Humanitarios preocupados por la crisis alimentaria de los niños haitianos

Desde hace semanas, Madeleine Célicourt y sus hijos se han refugiado en una escuela de Puerto Príncipe, encontrando por fin algo de paz —y comida caliente— desde que una letal guerra de pandillas en el mayor vecindario marginado de Haití les obligara a huir el mes pasado.

Sin embargo, con la próxima apertura del curso escolar, ella y otros como ella pronto tendrán que marcharse, sin saber no solo dónde dormirán sino cómo alimentarán a sus hijos en las próximas semanas.

“No tenemos a dónde ir”, dijo Célicourt. “No tenemos bendiciones, ni familia, ni sistema de apoyo”.

Los niños de Célicourt son los rostros de la más reciente crisis de Haití, donde uno de cada 20 niños de Cité Soleil, el mayor vecindario marginado de Haití, está “en riesgo de morir por desnutrición aguda severa” debido a la falta de servicios de salud y de alimentos, según UNICEF. Las estadísticas son aún más sombrías para los niños menores de 5 años: Alrededor de 20% de la zona sufre desnutrición aguda severa o moderada, cinco puntos porcentuales por encima del umbral de emergencia establecido por la Organización Mundial de la Salud.

Célicourt, de 45 años, y dos de sus tres hijos, Robens Remy, de 11 años, y Manuela Remy, de 10, fueron evacuados a un centro de St. Paul de Chartre, una escuela situada en el vecindario de Delmas 31, con la ayuda de una monja francesa, la hermana Paësie Philippe, que organizó varias evacuaciones riesgosas a través de su organización, Famille Kizito.

En las semanas posteriores, las familias evacuadas han contado con las donaciones del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas. La organización humanitaria ha entregado dos veces al día diversas cajas de comida, así como arroz, frijoles y aceite de cocina.

“Hoy pienso en Dios, porque si no fuera por la hermana Paësie y si no fuera por el Programa Mundial de Alimentos, tendríamos dificultades para encontrar comida”, dijo Célicourt. “Aunque la situación no sea estupenda, es mejor a que muriéramos ahí afuera”.

Madeleine Célicourt, de 45 años, y sus tres hijos fueron desplazados de Cité Soleil en julio a causa de la violencia de las bandas. Ella depende del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, una organización humanitaria que apoya a las comunidades haitianas, para alimentarse todos los días.
Madeleine Célicourt, de 45 años, y sus tres hijos fueron desplazados de Cité Soleil en julio a causa de la violencia de las bandas. Ella depende del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, una organización humanitaria que apoya a las comunidades haitianas, para alimentarse todos los días.

La hermana Paësie, que ha pasado más de 20 años trabajando en Haití, dijo que la profunda pobreza y el hambre no son nuevos para los 93,000 niños de Cité Soleil, pero los violentos enfrentamientos entre pandillas del mes pasado han empeorado la situación, dejando a los niños más vulnerables que nunca. Desde 2019, la guerra de pandillas ha eliminado por completo las actividades en los mercados locales, impidiendo a las madres vender y comprar productos para cocinar.

“Constantemente, los lunes, algunos niños me dicen: ‘Mi madre no cocinó ayer’ “, dijo la hermana Paësie. “Eso es el domingo, lo que significa que ha pasado toda una semana sin que la madre cocine”.

Tras este nuevo conflicto, que ha dejado más de 471 muertos y heridos entre el 8 y el 17 de julio, según Naciones Unidas, Famille Kizito ha rescatado y reubicado a más de 800 niños. Los llevaron a varias escuelas religiosas de Delmas para alojarlos temporalmente.

Ahora, enfrentan un nuevo reto. Los niños y las familias que se habían refugiado en St. Paul de Chartre y otras escuelas han recibido la noticia de que tienen que marcharse, lo que suscita preocupación por sus necesidades de alojamiento y alimentación.

“Ya enviamos a algunos niños de vuelta en los últimos días y, por desgracia, prácticamente vuelven a la misma situación”, dijo la hermana Paësie.

Los funcionarios humanitarios expresan su creciente preocupación por los efectos de las múltiples crisis de Haití en la ya grave escasez de alimentos.

“La situación se está volviendo realmente difícil, imposible para que las familias más vulnerables puedan sobrevivir en estas condiciones”, dijo Bruno Maes, representante de la UNICEF en Haití. “Intentamos hacer lo que podemos con los servicios de las clínicas móviles por el momento, pero mañana la situación continuará”.

En las últimas semanas, la organización dijo que ha examinado a 9,500 niños por desnutrición en Cité Soleil, y 1,920 recibieron tratamiento para salvarles la vidas. La UNICEF culpa al recrudecimiento de la violencia de las pandillas, que no solo ha provocado el cierre de los hospitales de la zona, sino que también impide la circulación segura de las personas. La organización advierte que “si la violencia continúa, estas cifras pueden seguir aumentando”.

