El hombre menos esperado en los Marlins poncha al mejor bateador de Atlanta...y guarda la última pelota

El mismo día de haber sido elegido el Mejor Jugador del Mes de abril, de aterrorizar a todos los lanzadores que había enfrentado Ronald Acuña Jr. se vio dominado por un jugador de posición que salió del banco de los Marlins para poner punto final a un juego agónico.

Cuando el manager Skip Schumaker envió a su receptor titular Jacob Stalling a lanzarle al temible bateador venezolano, los Bravos estaba a punto de consumar el miércoles en la noche una paliza de 14-6 que no había dejado tranquilo a ninguno de los serpentineros regulares del club.

Por un lado, la presencia de Stallings en el montículo era la bandera blanca definitiva y la manera de, al menos, seguir sacrificando al bullpen de los peces que ha debido trabajar más de la cuenta en los últimos días, tras los problemas de la rotación.

El primer bateador que enfrentó Stallings, Kevin Pillar, llegó a la inicial con un toque de bola, pero luego el receptor indujo un doble play con conexión de Sam Hilliard, antes que viniera al plato Acuña, quien desde su debut en las Grandes Ligas en 2018 ha sido un verdugo de Miami.

“Traté de divertirme más con él esta vez de lo que lo hice [contra los] Mellizos [el 3 de abril]”, comentó Stallings, quien también apareció en el montículo una vez para los Piratas en 2019. “Lancé un par de bolas curvas para strikes en los calentamientos, así que estaba como, ‘Bien podría sacar eso’. Realmente quería solo conseguir el primer ponche, y cuando Pillar consiguió ese toque de swing, [pensé], ‘Tal vez no está destinado a ser’. Sólo trataba de divertirme”.

A lo largo de 76 juegos contra los peces, Acuña muestra una línea ofensiva de .313/.418/.634 con 67 anotadas, 20 dobles, un triple, 23 jonrones, 60 impulsadas y 18 bases robadas para no hablar ya de la historia -afortunadamente pasada- de varios pelotazos.

Como parte de esos números, Acuña había participado del tremendo ataque de Atlanta el miércoles con un bambinazo de tres carreras por todo el jardín central que determinó el final de la terrible faena de Braxton Garrett.

Con el primer lanzamiento de Stallings, Acuña se quedó mirando una curva de 46.3 milas por hora que cayó perfectamente en la zona de strike y que dejó al joven pelotero de los Bravos con una sonrisa de incredulidad, tal vez por no haber hecho swing.

A esa curva le siguió un cambio de velocidad a 78.1 millas que terminó en foul y una recta de cuatro costuras a 84.9 millas en la parte baja de la zona para completar el primer ponche en la brevísima carrera de lanzador de Stallings, quien se guardó esa pelota de recuerdo.

“No me gusta estar en esa situación”, dijo Acuña en el clubhouse de los Bravos al finalizar el encuentro. “Me pone nervioso porque no sé qué va a pasar. Es más fácil batear una bola rápida de 100 millas por hora. Vi ese último lanzamiento a 120 millas por hora”.

En 2021, el entonces primera base de los Cachorros Anthony Rizzo conmemoró el primer ponche de su carrera haciendo que el entonces cuarto bate de los Bravos Freddie Freeman firmara la pelota.

Por supuesto que a Stallings le gustaría que Acuña hiciera lo mismo, pero como no lo conoce así, el receptor pensó en pedirle a Jorge Soler que le solicitara eso a su ex compañero de los Bravos.

“De todos los tipos para ponchar, uno de los mejores jugadores en el juego, así que es por eso que probablemente se aferró a la pelota”, dijo Schumaker, quien ponchó a tres bateadores en cuatro salidas de su carrera. “Es difícil reírse cuando te están pateando el trasero, pero hay algunos momentos humanos que siguen siendo geniales de ver. Y estoy seguro de que guardará esa pelota para siempre, y tendrá una foto junto a ella o algo [para] que se la firme. Es un momento genial.