, pero está súper difícil todo.”
Dos huracanes en un mes, más la falta de servicio eléctrico y de petróleo, aumentarán aún más lo que los expertos llaman “inseguridad alimentaria”, o la falta de alimentos disponibles en la isla. Las desastrosas políticas agrícolas del gobierno, basadas en topes de precios y un sistema de distribución centralizado que obliga a los productores a vender la mayoría de sus cosechas al gobierno a precios inferiores a los del mercado, han provocado que la producción de alimentos se desplome en la isla.
Los cultivos en Artemisa, un importante proveedor de productos frescos a la capital, resultaron gravemente dañados.
Más de 22,000 acres de bananos, 9,390 de yuca, 2,572 de hortalizas, 1,729 de frijoles, 1,235 de arroz, 1,331 de maíz, 882 de café y 143 de soja se perdieron o sufrieron daños, informó el periódico local El Artemiseño.
El ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Oscar Pérez-Oliva Fraga, reconoció que el gobierno depende de la ayuda extranjera para ayudar a las víctimas de los dos huracanes.
“La existencia de recursos proporcionados por las Naciones Unidas nos permitió dar una respuesta inmediata para atender a los damnificados con productos alimenticios y otros insumos necesarios”, dijo en una conferencia de prensa el jueves.
El funcionario dijo que México, Colombia, Bolivia, Venezuela, Rusia y China también han ayudado “en la recuperación del Sistema Eléctrico Nacional y con insumos, medicamentos y materiales de construcción”.
El reportero de el Nuevo Herald Maykel González contribuyó a esta historia.