El Programa Mundial de Alimentos dijo que al menos 4.5 millones de personas en Haití están pasando hambre severa, incluidos 1.3 millones que necesitan ayuda de emergencia en todo el país. Con una inflación cercana al 30% este año, el precio de los alimentos en Haití han aumentado más de 50%.

“Sé que hay niños que comen cada dos días —incluso cada tres—, lo que significa que pueden tener un plato de arroz un día y al día siguiente ir a comprar pequeños bocadillos, lo que llaman marinada”, dijo un líder religioso que trabaja con la población en Cité Soleil y pidió que no se usara su nombre por motivos de seguridad. “Y luego hay veces que no hay nada que comer, y los padres les dan agua con azúcar para que el niño no llore y se duerma por la noche.

“Y vemos la delgadez de los niños”, añadió. “Hay malnutrición —desnutrición— que tendrá efectos definitivos en algunos niños y en su desarrollo intelectual. Siempre son los más pobres... y es doloroso verlo”.

La preocupación por el hambre no se limita a los niños de los barrios marginales.

Entha, de siete años, es uno de los miles de niños que pasan hambre en la región del sur de Haití, donde un letal terremoto causó la muerte a más de 2,200 personas hace un año. Su pueblo, situado en la península de Tiburón, cerca de Petit-Trou-de-Nippes, a unas cuatro horas al oeste de Puerto Príncipe, sufrió graves daños, y días después se inundó por la tormenta tropical Grace.

Antes del terremoto, la madre de Entha, Edlène, solía comprar arroz, espaguetis y otros productos para alimentar a su esposo y sus tres hijos. Pero tras perder su casa, sus posesiones y su campo de cultivo, Edlène ya no tiene dinero para invertir en productos que vender en el mercado local. Además, las carreteras están destruidas, lo que dificulta su acceso al mercado para comprar alimentos.

Entha dice que últimamente tiene tanta hambre que le impide ir a jugar con sus amigos.

“No puedo comer cuando no hay nada”, dijo Entha.

Con más de 100,000 casas destruidas o dañadas durante la catástrofe, la falta de alimentos sigue siendo una necesidad acuciante para los habitantes del sur. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU calcula que aproximadamente 650,000 personas de las 800,000 inicialmente afectadas por el terremoto, entre ellas 340,000 niños, necesitan ayuda humanitaria urgente.

Save the Children, una organización sin fines de lucro, afirma que “el hambre se está convirtiendo en una norma para los niños” en Haití, y que puede dificultar su desarrollo mental y físico, aumentar el riesgo de contraer enfermedades potencialmente mortales y, en última instancia, provocar la muerte.

“Dependen de los adultos para que les proporcionen los alimentos, por lo que son los que más riesgo corren cada vez que hay una crisis”, dijo Chantal Imbreault, directora de Save the Children en Haití. “Pero sus familias no tienen acceso a los alimentos ni a una nutrición equilibrada”.

Según la Integrated Food Security Phase Classification, que clasifica la gravedad y las características de las crisis alimentarias en todo el mundo, las cuatro principales zonas de Haití que necesitan ayuda urgente son la parte costera del departamento del sur, la parte baja del noroeste, las tierras altas y los barrios muy pobres de Cité Soleil. Sin embargo, el resto del país también sigue en crisis alimentaria.

Imbreault advierte que, aunque el país aún no sufre una hambruna, la situación pudiera ir fácilmente en esa dirección.

“Si hay otro gran huracán que golpee a Haití en los próximos meses, pudiéramos terminar en el nivel cinco”, dijo Imbreault. “Esto es muy grave. Así que es muy importante abordar el tema”.

Desde la devastación, Save the Children dijo que desplegó un equipo para responder a las necesidades de los niños y sus familias en las zonas más afectadas de las regiones del sur y Grand-Anse, incluyendo programas de educación de emergencia, protección, agua e higiene, salud y nutrición, y asistencia en efectivo para más de 100,000 personas.

Según la organización, la familia de Entha recibió varias rondas de asistencia en efectivo para cubrir sus necesidades primarias. Pero muchos otros en el sur siguen pasando hambre a diario y necesitan materiales para reconstruir.

Aunque muchos niños de Haití dependen de los programas de alimentación escolar, UNICEF dijo que más de 250,000 niños del suroeste de Haití carecen de acceso a escuelas adecuadas.

“A finales del año pasado, UNICEF solicitó $97 millones a través del llamado humanitario de 2022 para los niños, para llegar a 950,000 personas, incluidos 520,000 niños en Haití”, dijo el viernes Farhan Haq, portavoz adjunto del secretario general de la ONU, en la sede de la ONU en Nueva York. “Hasta la fecha, UNICEF solo ha recibido el 30% de los fondos necesarios”.

Dijo que de los $373 millones necesarios, solo 14% del Plan de Respuesta Humanitaria de Haití está financiado.