Llegó la hora de poner atención al boxeo real. Benavídez vs. Morrell es lo que realmente vale la pena
Llegó la hora de poner atención al boxeo real.
El “combate’’, si es que se le puede llamar así al teatro entre Jake Paul y Mike Tyson, dejó una estela de récords rotos en el camino y una recaudación tremenda de más de $18 millones en las puertas del Cowboy Stadium en Arlington, Texas, además de una cifra superior a los 100 millones de espectadores en todo el mundo por la pantalla de Netflix.
El mundo quedó fascinado por estos dos encantadores de serpientes que disfrazaron de boxeo su danza de ocho rounds sobre un cuadrilátero, pero ya basta de estos artilugios para sacar dólares del bolsillo.
¿Podemos concentrarnos en lo que realmente tiene valor para el deporte?
Aquí es donde encajan peleas como las de Robeisy Ramírez y Rafael Espinoza, una revancha por la faja pluma de la Asociación Mundial del Boxeo, la esperada revancha de peso completo entre Oleksandr Usyk y Tyson Fury, y el combate donde David Morrell Jr. chocará contra David Benavídez.
Si el boxeo es capaz de proporcionarle al fanático peleas donde los mejores enfrenten a los mejores, quizá no habría tanta demanda por un producto entre un youtuber que se esfuerza en convertirse en peleador -eso se lo concedo- y una leyenda de 58 años que fue tolerada en el ring por su oponente para no propinarle un nocaut.
Tomemos, por ejemplo, la cita entre Morrell y Benavídez.
Ambos son jóvenes, con cierta trayectoria y representan lo bueno que trae la nueva generación de talentos. Uno es poder y presión, el otro poder y habilidad, puedes inclinar la balanza de la predicción para cualquier lado y encontrarás argumentos para validar una narrativa de triunfo para uno y otro.
Benavídez (29-0, 24 KO), ya se ha convertido en el campeón de peso supermedio más joven de la historia a sus 20 años, y después de que Saúl “Canelo’’ Álvarez le dejara en suspenso para volver a pelear por el título, ahora es titular interino de peso semipesado del CMB.
Por su parte, Morrell (11-0, 9 K0), tiene 26 años y es un talento impresionante que también se sintió ignorado por Álvarez y optó por subir a las 175 libras, logrando una victoria en agosto y el cinturón interino de la AMB en una velada en Los Angeles.
Afortunadamente, este pelea llega justo a tiempo cuando ninguno de los dos ha cumplido los 30 años y comparten eso que dan en llamar el “prime’’, el momento justo donde la potencia del cuerpo entronca con la experiencia del ring, algo que no se puede decir de muchas citas en el cuadrilátero, donde la diferencia de edad o la lejanía del tiempo hacen imposible la mejor expresión del combate.
La primera conferencia de prensa dejó más cosas positivas que de otra índole. Se dijeron cosas, se prometieron nocauts, se agitaron en sus sillas sin que las ofensas fueran más allá de lo permisible porque una alusión a una boca rota siempre será bienvenida.
El boxeo no es para vivirlo en un claustro conventual sino para expresarlo de manera viva.
La animosidad entre los dos David parece sincera y podría traducirse en una pelea memorable. Con casi toda seguridad, el ganador de este combate enfrentará al vencedor en la revancha entre el campeón absoluto Artur Beterbiev y el retador Dmitry Bivol.
Por cierto, estos protagonizaron una primera entrada tan buena que todavía se debate quién debió ser el justo ganador. Y es que cuando el boxeo entrega lo mejor de sí, los caballos contra los caballos, no existe un Jake Paul que pueda superarlo.